Áreas protegidas: ¿una amenaza para América Latina?
Judit Alonso
25 de enero de 2021
Más de un centenar de ONG advierten que la campaña de la 30x30 para aumentar las áreas protegidas mundiales, como los parques nacionales, podría desplazar a pueblos originarios.
Publicidad
Unos 136 millones de personas fueron desplazadas en el mundo debido a la creación de zonas protegidas, que cubren unos 8,5 millones de kilómetros cuadrados, según la ONG Rights and Resources Initiative. Igualmente, un artículo publicado en la revista académica Nature estima que la iniciativa 30x30 podría acabar con el desplazamiento de hasta a 300 millones de personas.
Lanzada oficialmente en la cumbre ‘One Planet', se relaciona con el "Marco de la diversidad biológica posterior a 2020” que están preparando actualmente los gobiernos que forman parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) para la celebración de la 15 Conferencia de las Partes (COP 15) en Kunming, China, el próximo mes de mayo.
¿Solución o parche?
Para conseguir estas metas, la mirada se dirige hacia las llamadas soluciones basadas en la naturaleza y las áreas protegidas y zonas de conservación. No obstante, más de un centenar de ONG y expertos en medioambiente y derechos humanos alertan de los riesgos del aumento de las áreas protegidas mundiales.
Publicidad
Las áreas protegidas siguen los estándares marcados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). "La definición de área protegida dice que dentro de esa área no puede haber actividades humanas, sin hacer distinción entre subsistencia y actividad de explotación”, explica a DW Fiore Longo, directora de Survival Internacional en España y Francia, una de las organizaciones contrarias a la iniciativa. "Eso significa que los pueblos indígenas que dependen de esas tierras no van a poder acceder más ni para cazar, ni para recolectar, ni para hacer agricultura”, critica.
No obstante, desde la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y los Pueblos apuntan que la iniciativa involucra a los pueblos indígenas y comunidades locales, como socios en el diseño y manejo de áreas protegidas y zonas de conservación "asegurando el cumplimiento del consentimiento libre, previo e informado y la alineación con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas; y promoviendo la gestión indígena de áreas terrestres y marinas”.
Longo recuerda que dicha declaración "no es obligatoria”. "La Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo es el único instrumento obligatorio, una vez que los estados lo firman, para el reconocimiento colectivo de los derechos de los pueblos indígenas”, recalca. Por este motivo, asegura que "muchos de los países que están en esa coalición, incluso Francia, nunca van a firmar la convención, “porque reconoce la existencia jurídica de los pueblos indígenas”.
¿América Latina en riesgo?
En el caso de la región, recuerda que muchos países latinoamericanos firmaron la Convención 169, "por lo que es más difícil crear un área protegida en América Latina”. Igualmente, sostiene que "el movimiento indígena en América Latina es uno de los más fuertes del mundo” apuntando algunos de los logros conseguidos en el reconocimiento de sus derechos territoriales, como en Colombia y Bolivia, cuyas constituciones hablan de derechos territoriales de los pueblos indígenas. "Hay muchas leyes en Perú y Brasil que reconocen los derechos territoriales y colectivos”, añade.
A pesar de ello, existen casos en la región. "Muchos territorios de pueblos indígenas han sido categorizados como áreas naturales protegidas como parques naturales” explica a DW Julio Cusurichi, Presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD). "Dentro del Parque Nacional del Manu existen cuatro comunidades nativas, más de 1.300 personas, que están reconocidas”, puntualiza.
"Puedes sembrar tus productos, pero solamente tu comida. No puedes vender esos productos afuera, porque eso va en contra de las áreas naturales protegidas”, critica. Por ese motivo, aunque tienen servicios de salud y de educación, no tienen ingresos que permitirían solventar necesidades puntuales. "No puedes sacar gallinas para vender por la necesidad de comprar aceite, azúcar, cuadernos, medicina, porque en mi propio territorio me están diciendo que no haga eso, que podría resolver mi problema de educación, mi problema de salud, incluso de seguridad alimentaria, comprando alguna cosa que no produce mi comunidad”, detalla. "Esas son las limitaciones del indígena matsigenka en su propio territorio ancestral”, lamenta el también miembro de este pueblo originario.
Proteger las reservas marinas
02:20
"Hay una controversia entre nuestro enfoque con el de áreas naturales protegidas de conservación, dejando de lado a los pueblos indígenas”, aclara. "Tenemos derecho no solo de estar en el territorio, sino de participación y administración de estas grandes áreas”, argumenta reclamando un manejo integral del territorio.
Una demanda que se hará oír en el próximo congreso mundial de la UICN que se llevará a cabo el próximo mes de septiembre en Marsella, Francia. En ese congreso se podría cambiar la definición de las áreas protegidas. No obstante,Longo asegura que los gobiernos que forman parte dicha organización internacional "ni las empresas multinacionales ni las organizaciones conservacionistas tienen interés en respetar los derechos indígenas, porque van a perder poder y dinero”. (cp).
Reserva Thomas van der Hammen: la lucha por el último relicto de naturaleza en Bogotá
Para unos está claro: la "Van der Hammen" es intocable. Otros apoyan la construcción de vías contra los atascos en el norte de la ciudad. Un paraíso con pronóstico reservado. ¿Sobrevivirá a los intereses encontrados?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Un paraíso en disputa
Este lugar paradisiaco en los Andes colombianos pertenece a la llamada “Reserva Thomas van der Hammen”, el último reducto de bosques y humedales situado en el norte de la capital de Colombia. No obstante, se encuentra en el centro de una disputa jurídica y política desde hace 18 años; unos a favor de su reforestación y conservación, mientras otros apuestan por la urbanización. ¿Quién se impondrá?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Bogotá, una ciudad que arrasa...
Bogotá es la 3ª capital más alta del mundo, pero a pesar de estar a 2.6301 metros de altura, sus 10 millones de habitantes respiran un aire cada vez más contaminado. Los bosques de los "Cerros Orientales" y la última reserva natural producen el oxígeno para su población, además de brindar espacios de recreo. Desde el Cerro Majuy se ve cómo el concreto acorrala la naturaleza, metro tras metro.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Un bosque convertido en colcha de retazos
A pesar de que la reserva Van der Hammen es un “área protegida”, las autoridades no han garantizado su total integridad. Este territorio ha sido violentado por constructores y, en parte, usado como vertedero. Su completa restauración implicaría el derribo de edificios y fábricas, con la consecuente indemnización de los propietarios. ¿Quién está dispuesto a pagar por aire puro?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Naturaleza: un bien común
Fuertes intereses económicos colisionan aquí: los territorios de la Reserva Van der Hammen están en medio de una zona de gran interés de expansión urbana. Los bogotanos asfixiados por las emisiones del tráfico urbano y las fábricas piden conservar el último pulmón verde de su ciudad como una zona de beneficio común. Algunos niños ven aquí, por primera vez, aves silvestres, a menudo migratorias.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Árboles marginados en una selva de cemento
Los Cerros Orientales recorren la ciudad de sur a norte. “A la gente se le olvidó que hay robles y cedros, que eran sagrados para los indígenas, pero desaparecieron de nuestra historia cultural”, dice Wilson Ramírez, reforestador del Instituto Humboldt. Las montañas son para muchos en Bogotá como una película que ven todos los días desde la lejanía, pero cuyos escenarios les parecen inaccesibles.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
El "Humboldt" colombo-holandés
Thomas van der Hammen (1924-2010) fue un geólogo, botánico, micólogo, paleontólogo y arqueólogo colombo-neerlandés que dedicó su vida a estudiar los ecosistemas de los páramos andinos que surten con agua a Bogotá. En su honor, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) declaró en 2011 dicha zona como Reserva Forestal y la llamó Thomas van der Hammen.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Ecosistemas por ¿autopistas?
A pesar de que urge garantizar la conexión de los ecosistemas, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, planea cruzar la reserva Thomas Van der Hammen con cuatro autopistas y construir 350.000 casas, al tiempo que promete “agrandar el área protegida”. Así lo presentó en la pasada Cumbre Global de Acciones para el Cambio Climático en San Francisco, dentro de la iniciativa "Cities4Forests".
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
La propuesta de la Alcaldía: "agrandar, y quitar"
La reserva se ha convertido en un "obstáculo" para la movilidad del tráfico, según la administración, y plantea “una reserva más grande y mejor conectada, que recupera humedales y bosques, donde todos puedan disfrutar de la naturaleza”. La idea es "incrementar el área ambiental de 634 hectáreas a 1.104 y el área total de 1.396 a 1.710." Pero también "sustraer" 104 hectáreas para unas 10 vías.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Ciudadanía vigilante
Los planes de la administración son rechazados por muchos, y alabados por otros. “La capital de Colombia se juega la pérdida del 70% del suelo protegido del norte de Bogotá”, advierte Patricia Bohórquez, de la ONG Red de Humedales. El Partido Verde, por su parte, cree que el gobierno de la ciudad “quiere hacer desaparecer casi la ruralidad del norte de Bogotá”. Otros exigen una consulta popular.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Propietarios: entre esperanza y temor
Algunos dueños de predios coinciden con el alcalde que ha dicho que la Van der Hammen "no existe”, que “está solo en el papel” o que es un “potrero” que impide la infraestructura. Otros apuntan a que “construir un gran parque natural es utópico, porque los predios son privados”. Pero el alcalde también asegura que su oficina ya tiene un buen monto de dinero para adquirir los terrenos.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Futuro incierto
Después de que un tribunal aprobara el plan urbanizador de la alcaldía, tras una interpelación, este revocó la decisión y entregó la última palabra sobre el destino de la Reserva Thomas Van der Hammen a la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR), un ente gubernamental que decidirá, basada en estudios, a mediados de marzo de 2019. “La naturaleza está de fiesta”, apuntó entonces un ecologista.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
"Reserva estratégica", ¿digna de restaurarse?
El pulso que libran los bogotanos entre naturaleza y tráfico obliga a una difícil armonización de derechos comunes e individuales, así lo pide la Constitución. El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt de Colombia celebra que la Alcaldía haya abierto el debate sobre esta reserva “en estado de degradación”, y poder así “garantizar su viabilidad ambiental".
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
187 y más razones para proteger la Reserva Van der Hammen
Para las ONG Cerros de Bogotá y Humedales de Bogotá, hay razones de sobra para la preservación la Reserva Van der Hammen: 187 especies de aves y 514 de flora, así como 5 ríos, el Bosque de Las Mercedes, último relicto de la Sabana y mariposas por describir. Guías ofrecen caminatas en las que los visitantes no salen del asombro por la belleza de sus paisajes, pero también por el riesgo que corren.