Líderes de 170 países participarán el miércoles en una cumbre mundial sin precedentes convocada para reformar a la ONU. Durante tres días intentarán hacer cambios en sus estatutos de funcionamiento para sentar las bases de un nuevo orden internacional. Sin embargo sobre la cumbre pende desde hace semanas la amenaza del fracaso.

Aún cuando la mayoría de las naciones coincide en que existe una necesidad urgente de reformar al organismo de cara a los retos y peligros que trae consigo el nuevo siglo, no existe consenso sobre las reformas que deben avalar los jefes de Estado y de Gobierno venidos de los cinco continentes. Los intereses son muy dispares y en las negociaciones previas a la jornada de ratificación no se ha logrado un acercamiento.

La Torre de Babel

Desde Europa hasta Latinoamérica se reconoce la importancia de discutir asuntos como el calentamiento global y la emisión de gases. Pero los países industrializados y las naciones en vías de desarrollo mantienen grandes divergencias sobre aspectos como la seguridad, los derechos humanos y el combate contra la pobreza extrema.

Muchas naciones coinciden en que el organismo sigue reflejando la visión de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, como el derecho a veto en el seno del Consejo de Seguridad.

El presidente de Chile, Ricardo Lagos, por ejemplo, demanda que se formulen reglas claras para que la globalización no beneficie sólo a los países más desarrollados.

Por su parte el embajador de Venezuela en la ONU, Fermín Toro, afirma que la propuesta de reforma del organismo es un "fraude" para fortalecer a las grandes potencias. "Este proyecto constituye una imposición y tiene como objetivo transformar a la ONU en un ente multilateral al servicio exclusivo de las grandes potencias".

Arcas vacías, reformas teóricas

¿Se lograrán poner de acuerdo los funcionarios sobre quiénes obtendrán un asiento permanente en el Consejo de Seguridad? ¿Tendrán éxito los esfuerzos de Alemania, Brasil, India y Japón?

"Las Naciones Unidas necesitan una reforma y el mundo necesita a las Naciones Unidas, no tenemos otra alternativa", apunta el presidente polaco, Aleksander Kwasniewski.

Pero el mundo no sólo necesita unas Naciones Unidas reformadas, sino también reforzadas, pues sino se limitarán a formular objetivos que no podrán llevar a cabo. Y tampoco en este aspecto existe consenso de cómo se piensa llenar las arcas de la organización.