El ministro alemán de Maiziére da una última oportunidad a la política de refugiados de la UE, en espera de reducir el número antes de la cumbre con Turquía. Mientras tanto, Grecia retiró a su embajadora en Viena.
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Tiene que haber sido una sesión intensa cuando el ministro del Interior alemán Thomas de Maiziére dice que hubo “actuaciones emocionales de los representantes de Austria, Grecia, Alemania y Francia”. Pero eso es una buena señal, que indica la gravedad del problema. Y ahora, la Unión Europea tiene una última oportunidad hasta el 7 de marzo para tener bajo control su política de refugiados.
Entonces se celebrará la cumbre entre la UE y Turquía en Bruselas, donde se valoraran los éxitos de la cooperación. "Hasta ese momento, habrá que probar que hubo una reducción drástica del número de refugiados en la frontera entre Turquía y Grecia. En caso contrario, habrá que tomar medidas alternativas", dijo el ministro. Sin concretar cuáles, si aclaró que deberían ser “coordinadas y europeas", opinión también defendida por el comisario de Migración Dimitris Avramopoulou: “sin resultados visibles se caerá todo el sistema”.
Efecto detonador en Grecia
Grecia aportó lo suyo para elevar la temperatura emocional en la crisis. En Atenas, el ministro de Exteriores Kotzias llamó a consultas a la embajadora griega en Viena. “Iniciativas unilaterales no resolverán la crisis, sino que minan el fundamento y la integración de Europa”, se dijo en la declaración.
El Gobierno heleno acusa a Austria de comportarse como en el siglo XIX, contra las reglas de la solidaridad y la distribución de obligaciones. “No queremos ser el Líbano de Europa, un almacén de almas perdidas. Ni siquiera aunque lo financie la UE”, aclaró el ministro de Migración Yannis Mouzalas en Bruselas. También el presidente Alexis Tsipras compartió esa postura en Atenas, además de amenazar con bloquear las decisiones de la UE. Sin embargo, el margen de actuación para que Grecia presione es poco, puesto que aún depende del dinero del tercer paquete de rescate y de otras ayudas de la UE para superar la crisis humanitaria a la que se enfrenta.
La ministra del Interior de Austria, Johanna Mikl-Leitner, ni siquiera se inmutó ante la llamada a consultas: “Espero que así se mueva algo”, dijo. Su país no permitirá que se le acuse y mantendrá la cuota acordada de solicitantes de asilo. Además, Viena intentará terminar con el tránsito incontrolado de refugiados hacia el norte. “Empieza en Grecia y si el país no está preparado para proteger las fronteras, otros tendrán que hacerlo”, explicó Mikl-Leitner aclarando que ese es el único objetivo de la cooperación con los Balcanes, un acuerdo también favorable para la UE.
Por su parte, el ministro alemán de Maiziére prefiere la cautela. Hay diferencias de opinión sobre el cierre de fronteras no acordado en la ruta de los Balcanes y sobre las acciones unilaterales de Viena. Pero como socios, hasta ahora hubo una buena colaboración.
¿Hacia la anarquía?
Por el contrario, Bernard Cazeneuve, ministro francés de Interior, dio rienda suelta a su ira. Sobre todo contra su colega belga, Jan Jambon, que implantó controles fronterizos entre Bélgica y Francia por el desalojo del campamento de refugiados de Caláis, por temor a que los inmigrantes pasasen a Gran Bretaña por puertos belgas. Un pequeño frente que refleja la tensión sobre los refugiados y que cada cual hace lo que quiere sin acuerdos en aras del interés nacional.
Aún más directo fue el ministro del Interior de Luxemburgo: No hay una crisis, “sino que vamos hacia la anarquía”, dijo Jean Asselborn. No se puede permitir que Grecia sea apéndice de Europa donde se amontonan los refugiados. “No hay solución balcánica, sino solución europea”, y actitudes unilaterales como la de Austria lo complican todo, concluyó Asselborn: “Hay que actuar juntos antes de que sea demasiado tarde”.
Refugiados en Francia: la "Jungla" de Calais
Aumenta el nerviosismo en el campo de refugiados de Calais. Las autoridades francesas planean construir una "zona tapón" entre el campo de refugiados y el Eurotúnel que conecta el continente con Reino Unido.
Imagen: DW/D. Cupolo
Antes del desalojo
Voluntarios ayudan a los refugiados a transportar sus pertenencias. Anteriormente, las autoridades habían prometido a los migrantes la creación de un espacio para su realojamiento. Mediante esta zona, el Gobierno francés pretende bloquear el acceso al Eurotúnel, a través del cual muchos refugiados viajan a Inglaterra. "Les ayudamos a mantener su dignidad", aclara uno de los voluntarios.
Imagen: DW/D. Cupolo
El mar y las oportunidades
Tiendas de campaña frente a la entrada del Eurotúnel. En este punto muchos refugiados intentan subirse a los camiones que van a Gran Bretaña. Un enorme dispositivo policial vela por evitar que los polizones crucen a través del túnel. El joven sirio Mohammed Schakh enumera las opciones: el plan A, cruzar en un camión. El B, hacerlo en un tren. El C, atravesar el Canal de la Mancha en barco.
Imagen: DW/D. Cupolo
Mudanza urgente
El nuevo campo fue establecido el pasado jueves. Eso sí, no se sabe cuándo serán retirados los antiguos asentamientos. Para los refugiados significa mudarse. Alrededor de un centenar de alojamientos ilegales ya han sido trasladados con la ayuda de voluntarios. Hasta el momento se han construido otros 40 refugios "no oficiales".
Imagen: DW/D. Cupolo
Espacio para nuevas tiendas
Los miembros de la asociación "Care4Calais" limpian la zona de maleza y basura. El objetivo es crear espacio para los refugiados. "Cuando viví en Afganistán fueron muy hospitalarios conmigo. Por eso quiero devolverles algo", explica Ruth Boggiuth, una las voluntarias.
Imagen: DW/D. Cupolo
Esperando a que llegue el día
Entre 1.500 y 4.500 habitantes del campamento improvisado se han visto afectados por el reasentamiento. Algunos siguen esperando. "No pienso desmontar y volver a montar mi tienda en otro lugar", dice Saifullah Barat. Este afgano vive desde hace 4 meses en la "Jungla de Calais". "Si la policía quiere desmontar mi campamento, que lo haga. No voy a hacerles frente".
Imagen: DW/D. Cupolo
¿Huellas dactilares? No, gracias.
Las autoridades han establecido un nuevo campamento en las cercanías de Calais. En el asentamiento levantado con contenedores hay espacio para cerca de 2.000 personas. Muchos de los refugiados, sin embargo, rechazan trasladarse a estos alojamientos temporales ya que, con el fin de identificarles, las autoridades exigen una toma de huellas dactilares.
Imagen: DW/D. Cupolo
Francia: ¿una prisión?
"Vemos cómo nos tratan los franceses", dice el sirio Mohammen Schakh. "Las autoridades nos toman por tontos y creen que vamos a aceptar la toma de huellas dactilares. Esto es parecido a una cárcel. Una vez que entremos aquí, no nos dejarán salir nunca. No quiero vivir nunca en este país".
Imagen: DW/D. Cupolo
Aumenta la violencia
El anuncio del desalojo y el aumento de la presencia policial ha provocado un aumento de la violencia en la "Jungla de Calais", informa Médicos sin Fronteras. Las lesiones provocadas por los enfrentamientos entre los propios habitantes del campamento, o entre los refugiados y la policía han propiciado un aumento de la presencia de los integrantes de esta ONG.
Imagen: DW/D. Cupolo
Nuevos asentamientos en otros lugares
"Los habitantes del campo creen que Francia pretende reducir el campamento progresivamente", explica Maud Le Quintrec, de Médicos sin Froteras. "Por eso muchos refugiados han decidido levantar nuevos campamentos ilegales. De hecho, 120 habitantes de 'la Jungla' se han ido a Bélgica". Así, explica Le Quintrec, lo único que consiguen las autoridades es trasladar el problema. (18.01.2016)