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11-S: ¿el principio del fin de ETA?

Andreu Jerez4 de septiembre de 2006

El avance del terrorismo internacional islamista ha llevado a la organización terrorista vasca a revisar su estrategia. El 11-M remachó este proceso. El 5° centenario del 11-S llega en España en pleno proceso de paz.

La realidad española no quedó ajena al ataque contra las torres gemelas.Imagen: AP


Cuando el 11 de septiembre del 2001 las torres gemelas de Nueva York se vinieron abajo, algo cambió en España. Desde luego, su realidad política no quedó ajena al mayor ataque terrorista de la Historia, considerado como el verdadero inicio del siglo XXI. En cierta manera, el desarrollo del terrorismo internacional sirvió para remachar lo que parece el principio del final del propio terrorismo interno español: el de la organización terrorista vasca ETA.

Bush y Aznar: la alianza transatlántica

La celebre foto de las Azores: el sello pública a la tripe alianza.Imagen: AP

Tras el ataque de Al-Qaeda al mismo corazón financiero estadounidense, Bush inició su particular guerra contra el terrorismo. Uno de sus principales argumentos fue el de combatir a los terroristas fuera de las fronteras estadounidenses. No obstante, Bush no podía llevar a cabo su cruzada sin apoyos visibles en Occidente si no quería perder la supuesta legitimidad de su guerra global contra el terrorismo. El presidente norteamericano, además de contar con el siempre fiel respaldo de Tony Blair, encontró en el entonces presidente español, el conservador José María Aznar, otro firme compañero de viaje. La célebre foto de las Azores selló públicamente esa triple alianza contra el terrorismo internacional.

El apoyo incondicional de Aznar tuvo sus contrapartidas. El presidente español recibió ayuda de Washington en su lucha contra ETA a través de diferentes medidas: el Departamento de Estado norteamericano incluyó a una serie de destacados etarras en su lista negra de terroristas internacionales, contibuyó a estrechar el cerco financiero sobre ETA e incrementó la cooperación internacional para seguir a los miembros de la organización en aquellos países donde se habían refugiado (actualmente hay unos 150 miembros de ETA en cárceles francesas, por poner un claro ejemplo). En definitiva, Aznar conseguía integrar su lucha encarnizada contra la banda terrorista vasca en la cruzada global que estaba llevando a cabo su firme aliado George W. Bush.

11-M o el "11-S español"

Tres años después del terrible atentado de las torres gemelas, España tuvo que sufrir el zarpazo del terrorismo internacional islamista en sus propias carnes: el 11 de marzo de 2004, un ataque sincronizado en trenes de Madrid dejó casi 200 muertos y cientos de heridos. El atentado se produjo a tres días de las elecciones generales en las que las encuestas apuntaban a una clara victoria del Partido Popular (PP) y de Mariano Rajoy, sucesor previsto por Aznar. El apoyo inequívoco de éste último a la guerra de Irak y a la estrategia global de Bush tenía sus consecuencias dentro de la misma España.

Los atentados de Madrid: España sufrió el zarpazo del terrorismo internacional en sus propias carnes.Imagen: AP

Contra todo pronóstico, el PP perdió las elecciones del 14 de marzo. 1,4 millones de personas se movilizaron para votar a la oposición socialista, encabezada por el actual presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y otras 700.000 cambiaron el color de su voto. A la pregunta de por qué la sociedad española no reaccionó como la norteamericana tras el 11-S (inmediatamente después del ataque a Nueva York, el 94% de los estadounidenses apoyaron a Bush y su manera de gestionar la crisis, y lo reeligieron en noviembre de 2004), Peter Waldmann, Catedrático de Sociología de la Universidad de Ausburgo, responde:

"España es seguramente uno de los países occidentales con más experiencia el fenómeno del terrorismo. Por eso, la opinión pública tiene una postura bastante diferenciada de los posibles logros, pero también de los límites, de una política de mano dura. En consecuencia, España escapa a la regla de que la crisis provocada por un ataque terrorista favorece a los políticos de línea "dura" como Bush, Sharon, Putin o el propio Aznar".

11-M: el espejo de ETA

Pero las consecuencias del 11-M fueron más allá de la caída del poder del PP: la sociedad española, y en concreto la vasca, mostraron un rechazo absoluto y unánime al ataque terrorista de Madrid. Poco después de los brutales atentados, el propio Arnaldo Otegi, portavoz de Batasuna (brazo político de ETA), mostró su "más absoluto rechazo" a la "masacre" y, en contra de lo que apuntaba en un principio el Gobierno de Aznar, negó rotundamente que ETA estuviera detrás del atentado.

El proceso de paz en el País Vasco, un camino con difícil marcha atrás.Imagen: AP

"El 11-M tuvo un efecto psicológico en ETA y en la izquierda independentista. El atentado de Madrid fue el espejo de lo que podía ocurrir si la organización terrorista cometía un ataque tan indiscriminado: la sociedad vasca mostró un rechazo unánime e inequívoco a los atentados de Madrid", afirma Paul Ríos, coordinador y portavoz de LOKARRI, una plataforma ciudadana que persigue la paz y la reconciliación en el País Vasco. "Si ETA cometía un acto así, quedaría todavía más aislada de lo que ya lo estaba. En definitiva, el 11-M profundizó la revisión por parte de ETA y su entorno de la estrategia que hasta el momento había seguido para conseguir sus objetivos políticos".

Gorka Landaburu, periodista, director del semanario "Cambio 16" y víctima de un atentado ETA, coincide con la tesis de LOKARRI: "Es innegable que el 11-M aceleró un debate interno dentro de ETA sobre el uso de la violencia como medio para conseguir fines políticos: eso, junto con el rechazo de la propia sociedad vasca y española, la presión policial y la colaboración internacional, ha acabado llevando a ETA y su mundo a la senda del final de la violencia".

¿Proceso irreversible?

El quinto aniversario del 11-S coincide en España con el proceso de paz iniciado el pasado mes de marzo tras el anuncio de "alto el fuego permanente" de ETA. A finales de junio, el presidente español hizo público el comienzo de las conversaciones con el grupo terrorista, lo que supuso el segundo gran hito del proceso de paz encaminado a solucionar el llamado "conflicto vasco".

Son muchas las voces que en España hablan de la supuesta irreversibilidad del proceso de paz. Gorka Landaburu, como vasco y periodista, niega que el proceso no tenga una posible marcha atrás, pero se muestra convencido de sus posibilidades de éxito: "La hoja de ruta ya está trazada y ETA no tiene otra salida. Si quiere seguir defendiendo lo que defiende, lo ha de hacer desde las instituciones democráticas y el respeto al oponente. Zapatero le ha ofrecido una pista de aterrizaje y, si no la aprovecha, su final puede ser desastroso".

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