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Sociedad

50 años de Stonewall, hito del movimiento LGTBI

Helena Humphrey
27 de junio de 2019

Las protestas que desencadenó la revuelta se consideran el inicio del movimiento por los derechos de los homosexuales en Estados Unidos. Cinco décadas después, quienes estaban allí dicen que aún hay trabajo por hacer.

New York Stonewall Inn
Imagen: picture-alliance/newscom/J. Angelillo

Mientras los clientes del Stonewall Inn de Nueva York bebían y bailaban ese 28 de junio de 1969, no podían sospechar que se convertirían en íconos del movimiento LGTB. Era difícil prever que una calurosa noche de verano en Greenwich Village iba a ser el inicio de una revuelta. Pero cuando la policía, por segunda vez en una semana, hizo una redada en el conocido bar gay, dirigido por la mafia, algo estalló. La conciencia colectiva de un movimiento por los derechos civiles pareció cristalizar cuando los exasperados clientes acorralaron a un grupo de oficiales, tomando postura frente a los abusos policiales.

"Fue la primera vez que nuestra comunidad encerró a la policía, que hasta entonces siempre nos había encerrado a nosotros", recuerda Mark Segal, que se encontraba entre aquellos que habían decidido que ya era suficiente. Juntos, se defendieron, primero lanzando monedas, luego botellas, luego ladrillos. El Stonewall Inn se incendió y el caso provocó protestas que duraron varios días. Fue un momento decisivo. El movimiento LGTB había sido incipiente durante casi una década. Ahora estaba en el mapa nacional.

Frente de Liberación Gay

La mañana después de los disturbios, Karla Jay tomó el metro hasta Christopher Street para observar la escena. Tenía 22 años en ese momento y no le era fácil mostrar su condición en público.
"Teníamos que ser reservados en la escuela, en el trabajo, frente a nuestros padres, frente a nuestros caseros. Si alguien se enteraba, éramos tratadas como delincuentes y podíamos perderlo todo", explica. Aunque estaba acostumbrada a ser cautelosa, Jay estaba sorprendida por lo que encontró en el Stonewall Inn. "Había un letrero en la ventana con letras blancas que le decía a la gente que mantuviera la calma y se fuera a casa", explica. Todavía hay una nota de incredulidad en su voz, mientras vuelve a contar la historia 50 años después. "Para mí, mantener la calma y volver a casa no parecía ser lo que se debía hacer".

Karla Jay, fotografiada junto a otros activistas.Imagen: Lee Mason

Su determinación ganó fuerza. Poco después de las protestas, se convirtió en integrante fundadora del Frente de Liberación Gay y su primera jefa femenina. Abogando por la igualdad de derechos, el grupo tenía mucho por lograr. En ese momento, todos los estados, excepto Illinois, habían prohibido las relaciones sexuales entre dos personas del mismo sexo, y la homosexualidad estaba considerada un trastorno mental. La violencia y el hostigamiento eran habituales.

"Había una ley contra lo que llamaban enmascaramiento", recuerda Jay. "Tenías que usar tres prendas correspondientes al sexo en el que naciste. Si no, podrían llevarte al baño, desnudarte, contar tu ropa y arrestarte". El Frente de Liberación Gay se dispuso a cambiar eso con diversas tácticas. Por ejemplo, en 1970 organizaron las primeras marchas del orgullo gay. Hicieron piquetes contra el New York Times o la revista Time, exigiendo que publicaran la palabra "gay", que en ese momento se consideraba ofensiva. Atacaron cadenas de televisión, asumiendo el control de los programas, en una acción que llamaron "zapping".

"Hemos hecho un progreso increíble", reconoce Jay. "Por una parte, nunca pensamos que tendríamos igualdad en el matrimonio". Pero eso no es suficiente para aplacar a una pionera de los derechos LGBT. "Mire, puede estar casado el domingo y despedido el lunes: todavía faltan muchos derechos civiles en este país", argumenta.

Nuevos campos de batalla

Hoy en día, las luchas por esos derechos se están librando en otros lugares, aunque no tan lejos del Stonewall Inn. A la vuelta de la esquina, por ejemplo, está la Iglesia Evangélica Luterana de San Juan, con su fachada de color crema adornada con un arcoíris. Un cartel a sus puertas insta a los transeúntes a "luchar por los impotentes, abrazar la diversidad". "Realmente siento que hay una crisis en el cristianismo estadounidense en este momento, al ver que el ala conservadora del cristianismo estadounidense se alinea con alguien que para mí es tan ofensivo", dice el pastor Mark Erson en referencia al presidente Trump y a las reticencias de otras comunidades cristianas a admitir el matrimonio homosexual.

Karla Jay, en 1971.Imagen: Diana Davies

Otras preocupaciones las expresa K. C. Hankins, presidente del grupo LGBT de los jóvenes demócratas de Nueva York: la mayoría de los estados no tienen una ley que proteja a las personas LGBT de la discriminación en el empleo, la vivienda o el acceso a los servicios públicos. "Por no hablar de las personas transgénero, o las trans de color: están siendo asesinadas a tasas excepcionalmente altas". Son la "T" en los derechos LGTB. Este año, 10 mujeres trans de color han sido asesinadas en los Estados Unidos. El año pasado, fueron 26.

La Asociación Médica Americana ha dado la alarma por una epidemia de crímenes de odio en un momento en que los avances para las personas transgénero están lejos de ser sostenidos: la administración de Trump revocó las nuevas protecciones de atención de salud para ellas, por ejemplo, su presencia en el Ejército o la directriz federal por la que los estudiantes trans podían usar los baños de su elección.

"Están comenzando con la comunidad trans, pero una vez que terminen, perseguirán a todos los demás", advierte una mujer transgénero, que no quiere ser identificada, temerosa del clima actual. "¿Y dónde está Marsha? Ni siquiera está aquí abajo". Se refiere a Marsha P. Johnson, o más bien al hecho de que no haya una estatua que recuerde a la activista transgénero. La leyenda de Stonewall dice que fue ella la que lanzó el primer vaso esa noche. Es difícil entender cómo su historia, y la de tantas otras personas transgénero de color, puede haber sido marginada del movimiento que ayudaron a crear.

Aún así, por ahora, mientras Nueva York se prepara para albergar el World Pride, el sitio de Stonewall Inn está repleto. "Es como Disneyland", bromea Karla Jay. Es una cierta ironía que donde una vez la gente LGTB acudía sopesando el riesgo de ser detenido hoy cientos de turistas se fotografíen fuera del bar. Hacen fotos a un campo de batalla que envejece, pero hay muchos otros. No tan a la vista.

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(lgc/ers)

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