500 años sin Tenochtitlán, entre conmemoración y polémica
18 de mayo de 2021El 13 de agosto de 1521 la imponente capital mexica, enclavada en un lago y que dos años atrás deslumbró a Hernán Cortés y sus huestes cuando arribaban desde el valle de México, fue sitiada y tomada "brutalmente". No solo por el ejército ibérico y los tlaxcaltecas, sino por un contingente militar de distintos grupos étnicos que vio la oportunidad de derrocar al "régimen de terror" que les había sometido por largo tiempo.
"A su paso por Veracruz, Cortés se entera de su inconformidad y la aprovecha contra el yugo mexica. Se establece una alianza. Entran el 2 de octubre de 1519 por la zona de los volcanes, desde donde miran maravillados la majestuosa ciudad lacustre y palaciega, una de las más grandes del mundo, más que París y Venecia; muy organizada y urbanizada", narra Raúl Barrera, coordinador del Programa de Arqueología Urbana del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
En esta toma liderada por los españoles, son derrotados el imperio mexica y sus vecinos los tlatelolcas, en lo que el francés Patrick Johansson, uno de los más destacados especialistas en náhuatl (la lengua mexica) y en culturas prehispánicas, califica de "invasión, pese a que se diga lo contrario".
"Las fuentes mexicas hablan de una entrada violenta, una conquista brutal", dice el historiador e investigador nacionalizado mexicano. "España tenía una tendencia a la lanza, como otros europeos que hicieron viajes de exploración. Cortés sabía lo que hallaría, ya entonces se sabía de ciudades en estos lares y de su oro, pero también perseguía su propio sueño."
Antonio Espino López, experto en Historia Militar y catedrático en Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha descrito en sus libros Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México o La conquista de América. Una revisión crítica, "los crímenes atroces" para doblegar a los nativos de América, como torturas, masacres, amputaciones, violaciones y asesinatos.
"Fue una invasión en México, con mecanismos diplomáticos con diversas etnias, que estableció un orden económico-político. Fue la destrucción de algo a partir de diferentes ideologías mexicanas e hispanas. Después de ello, Cortés construye el virreinato de la Nueva España y, antes de construir, destruye mediante un imperativo militar", dice.
Sin embargo, el mexicano-alemán Alberto Pérez-Amador Adam, especialista en cultura virreinal y profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México, aclara que lo sucedido "no fue una conquista española, sino una guerra independentista de pueblos sojuzgados, como Mixquic, Azcapotzalco, Xochimilco y otros", de entre los cerca de 400 pueblos esclavizados por los mexicas.
"Los cronistas hablan de conquista, ya que en el siglo XVI no existía el concepto de guerra de independencia, el cual se construyó mucho después. El término conquista se toma de modelos historiográficos de la literatura latina", detalla el especialista, quien obtuvo su Habilitación para dirigir una cátedra universitaria en la Universidad Humboldt de Berlín. "Dejar de pagar tributos humanos (sacrificios) fue la razón por la que diversos reinos se unieron a Cortés contra los mexicas, y escapar de su régimen de terror".
Una historia tergiversada y romántica
Se dice que la historia la escriben los vencedores, mas también se reescribe con el tiempo y bajo criterios ideológicos. Más de una vez, Eduardo Matos Moctezuma, el arqueólogo más reputado de México, ha dicho que los anales de esta conquista están llenos de mitos:
Ni la Malinche -mujer políglota, regalada a Cortés y madre de su hijo- ni los tlaxcaltecas fueron traidores, intentaban liberar a sus pueblos del sometimiento mexica. El conquistador extremeño jamás quemó sus naves, las encayó y envaró; nunca lloró su derrota al pie de un árbol en la "noche triste". Y si Moctezuma, el emperador azteca que lo recibió en Tenochtitlán el 8 de noviembre de 1519, creyó al inicio que los europeos eran dioses, pronto supo la verdad.
Para el escritor e investigador cordobés Antonio Espino López, entre amplios sectores de la población de España prevalece "una historia de terciopelo" sobre la conquista de México. Se minimiza el conflicto, se considera una respuesta a ataques de indígenas al ejército ibérico y "todo intento de objetividad o crítica se considera un ataque a la sociedad española."
Esta visión, "de la que la sociedad no es consciente, está permeada por la ideología franquista", argumenta. "Fue un caldo de cultivo inoculado con Franco, vigente en la derecha española, por defender y enaltecer las glorias del pasado español. No defiendo la postura indígena, pero sí reconozco la devastación."
Incluso la visión de los vencidos se distorsionó al traducirse del náhuatl al español antiguo, según se ve en algunos textos supervivientes a la destrucción sistematizada, cuyo contenido se revisó, enmendó y corrigió. Aunque pocos, quedan documentos auténticos, dispersos por el mundo.
La tergiversación histórica también se debe a que los códices (textos pictográficos), creados a partir el siglo XVI bajo instrucción española, poseen una perspectiva eurocentrista, plantea Patrick Johansson, profesor de Lengua y Literatura Náhuatl en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Conmemoración: 1521, 1821 ¿y 1321?
En marzo de 2019, justo en el año de cumplirse 500 años del encuentro entre el conquistador español y el Huey Tlatoani (gran señor de los mexicas), el presidente Andrés Manuel López Obrador envió una polémica misiva al Rey de España, Felipe VI, y al Papa Francisco exigiendo disculpas por la conquista de México, "hecha con la espada y la cruz".
La acción levantó ámpulas en ambos lados del Atlántico: propició la indignación española y exacerbó la ya marcada división política mexicana en voz de intelectuales, políticos, figuras públicas y la sociedad misma; a favor y en contra.
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En 2020, el mandatario anunció, con bombo y platillo, una serie de actividades para recordar tres grandes efemérides de 2021: "700 años de la fundación lunar de México-Tenochtitlán, 500 años de su toma y 200 años de la Consumación de la Independencia".
El primero de estos aniversarios es inexacto. Autoridades en la materia señalaron que, según fuentes históricas, el asentamiento de las tribus migrantes de Aztlán (aztecas, luego mexicas) que originó Tenochtitlán se dio en 1325, no en 1321, fecha calificada de "manipulación" para empatar todo en 2021.
Lejos de controversia, este año varias instancias mexicanas ofrecen una programación cultural y académica relacionada con la derrota mexica. La UNAM inició en abril pasado México 500, programa con 250 actividades, como mesas de debate, seminarios, coloquios y talleres, convocatorias, exposiciones y artes escénicas.
"Siete siglos de Tenochtitlán", del Gobierno de la Ciudad de México, tendrá seminarios, apertura de museos y ventanas arqueológicas, así como el cambio de nomenclatura de calles y avenidas (algunas con el nombre de conquistadores) y un mural con el último mensaje de Cuauhtémoc (último rey mexica).
El Centro Cultural de España en México presentará la exposición Emancipadas, sobre mujeres independentistas, y la intervención La orilla de las islas, que delineará el contorno de lo que eran las islas de México-Tenochtitlán y México-Tlatelolco, hoy soterradas por el asfalto. Otras actividades, hechas con la UNAM, son el videojuego M500, una reivindicación de los tlaxcaltecas y charlas académicas sobre la conquista dentro del proyecto Noticonquista.
En tanto, el Gobierno mexicano ofrecerá desfiles, restauración de inmuebles históricos, la muestra itinerante Indios Conquistadores, actos de reivindicación de pueblos originarios y concursos de composición musical, de un total de 72 actividades. En estas conmemoraciones, los entrevistados observan una gran oportunidad de revisionismo histórico objetivo.
Una colaboración del INAH y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) presentará, con realidad aumentada en una aplicación para dispositivos móviles, cómo era Tenochtltlán, centro del poder político y religioso mexica, hoy debajo de Ciudad de México.
El trabajo del Programa de Arqueología Urbana, que realiza Raúl Barrera con un equipo multidisciplinar, ha ayudado a recrear el modelo 3D que recorrerá algunos de los más de 70 templos y edificios de la capital mexica, sus canales, el juego de pelota, el Templo Mayor, el Huey Tzompantli (altar de cráneos) o los templos de Ehécatl (dios del viento) y del rey Axayácatl.
"Años de excavaciones han permitido hallar evidencia de la vida diaria de la urbe y la destrucción del Templo Mayor, espacio sagrado de Tenochtitlán, arrasado en su caída con sus estatuas, sus dioses", detalla el especialista. "La última etapa de construcción fue devastada, quedó 5 o 7 por ciento. Hay evidencias de la reutilización de materiales para dar forma a lo nuevo: el virreinato." (rml)