500 aniversario de la Ley de la Pureza de la cerveza
Klaus Ulrich(JAG/DZC)23 de abril de 2016
La cerveza alemana puede tener como ingredientes malta, agua y lúpulo. Así lo manda la Ley de la Pureza aprobada en 1516 en Baviera, una norma histórica que ahora cumple 500 años.
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500 años de cerveza alemana "pura”
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“Queremos que en nuestras ciudades y mercados no se le añada nada a la cerveza aparte de cebada, lúpulo y agua”, reza la ley de la cerveza de Baviera. Aprobada en abril de 1516 como parte de las ordenanzas de los duques Guillermo IV y Luis X de Baviera, esta ley formó parte de un conjunto de normas que buscaba armonizar la administración entre los señores bávaros.
Entre la salud y el negocio
Entonces, la cerveza era considerada un alimento básico. Por una parte, por razones de higiene, ya que el agua corriente era un foco de enfermedades y el lúpulo tenía efectos antibacterianos. Además, se fabricaba cerveza con poco alcohol y era considerada una bebida sana hasta para mujeres y niños. Sin embargo, algunos añadían sustancias como adormidera, estramonio, hierba loca, hollín o virutas de madera, y los padres de la normativa alimentaria más antigua del mundo quisieron regular para mantener la salud de sus súbditos.
Aparte de esto, la medida escondía cierta intencionalidad económica. También se había aplicado un impuesto a la cebada y se había prohibido fabricar cerveza con otros cereales más valiosos para el pan como el trigo y el centeno, destinados a paliar las hambrunas.
Hoy en día, nadie puede dudar de que también fue el inicio de una gran estrategia de marketing, ya que la ley sigue siendo única frente a la competencia 500 años después. Un aniversario del que se enorgullecen todos los cerveceros alemanes y que se celebrará como merece. “A diferencia de nuestros colegas del extranjero, en Alemania no se usan aromas artificiales, enzimas o conservantes”, explica Hans-Georg Eils, presidente de la Asociación de Cerveceros Alemanes.
Ley imperial de 1907
La normativa actual tuvo diversos precedentes en la Edad Media, pero tuvo que esperar hasta 1907 para que fuese aprobada por el imperio alemán, que introdujo algunas modificaciones, como permitir el uso de malta y no solo el de cebada. Actualmente, en algunos estados alemanes se permite añadir azúcar para elaborar cerveza, pero estos tipos no se pueden calificar como elaborados "bajo la Ley de la Pureza".
En los años 50, Baviera utilizó esta ley para prohibir la importación de otros estados alemanes. Y cuando Alemania entró en el Mercado Común Europeo, los cerveceros de todo el país también hicieron lo propio para evitar la entrada de la producción de otros países. Solo después de que fuese aceptada una demanda de un extranjero en el Tribunal de Justicia Europeo, Alemania se vio obligada a aceptar las importaciones.
Cuarta en el mundo
En 2013, la UNESCO rechazó la solicitud de reconocer la ley como Patrimonio Cultural de la Humanidad, razonando que la producción alemana es muy industrial. Sin embargo, esto no supuso ningún perjuicio para el consumo y, por ejemplo, en 2015 se consumieron 95 millones de hectolitros producidos por 1.350 cervecerías alemanas. Hoy en día, la producción alemana es la mayor de Europa y, sin embargo, a nivel mundial queda relegada al cuarto lugar, superada por China, Estados Unidos y Brasil, en razón a las cantidades producidas.
No es un sueño: ¡estoy en la Oktoberfest!
Viajar a la Oktoberfest, en Múnich, es para muchos un sueño. Estas diez cosas le confirman que usted realmente está allí.
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Amontonamientos de gente
No se preocupe: no hay forma de que usted no sepa dónde queda la Oktoberfest. Las masas de gente que lo visitan durante 16 días lo llevarán hasta allí, quiera o no. Año tras año, seis millones de personas acuden a la mayor fiesta bávara de la cerveza y la diversión.
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Escaleras mecánicas llenas
Al llegar a la estación Theresienwiese, en Múnich, la gente sube por las escaleras mecánicas a toda velocidad directamente hacia los prados cercanos a la estación central del ferrocarril donde se celebra la Oktoberfest. Son catapultados a la fiesta, donde otros miles de personas ya están celebrando.
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Entradas agotadas
Los titulares de los diarios locales anuncian ya en marzo que se agotaron las entradas a las tiendas de la Oktoberfest. Sin embargo, algunos prefieren esperar y lograr así un lugarcito. Pero por ningún motivo hay que empujar para conseguirlo, porque se pueden producir accidentes. Tanto el viernes como el sábado por la noche no es recomendable visitar la Oktoberfest sin haber reservado lugar.
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Camareras con fuerza sobrehumana
¡Por fin llegó al Oktoberfest! Ahora puede admirar a las camareras, que son capaces de cargar con jarras de cerveza de 2,3 kilogramos. Sin embargo, su aspecto no es el de un levantador de pesas profesional. Por el contrario. Pero logran transportar hasta 12 jarras por viaje. Cada jarra cuesta algo más de 10 euros. Más la propina, se entiende. ¡Salud!
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Se balancea y canta canciones desconocidas
Si usted empieza a balancearse al compás de la música –a más tardar después de la tercera jarra de cerveza– es que, efectivamente, se encuentra en la Oktoberfest. Aunque no conozca la letra de canciones tradicionales como “Aaanita” o “Anton, de Tirol”, podrá simular que canta, ya que todos estarán en el mismo estado que usted y no se darán cuenta.
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Pollos que nunca se agotan
Otro de los clásicos de la Oktoberfest, además de la música, la cerveza y los escotes, es el menú. Además de los típicos “Brezel”, o panecillos, se come pollo asado al espetón. Más de 500.000 pollos con perejil se venden cada año en la fiesta, así como un millón de porciones del mismo. Pero eso no es nada en comparación con los millones de litros de cerveza que se expenden durante estos 16 días.
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Sortear obstáculos para encontrar un baño
Seguro que si usted ya se tomó sus buenos litros de cerveza, necesita aliviar su vejiga. Claro que eso no es problema gracias a cerca de un kilómetro de casetas de urinarios portátiles que están a su disposición. Eso, si logran pasar a través de la multitud.
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El mundo cabeza abajo
Cuando ya brindó lo suficiente con jarras y jarras de cerveza y el reloj de la caseta todavía no marca las once de la noche, el personal ya está empujándole, con suavidad pero con firmeza... hacia la puerta. Pero la fiesta no ha acabado. Entonces es probable que se le ocurra probar una vuelta en la montaña rusa. Cuidado: la cabeza puede jugarle una mala pasada.
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Un ligero dolor de cabeza
La mejor prueba de que usted de verdad estuvo en la Oktoberfest es un ligero pulsar en las sienes al despertarse, consecuencia de la resaca. Y, naturalmente, las fotos en su teléfono celular, prueba irrefutable que nunca puede faltar. Ahora puede contarle a todo el mundo que participó de la gran fiesta alemana de la cerveza.