"600 Millas" en la Berlinale
6 de febrero de 2015 El “Operativo Rápido y Furioso”, lanzado por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de Estados Unidos, distribuyó entre 2009 y 2010 armas entre compradores ilegales y traficantes aficionados con el objetivo de rastrearlas en su camino a México. Sin embargo la localización de por lo menos 2 mil armas fue un fracaso. Esto inspiró al cineasta mexicano Gabriel Ripstein a la realización de su primer largometraje, que fue elegido para abrir la sección Panorama de la Berlinale.
Ripstein (Ciudad de México, 1972), reconoce en entrevista con DW que México es un país que provoca con una realidad muy dura. Proveniente de una familia de cineastas, dice sentirse agradecido de su padre, Arturo Ripstein, que “tiene la generosidad de ayudarme cuando lo necesito”. También afirma sentirse privilegiado de tener semejante plataforma en la Berlinale para presentar su primera película. La cinta compite entre 18 películas por el premio a la mejor ópera prima, en donde el también mexicano Fernando Eimbcke ("Lake Tahoe", 2008), será parte del jurado junto con el estadounidense Joshua Oppenheimer y la actriz y modelo franco ucraniana Olga Kurylenko, chica Bond en la película "Quantum de Solace" (2008).
DW: La inspiración para rodar su primera película fue el escándalo en torno al caso “rápido y furioso”, un tema muy candente en México, ¿Por qué este tema?
Gabriel Ripstein: El tráfico de armas es un tema candente, pero me di cuenta de que es poco explorado, sobre todo en el cine. El contexto del operativo “rápido y furioso” me sirve para enmarcar un momento particular en el que la agencia ATF tiene la intención de rastrear esas armas y encontrar el vínculo entre esas armas y el narcotráfico. Una operación ingenua e ineficaz. Muchas de estas armas se pierden en México y la ATF nunca sabe dónde quedan.
Un flujo de armas que no ha parado y que ha disparado la violencia en México…
Sin duda. En México vivimos una ola de violencia en ciertas zonas del país muy asociada al crimen organizado, que tiene el armamento de un ejército y ese armamento viene de Estados Unidos. No me interesaba hacer una denuncia o una película política, sino situar en ese mundo la relación entre dos personajes. Un joven mexicano y un agente de la ATF.
El joven traficante de armas tiene una actitud de desprecio y superioridad por tener armas y dinero, sin embargo luego se convierte en el cazador cazado.
El joven mexicano que está incursionando en el tráfico de armas es un personaje fuera de lugar. Es un chico que, por su juventud, su ingenuidad, por sus ganas de pertenecer y su falta de opciones incluso, está en este mundo y hay una enorme irresponsabilidad. Por más que es un operativo de medio pelo no tiene una gran conciencia de lo que está haciendo.
Una serie de acontecimientos y errores de juicio conforman una especie de bola de nieve….
El motor dramático de la película es una serie de errores que tienen consecuencias. Este joven pasa de ser un operario que está siguiendo instrucciones con efectividad a alguien al que se le voltea el mundo y todo lo que él echó a andar se le devuelve y le cobra la factura.
En contraste se ve un mundo estadounidense que funciona, con un genial actor, Tim Roth, en el personaje de Hank Harris, agente de la ATF. Él se gana la lealtad de este joven que se convierte en traidor de su propia familia.
Es un mundo de traición, en donde la lucha por la supervivencia es brutal. Y eso muchas veces implica la traición dentro de familias. La relación entre estos dos personajes, el agente de la ATF y el joven, está fundamentada en la necesidad de sobrevivir. Me interesó juntar a un tiburón, como es el agente de la ATF, con este niño en una camioneta. A pesar de que es el niño el que tiene la pistola y que tiene al otro bajo amenaza de muerte, quería explorar el proceso en el que se revierte el control.
¿No es el mundo estadounidense el ganador?
No sé si es el ganador, no sé si coincido con eso. Existe una eficiencia y una efectividad estadounidense. Pero es una relación muy compleja.
Pero los que hacen el negocio son los estadounidenses y los que se matan son los mexicanos…
Sin duda, es el contexto que a mí me inquieta y me inspira a hacer esta película. El ejército del crimen organizado tiene la misma capacidad de fuego que el ejército estadounidense y esas armas vienen de allá. Pero es una relación perniciosa entre los dos países. Es una corresponsabilidad en una relación perversa. Estados Unidos es un gran consumidor de drogas que provienen de México, adonde va a dar el dinero y ese dinero regresa a Estados Unidos muchas veces con la compra de armas. Es un círculo complejo y vicioso que no quiero simplificar.
Desde su perspectiva esta situación se ha agudizado y no hay manera de controlarla…
Es una situación muy compleja, donde no hay una solución evidente. La película nunca busca ser aleccionadora ni panfletaria, ni de denuncia política. Es una realidad, que la gente no quiera hablar de ella no quiere decir que no exista.
¿La gente no quiere hablar de eso?
Hay una aversión. Por lo menos en lo que se refiere al cine ha habido muchas películas que hablan del narcotráfico. Hay unas que son paródicas, otras que lo abordan como farsa, otras que se lo toman muy en serio. Pero en cuanto a las armas ha habido un nulo tratamiento. Ese fue el detonante para mí. El tráfico de armas de Estados Unidos a México yo no veo que se controle y es paralelo al narcotráfico. ¿Cómo se detiene el narcotráfico de México a Estados Unidos? Es imposible. Fui con los agentes del ATF en Arizona, con los agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense, ellos lo reconocen, es un problema imposible de controlar. Hacen sus esfuerzos, pero es un monstruo de mil cabezas.
¿Por ser ilegal?
Obvio, es un gran negocio. La gente habla de la legalización de las drogas, quizás sea una opción. Pero en lo que se refiere al tráfico de armas, ellos mismos lo decían, de cada diez vehículos que pasa de Estados Unidos a México uno trae armas y no lo pueden detener. No hay recursos suficientes para hacer una revisión absoluta. Antes del “Operativo Rápido y Furioso” nunca se revisaba a un auto que pasaba de Estados Unidos a México. Podía uno llevar lo que uno quisiera. Hasta que fue revelado el operativo y su fracaso, se empieza a controlar más. En la frontera de Arizona, revisan al salir de Estados Unidos, no sólo al entrar.
¿Quiénes revisan?
La Patrulla Fronteriza.
¿No las autoridades mexicanas?
Hacen un esfuerzo muy ineficiente, esa es la realidad. No tienen los recursos que tienen las autoridades del lado estadounidense donde los coches pasan por una máquina de rayos X, en México no hay eso. Es una revisión con un porcentaje de fracaso altísimo. Esa es la realidad que vivimos.
¿En qué momento se encuentra el cine mexicano?
El cine mexicano está viviendo un momento fantástico, con un nivel de producción como no se ha registrado en mucho tiempo, gracias a los fondos de inversión estatales, y a la iniciativa privada que se da cuenta de que hay una demanda y un mercado. No sólo es la cantidad, sino la calidad. Invariablemente, en cada festival relevante está la presencia del cine mexicano. Me encanta ser parte de esa ola.