La comunidad mundial de personas discapacitadas es una auténtica multitud silenciosa: según calcula la Organización de las Naciones Unidas, son 650 millones; es decir, seis veces la población entera de países como México. Pero aún en nuestros días, se trata de un sector del cual se habla poco, sobre todo en proporción a su gran volumen.

Sector vulnerable

El silencio se da tanto en el ámbito de los medios de comunicación como en el gubernamental: actualmente, menos de 50 países cuentan con legislaciones específicas para proteger a las personas discapacitadas.

Buena parte de este vacío podría llenarse si la comunidad internacional adopta la Convención para la Protección de los Derechos de las Personas Discapacitadas, que fue puesta a consideración para su firma este fin de semana.

Si el documento es ratificado por 20 países en sus respectivos congresos, tendrá carácter vinculante (jurídicamente obligatorio) para quienes lo suscriban en tales términos.

El proceso aún está lejos de culminar, pues el proceso de aprobación local suele estancarse, a veces durante años. Pero la meta parece valer la pena: cuando la convención tenga valor jurídico, los discapacitados cobrarán una visibilidad social notable, y sobre todo, contarán con una poderosa arma jurídica para defender y ver concretados sus derechos.

Iniciativa con sabor latinoamericano

En principio, parece haber gran consenso sobre la necesidad de reconocer los derechos de los discapacitados. En una sola jornada, la de la firma, 80 naciones se sumaron de manera abierta a este esfuerzo.

La iniciativa tiene un fuerte sabor latinoamericano: uno de sus principales promotores fue México, según dijo la Alta Comisaria de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour.

Asimismo, en la ceremonia correspondiente intervinieron el vicepresidente de Ecuador, Lenin Moreno, y el embajador de México ante la ONU, Juan Manuel Gómez Robledo, así como Mauricio González Gutiérrez, estudiante nicaragüense de leyes que nació con paralisis cerebral.

Éste dijo que la convención "permitirá que el mundo se dé cuenta de que existimos, y de que podemos tomar papel activo en la sociedad". Luego fue a la cuestión fundamental: "La discapacidad no debe ser vista como un problema de salud pública, sino como un asunto de derechos, igualdad e inclusión", apuntó.

Excepciones

Pese a este aparente consenso, el reconocimiento de los derechos de los discapacitados no está exento de obstáculos. Estados Unidos, el único país que no ha firmado la Convención de los Derechos del Niño (por citar un ejemplo), se negó siquiera a firmar la convención a favor de los discapacitados. Rusia también se negó a "conceder" su firma.

No obstante, los países de la Unión Europea firmaron la convención de manera comunitaria. Es la primera vez en que el bloque firma un documento de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos con tal unanimidad. Por ello, representantes de la ONU no dudaron en calificar a la firma de la convención por 80 países como un "momento histórico".

Algo parece fuera de toda discusión: 650 millones de personas no pueder pasar desapercibidas. No más.