Aída Quilcué lidera las luchas de su comunidad por mandato colectivo. No ha estado exenta de sacrificios, pero cree que solo movilizándose los indígenas lograrán que se respete a la Madre Tierra como sujeto de derechos.
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Aída Quilcué, líder indígena del suroccidente de Colombia, no cree que la fuerza pública de su país pueda velar por su seguridad. "Ella y los distintos grupos armados representan el mismo riesgo para las comunidades indígenas, no solo para mí, pues cada vez que entra a los territorios nos pone en riesgo porque empieza a haber confrontaciones con otros grupos”, cuenta a DW Quilcué.
La histórica dirigenta es conocida en su país por haber estado, entre 2003 y 2009, al frente del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Desde ese cargo, Aída Quilcué encabezó, en 2008, la minga que llevó a miles de indígenas hasta la capital, para lhacer llegar su protesta hasta el presidente, en aquel entonces, Álvaro Uribe. En octubre de 2020, se unió también a la marcha por la democracia y la paz en el país.
"Fuimos porque, en el Cauca, nos están matando. El año 2020 lo cerramos con 96 líderes indígenas, afros y campesinos asesinados”, subraya. A pesar del peligro, Aída cree que si no se movilizaran, los ojos de la capital jamás se dirigirían hacia los territorios.
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Antes que nada, sujetos colectivos
"No lideré la minga porque yo quise, sino por mandato del CRIC, como lo han hecho consejeros y consejeras antes de mí”, explica Quilcué.
"Crecí viendo cómo el Ejército ultrajaba mujeres y asesinaba hombres”, consta en su perfil, como defensora de los derechos indígenas, que se incluye en la página de la organización Cajar (Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo).
Cajar se encargó del caso de Aída: en diciembre de 2008, su esposo fue asesinado; en septiembre de 2011, un juzgado de Popayán condenaba a 40 años de prisión a seis miembros del Ejército Nacional involucrados en el homicidio de Edwin Legarda, esposo de Aída Quilcué. Su hija también sufrió un atentado.
Hay que recordar que la Constitución de 1991 reconoce a las comunidades indígenas territorios y el derecho a tener un sistema legal basado en sus propios usos y costumbres. En esa medida, Aída Quilcué -blanco de múltiples amenazas- tiene la posibilidad de no permitir que la proteja la fuerza pública colombiana, sino la Guardia Indígena, un organismo ancestral de asistencia humanitaria y resistencia civil.
"En principio, soy indígena”, enfatiza Aída. "Los indígenas tenemos una característica importante: somos sujetos colectivos, nos formamos en procesos comunitarios. Desde que estamos en la barriga y nacemos trabajamos la tierra acompañando a los papás”, agrega.
Los derechos de la Tierra
Pero, entre el conflicto armado, el narcotráfico, diversos intereses económicos en esos territorios y las falencias del Estado, las comunidades indígenas temen por su supervivencia física y cultural.
Y si bien Aída es del pueblo nasa, sus reivindicaciones son compartidas por otras comunidades ancestrales que no se dividen necesariamente por las fronteras estatales. "En Ecuador, Chile, Brasil y Perú, los puntos son los mismos: el derecho a la tierra, a la vida, a la educación”, comenta, apuntando también a la preocupación común por el calentamiento global.
"Nos tratan de terroristas, porque queremos fortalecer la vida de los pueblos y los derechos de la Madre Tierra y de los seres que habitan en el territorio”, explica. En su opinión, a la justicia social se llega abandonando el desmedido imaginario de la Tierra como un objeto. "Para nosotros, es sujeto de derechos. Solo si se la protege podemos vivir de una manera justa en armonía con nosotros mismos y la naturaleza”, concluye.
(ers)
Defensa del territorio
El fotoperiodista mexicano Heriberto Paredes Coronel lleva diez años documentando la resistencia de la comunidad indígena nahua de Santa María Ostula, que libra una lucha constante por la defensa de sus territorios.
Imagen: DW/E. Usi
¿Por qué vivimos en el paraíso?
El fotoperiodista mexicano Heriberto Paredes retrató a la comunidad nahua de Santa María Ostula, en Michoacán. Se encuentra en la zona costera del Pacífico mexicano, y es posiblemente una de las regiones más ricas en recursos naturales de la entidad. La comunidad lleva décadas en pie de lucha por la defensa de sus territorios, de unas 1.250 hectáreas,
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Defensa del territorio
Apolinar Santos sostiene la fotografía de su hijo asesinado, Teódulo Santos, uno de los mayores impulsores de la lucha por la recuperación de tierras. El maestro de primaria fue secuestrado y asesinado en 2012. Fue una época de terror y muerte para la comunidad, muchos de sus pobladores decidieron huir, pero se reorganizaron y volvieron en 2014.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Violencia en México
México es considerado uno de los países más violentos del mundo y símbolo de ello es esta cacha de pistola, en donde se ve el emblema nacional, él águila y la serpiente. Los pobladores de Santa María Ostula han vivido años de violencia acosados por fuertes intereses que buscan despojarlos de sus tierras, entre ellos, proyectos extractivos, crimen organizado y políticos corruptos.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Guardia comunal
Santa María Ostula conformó su guardia comunal en 2009, sustentándose en el acuerdo 169 de la OIT, que otorga a las comunidades indígenas el derecho a establecer sus propios mecanismos de seguridad. La guardia comunal fue fracturada por el poderoso cártel de los Caballeros Templarios, pero se reorganizó con la ayuda de grupos de autodefensa de comunidades vecinas y recuperó el control en 2014.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Unidos somos más fuertes
En 2015, un gran movimiento de autodefensas, policías y guardias comunales logró en meses lo que nunca había podido la policía municipal en décadas: erradicar la violencia y dotar a la población de una certidumbre de seguridad. Para los pobladores la defensa del territorio supone preservar su identidad y su medio de subsistencia, que es la agricultura.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Bloqueo de vías
Una de las estrategias de la comunidad para defender su territorio es el bloqueo de la carretera federal 200 que serpentea por la costa del Pacífico mexicano y cruza la comunidad. Se trata del paso de millones de camiones de carga entre el puerto de Manzanillo, Colima, y el más importante del país, el puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Las mujeres de Ostula
A principios de 2015 hubo un proceso de reparto agrario, un largo anhelo de la comunidad tras la lucha por la recuperación de la tierra. Las mujeres lideraron el proceso que culminó con la asignación de tierras a 52 familias. Cada una recibió 2 hectáreas. Las primeras 25 representantes fueron mujeres que prometieron cultivar la tierra y no enajenarla, rentarla o venderla.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Socorro, siempre con una sonrisa
Socorro es ejemplo de las mujeres que han permanecido firmes en la lucha. Ha asumido importantes cargos en la organización de la comunidad. "El día que le tomé esta fotografía me dijo: 'Compañero, cómo ve, a ver si nos ayuda a traer materiales para empezar a discutir la autonomía en la comunidad, para que no se pierda la idea'", recuerda el fotógrafo Heriberto Paredes.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Yolanda, hermana de Teódulo
Yolanda y su familia resistieron el asesinato de su hermano Teódulo y las amenazas de los Caballeros Templarios. Les arrebataron las cabañas turísticas y un restaurante que era su fuente de ingresos. Pero ella sigue en la comunidad. Se levanta temprano y ahora atiende un restaurante recuperado. Cuando es temporada, pesca gardumos, pequeños peces que salen del mar en la boca del río Ostula.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Fiesta de quince años
Sara es hija de Teódulo, el maestro que enarboló la lucha por la recuperación del territorio y fue asesinado por los Caballeros Templarios. En esta imagen, cuando cumplió quince años, sus amigas le ayudaron en la celebración de la fiesta. Ahora Sara ya tiene 18 y quiere estudiar, pero no quiere irse de su comunidad.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Cosmovisión
La asignación de cargos religiosos al interior de la comunidad es una tradición que se guarda con celo. Las celebraciones religiosas son una mezcla de tradiciones de más de 500 años de antigüedad y conforman cantos y bailes en los que participan distintas comunidades de la región.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
El xayacate, el guerrero
El xayacate es el guerrero que lucha por que la comunidad se mantenga unida y fuerte para enfrentar cualquier desafío. La comunidad que habita el amplio territorio de Ostula ha ido construyendo una cosmogonía que difiere de la visión entre bien y mal de Occidente. Los xayacates, o indios rebeldes no aceptan la dicotomía entre lo bueno y lo malo y luchan contra esa simplista visión.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Papel de los xayacates
Los xayacates juegan un papel importante en el concepto de Justicia de la comunidad que no está basado únicamente en el bien y el mal. Esto hace posible una reconciliación en la comunidad entre aquellos que fueron víctimas de los Caballeros Templarios y aquellos que colaboraron con el sanguinario cártel. En la imagen, niños vestidos de xayacates, lanzando limones.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Sueño del paraíso
El fotógrafo alude con esta imagen a un sueño que tuvo Yolanda, una pobladora de Santa María Ostula. "Bajé siguiendo el río Ostula, cientos de palmeras me precedieron y antes de llegar al mar en donde el agua dulce se confundía con la salada, vi pelícanos y garzas que cruzaban el aire". Heriberto Paredes invitó a visitar la región que ahora goza de paz y tranquilidad.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Tierra fértil
Luis es un joven campesino que tiene la inquietud de estudiar. Los jóvenes son necesarios en la comunidad, cuya economía está basada en la agricultura. Produce toneladas de papaya, tamarindo, jamaica, ajonjolí, melón, tomates, maíz, cocos. Incluso en los años de violencia, las familias siguieron cultivando sus parcelas. Se sienten bendecidos por tener el río Ostula y tierras fértiles.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
El legado de Zapata
El México indígena ha vivido los últimos 100 años con el legado de Emiliano Zapata: "Es mejor morir de pie que vivir de rodillas". La comunidad de Ostula vive en un territorio inmenso con sierra y costa, y lo ha defendido exitosamente de poderosas organizaciones criminales, de intereses políticos, y sin abandonar sus propias tradiciones. Un ejemplo a seguir para otras comunidades indígenas.
Imagen: Heriberto Paredes Coronel
Ostula es un lugar muy tranquilo
El fotoperiodista Heriberto Paredes afirma que pese a todo lo que se dice de Michoacán, Ostula es un lugar muy tranquilo gracias al control de la comunidad sobre su territorio. En la comunidad nahua se habla náhuatl, una de las lenguas indígenas más habladas en México. En Santa María Ostula las escuelas son bilingues, lo que está ayudando a que se recupere la lengua.