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Aún no es tarde para salvar los progresos en Afganistán

Masood Saifullah
13 de agosto de 2021

La comunidad internacional debe seguir acompañando al pueblo afgano para preservar el frágil avance logrado. Urge seguir el proceso de paz, y la responsabilidad es de todos, también de la OTAN, dice Masood Saifullah.

Una madre con sus hijos que perdieron a su padre luchando contra los talibanes, desplazados de Baghlan, ahora en una tienda en Kabul.
Una madre con sus hijos que perdieron a su padre asesinado por talibanes, desplazados de Baghlan, ahora en una tienda en Kabul. Imagen: Paula Bronstein/Getty Images

Las noticias procedentes de Afganistán ofrecen un panorama trágico de las acciones de los talibanes, una situación que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, incluida Alemania, vivieron durante sus 20 años de presencia militar en ese país, en la que gastaron miles de millones.

La violencia talibán ha dejado víctimas civiles y desplazamientos. Sólo en los últimos días, al menos tres capitales de provincia han caído en sus manos. Partes de Kunduz quedaron en llamas después de que los talibanes se tomaran la ciudad a fuego abierto. Las instalaciones gubernamentales fueron saqueadas mientras los habitantes intentaban huir a otras partes de Afganistán en busca de refugio.

Las escenas en muchas otras provincias afganas no son diferentes. Los talibanes han aprovechado el vacío creado por la retirada de las fuerzas internacionales para invadir más de la mitad de los distritos afganos y sitiar la mayoría de las ciudades. Cualquier afgano que pueda permitirse abandonar el país ha huido o está buscando seguridad en un país vecino.

¿Cómo se llegó a esto?

La actual situación de Afganistán no es una sorpresa para muchos, y menos aún para aquellos/as afganos/as que continuamente han instado a Estados Unidos y a sus aliados de la OTAN a no abandonar el país del sudeste asiático. Los llamamientos de las mujeres afganas, los activistas de la sociedad civil y los jóvenes afganos para que se crearan mecanismos que permitieran a los talibanes rendir cuentas tras las negociaciones con Estados Unidos fueron ignorados.

El gobierno afgano, por su parte, estaba ocupado con desavenencias políticas internas y, por tanto, era incapaz de controlar la situación. La gota que colmó la copa fue el anuncio del presidente estadounidense. Joe Biden. de la retirada incondicional de sus tropas de Afganistán para septiembre de este año.

Para los combatientes talibanes -que resistieron a las fuerzas armadas estadounidenses y al gobierno afgano durante casi dos décadas- esa fue una buena noticia. El grupo podría finalmente llevar a cabo su guerra contra las fuerzas de seguridad afganas, que ya no contaban con el apoyo aéreo y de vigilancia de Estados Unidos y la OTAN.

Además, el anuncio de la retirada -combinado con un alto nivel de corrupción en el gobierno afgano- había bajado la moral de las fuerzas afganas, que entonces no vieron ninguna razón para arriesgar sus vidas interponiéndose en las ofensivas de los talibanes.

Todos tenemos una parte de la responsabilidad

Tras ser derrocados del gobierno por las tropas estadounidenses, con la ayuda de los aliados de la OTAN y los líderes regionales, los talibanes no tardaron en resurgir. Entonces iniciaron una guerra, no solo contra Estados Unidos y sus aliados, sino también contra los afganos que trabajaban para el gobierno, o que simplemente vivían en las grandes ciudades.

A los ojos de los talibanes, todos los que apoyan al gobierno y la presencia de la OTAN en Afganistán son enemigos. El grupo considera que los derechos democráticos básicos, como el voto, son un delito, y se opone fundamentalmente a que las mujeres trabajen en el gobierno o en organizaciones humanitarias.

Masood Saifullah, corresponsal de DW en AfganistánImagen: Privat

Afganistán ha progresado en las dos últimas décadas, con millones de niñas y niños que van a la escuela, y miles de hombres y mujeres que cursan estudios superiores. Pero estos avances son extremadamente frágiles. A medida que conquistan más provincias, los talibanes podrían cerrar las escuelas de niñas y ordenar a las mujeres que se queden en casa. Los informes sugieren que el grupo ya está aplicando su dura interpretación del islam en los distritos y ciudades recién capturados.

Por lo tanto, es importante actuar ahora y crear mecanismos que responsabilicen a los talibanes de sus acciones presentes y futuras.

¿Qué es necesario hacer ahora?

Todavía no es demasiado tarde para que Estados Unidos y sus aliados occidentales, incluida Alemania, tomen medidas concretas y controlen los daños. Aunque el regreso de tropas a Afganistán se descarta -por ahora- en Occidente, debido a la política interna, EE. UU. y Europa podrían utilizar su influencia sobre Pakistán para presionar a los talibanes a un alto el fuego inmediato, al tiempo que proporcionan al gobierno afgano recursos para ayudar a los afganos desplazados por la nueva ofesiva violenta. Eso es lo que deberían hacer.

Una vez acordado un alto el fuego, todos los esfuerzos diplomáticos deben ser orientados a continuar con el proceso de paz afgano hasta que este llegue a buen puerto. La comunidad internacional también debe exigir a los talibanes que definan su postura sobre las elecciones y los derechos de las mujeres.

Es importante exigir que asuman responsabilidad tanto a los talibanes como al gobierno afgano, y garantizar que los civiles no paguen el precio de una guerra que no han provocado. Si no se toman estas medidas, la guerra civil de Afganistán se convertirá pronto en otra tragedia humana, en la que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, incluida Alemania, tienen cierta responsabilidad.

(jov/cp)

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