A 20 años del 11S: militantes islamistas en Alemania
30 de agosto de 2021Sven Kurenbach todavía recuerda muy bien el día en que las imágenes del derrumbe de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York fueron emitidas por canales de televisión de todo el mundo. También recuerda el minuto de silencio de la Policía de Berlín, al que muchos se unieron de manera espontánea. Cuando los terroristas islámicos convirtieron, el 9 de septiembre de 2001 , un avión de pasajeros en un arma y asesinaron a más de 3.000 personas, Kurenbach aún era director de Inspección de las unidades especiales de la Policía de Berlín. Hoy es investigador jefe especializado en yihadismo.
El terrorismo islámico todavía no era un concepto usual entre las autoridades alemanas en ese momento, contó Kurenbach en retrospectiva en un evento reciente del Servicios de Medios para la Integración en Berlín. En ese entonces solo había una docena de funcionarios en el área de protección estatal que se ocupaban del tema. Desde 2019, el experto dirige el nuevo departamento "Terrorismo/Extremismo de Motivación Islamista” en la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA, por sus siglas en alemán). Cerca de 500 expertos en criminalística, científicos, traductores y analistas investigan allí sobre islamistas, y observan a sujetos sospechosos y peligrosos para evitar atentados.
Afganistán, ¿un emirato del terrorismo?
Kurenbach está preocupado porque, dos décadas después de los atentados del 9 de septiembre de 2001, la bandera talibán vuelve a flamear sobre Kabul y muchos lugares de Afganistán. "Mi temor es que los talibanes toleren ahora a diferentes organizaciones terroristas en su territorio, y que otra vez haya campos de entrenamiento de terroristas”, dijo a DW. "Eso siempre fue así, en especial en la región fronteriza entre Afganistán y Pakistán”. Kurenbach menciona a organizaciones que ya no ocupan los titulares, pero cuyos nombres tiene una referencia a Alemania, como el Muyahidín Talibán Alemán (Deutsche Taliban Mudschahidin). "Ya en ese momento grababan videos de propaganda en zonas donde los talibanes tenían más o menos el mando en Afganistán”, explica.
Actualmente, Kerstin Eppert ya observa que los acontecimientos en Afganistán están siendo utilizados con fines de propaganda por distintos grupos, también en Alemania. La entrada de los talibanes en Kabul, según la experta en terrorismo de Bielefeld, es "un regalo para ese movimiento en Alemania”. Luego de la caída de la organización terrorista Estado Islámico (EI), ahora se cuenta otra vez con material que puede vincularse a la narrativa de la "victoria del islam”.
Más de 1.000 "personas peligrosas" y "personas relevantes”
A la fecha, el número de las llamadas "personas peligrosas” (Gefährder) en Alemania en el terreno del terrorismo islámico asciende a 554, según la BKA. De ellas, 90 están en prisión y 136 viven en países fuera de Europa, como e la provincia siria de Idlib, el bastión rebelde en el norte del país. El término "persona peligrosa”, algo vago, describe a personas que podrían llevar a cabo "delitos motivados políticamente de alta relevancia”.
A ellos se suman otras 527 "personas relevantes”, del círculo de personas peligrosas, de quienes las autoridades sospechan que pueden prestar ayuda logística o de otro tipo en atentados terroristas.
Según esas cifras, el número de "personas peligrosas” islamistas en Alemania disminuyó cerca de un 25 por ciento en comparación con diciembre de 2019. En ese momento, el Gobierno alemán todavía hablaba de 679 personas peligrosas por motivos religiosos.
La influencia de la "Guerra contra el terrorismo"
El experto en el islam Michael Kiefer confirma que desde el fracaso del EI en Siria, las fuerzas militantes fueron dejadas atrás, con un resurgimiento de las redes islamistas clásicas. Pero Kiefer subraya que el tema seguirá ocupando a Alemania.
También los informes de la Oficina de Protección de la Constitución lo demuestran. A diferencia de hace 20 años, el tema de la radicalización islámica tiene su propio capítulo en el más reciente informe del organismo, de cerca de 70 páginas.
El aumento de corrientes islamistas en todo el mundo, y también en Alemania, tiene que ver con la forma en que se llevó a cabo hace dos décadas la llamada "Guerra contra el terrorismo”. El ataque contra Irak, ilegal desde el punto de vista del derecho internacional, la reintroducción de la tortura bajo el concepto eufemístico de "técnicas de interrogación ampliadas” (Enhanced Interrogation Techniques), el encarcelamiento de personas durante décadas sin haber sido juzgadas, como en la base estadounidense de Guantánamo, la intrusión masiva de empresas privadas de seguridad, así como la retórica de "cruzada” del entonces presidente George W. Bush, todo eso jugó un papel en la propaganda islamista, "para seguir desarrollando una narrativa de victimización”, sostiene Michael Kiefer. Con eso se pudo justificar el terrorismo como guerra de defensa.
"Podemos decir que los métodos extrajudiciales en la 'Guerra contra el terrorismo' tuvieron un efecto movilizador en los grupos salafistas y yihadistas", dijo a DW Julian Junk, de la Fundación Investigación de la Paz y el Conflicto (HSFK), de Hesse. "Estas experiencias de injusticia pueden contribuir a los procesos de radicalización, que, sin embargo, rara vez son monocausales".
Internet, propaganda y prevención
Pero también otros factores jugaron un papel en los últimos 20 años, aclara Junk. "Hoy tenemos drones, algoritmos en internet, la posibilidad de encriptar mensajes y organizarse rápidamente a nivel internacional, o intercambiar informaciones y exportar ideas. Todo eso contribuye a una sensación de que hay más movilización para el terrorismo, y, al mismo tiempo, el miedo a ese fenómeno crece”. Al mismo tiempo, esas nuevas tecnologías también abren otros espacios a la investigación policial y a la prevención contra el terrorismo, subraya.
En cuanto a prevención, más de 1.000 alemanes viajaron después de 2014 al territorio del califato terrorista para unirse al llamado Estado Islámico (Daesh). Entonces el gobierno y los estados alemanes invirtieron mucho dinero en programas de prevención. Kiefer habla de más de 100 millones de euros por año, en especial, contra el salafismo, una interpretación especialmente conservadora del islam que ofrece una base ideológica para militantes yihadistas. En especial los salafistas se erigen como únicos representantes de la verdadera fe musulmana, despreciando a los demás. En esos extremos de pensamiento "en blanco o negro”, el enemigo es demonizado y se lo despoja de humanidad. Una característica que comparten los islamistas radicales con los extremistas de derecha.
(cp/ers)