A 45 años del “pequeño paso” de Neil Armstrong
20 de julio de 2014 La misión estuvo a punto de fracasar, pero finalmente el 21 de julio de 1969 entró en los anales de la historia como el primer día en que el ser humano, al menos uno, pisó la Luna. El protagonista fue Neil Armstrong y la huella de su bota en el suelo polvoriento, la imagen que quedaría para la posteridad, marcada a fuego en la memoria colectiva de la humanidad.
Armstrong incluso consiguió pronunciar una frase memorable, que ya es un clásico: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Horas antes, aún en el día 20 según el horario internacional, él y Buzz Aldrin había aterrizado en el satélite de la Tierra. A unos 400.000 kilómetros de distancia, medio millón de personas seguían y celebraban la misión en vivo a través de la televisión, lo que convirtió la llegada a la Luna también en el primer evento televisado global.
Mucha gente recuerda aún qué estaba haciendo ese glorioso día. En medio de la Guerra Fría, Estados Unidos había conseguido vencer a su archienemiga, la Unión Soviética, y ser el primero en llegar al satélite natural. Claro, la URSS había dado el primer gran golpe con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik. Eran tiempos donde la disputa por la hegemonía entre las superpotencias también se libraba en el espacio.
Marte, el nuevo objetivo
A casi medio siglo de aquella fecha, el mundo y la investigación espacial han cambiado por completo. La Guerra Fría se acabó y Estados Unidos y Rusia trabajan juntos en la exploración del espacio, con proyectos como la Estación Espacial Internacional (ISS), aunque con algunas limitaciones ahora por la crisis en Ucrania.
Armstrong, quien siempre mantuvo una actitud humilde y reservada, de un “ingeniero trabajador como él se describía, murió en 2012 a los 82 años después de una operación de corazón. Su compañero Buzz Aldrin, que pisó la Luna después que él, y Michael Collins, que mientras tanto orbitaba alrededor del satélite en la cápsula “Apollo 11”, cumplirán 85 años el año que viene y están jubilados desde hace tiempo.
Por lo demás, hasta 1972 otros diez astronautas siguieron los pasos de Armstrong y Aldrin, pero la Luna ya no es ninguna prioridad como entonces. Debido a los recortes de presupuesto, la NASA no tiene previsto por ahora más misiones al satélite y, en cambio, ha cobrado más relevancia Marte.
Con el eslogan “el próximo gran salto de Estados Unidos”, la agencia espacial promociona su objetivo de hacer llegar al ser humano en la década de 2030 al Planeta Rojo. Los desafíos son mucho mayores que con la Luna: en su posición más cercana, Marte está a unos 56 millones de kilómetros de la Tierra, que hacen parecer a los 400.000 de la Luna como un paseo a la vuelta de casa. Y la tecnología necesaria para hacer realidad esa misión todavía no está a punto.
Una “magnífica desolación”
Falta mucho tiempo aún para que los humanos dejen las huellas de sus zapatos en suelo marciano. La NASA lo sabe y por eso celebra el actual aniversario del alunizaje con diversos actos, debates y con el bautizo de un edificio del Kennedy Space Center de Florida con el nombre de Armstrong.
También se recuerdan todas las historias relacionadas con aquella aventura: cómo estuvo a punto de fracasar el aterrizaje porque las computadoras de a bordo estaban sobrecargadas y cómo finalmente el módulo lunar “Eagle” (Águila) consiguió bajar. “Houston, aquí Base Tranquilidad. El Águila ha aterrizado”, informó Armstrong al centro de control de vuelo en Texas. “Aquí hay un montón de gente a punto de ponerse azul. Ya respiramos de nuevo”, fue la respuesta.
Armstrong y Aldrin estuvieron unas dos horas y media sobre la superficie lunar, que Aldrin describió como una “magnífica desolación”. Los dos tomaron pruebas del suelo y Armstrong hizo fotos de Aldrin. Y dejaron plantada una bandera estadounidense junto a sus históricas pisadas.