A 70 años de la tragedia de Dresde
13 de febrero de 2015 Hace 70 años, la Segunda Guerra Mundial, iniciada por Alemania, causaba ya estragos desde hacía tiempo en su propio territorio. Pforzheim, Würzburg, Heilbronn, Kassel, Hamburgo, Colonia... varias ciudades habían sido sistemáticamente destruidas por los bombardeos. En la tarde del 13 de febrero, martes de carnaval, comenzaron los ataques aéreos sobre Dresde, y 800 bombarderos estadounidenses y británicos dejaron la ciudad en ruinas. ¿Cuántas personas perdieron la vida como consecuencia de los ataques y de los incendios? Los nazis hablaron de más de 200.000 muertos y una comisión histórica determinó que la cifra era de entre 18.000 y 25.000. El profesor Dietmar Süß enseña Historia Moderna en la Universidad de Augsburgo y publicó un libro titulado “Tod aus der Luft. Kriegsgesellschaft und Luftkrieg in Deutschland und England“ (“Muerte desde el cielo. Sociedad y guerra aérea en Alemania e Inglaterra”).
¿Por qué británicos y estadounidenses dejaron Dresde en el suelo?
Dietmar Süß: Ese ataque sobre Dresde forma parte de una serie de planificaciones estratégicas que tenían los aliados al final de la guerra. Ellos contaban con un desenlace más rápido que les causara costos menores. Y el bombardeo de ciudades alemanas como parte del apoyo a las tropas aliadas que avanzaban sobre el terreno tenía un importante rol en esa planificación.
¿Eso significa que era militarmente necesario desde el punto de vista aliado?
Para los aliados jugaba un rol central para el avance de los frentes y de las tropas.
¿Vale esto también para los bombardeos de saturación y la aceptación de numerosas víctimas civiles?
Sobre la importancia y el uso de los bombardeos de saturación hubo muchas discusiones internas, debido especialmente al argumento de los estadounidenses, quienes decían que atacar las ciudades no ayudaría a poner término a la guerra, sino que había que concentrarse en bombardeos estratégicos contra la industria y nudos viales.
¿Cómo justificaron en términos éticos esos ataques contra ciudades?
En esta fase, los debates sobre las cuestiones morales de la guerra aérea básicamente no jugaron ningún rol en los estados mayores. A nivel público, los británicos hablaban bastante del sentido de estos ataques, y a medida que avanzaba la guerra aumentaba también el apoyo a seguir atacando las ciudades alemanas. Pero estos debates morales eran algo bastante menor, especialmente en el campo de la estrategia militar. También hubo voces que se opusieron a los ataques aéreos, especialmente en la iglesia anglicana. El ejemplo más conocido es el obispo George Bell, quien siempre se manifestó contra los bombardeos de saturación. Especialmente en el mundo de las religiones hubo voces que manifestaron sus reservas, pese a que había un consenso generalizado de que la única forma posible de derrotar a Alemania era mediante el tipo de guerra que se estaba practicando.
Muchas ciudades fueron destruidas. ¿Por qué Dresde adquirió esta condición de símbolo?
Esto solo puede explicarse debido a que los nacionalsocialistas usaron Dresde como foco de su propaganda, mostrando la sed de sangre y venganza de los aliados. Tiene que ver también el que Joseph Goebbels desde el comienzo aumentara el número de víctimas con un cero, es decir que el total no era de 25.000, sino de 250.000, es decir una cantidad inimaginable e injustificable especialmente a nivel internacional.
Sobre ese número de víctimas ya se discutía incluso a comienzos de 1945. ¿Qué papel jugó la guerra aérea en el debate político de la posguerra?
Jugó un rol más grande del que nosotros le atribuimos. Durante mucho tiempo se dijo que la guerra aérea era un tabú en la historia alemana, un tabú sobre el que los alemanes preferían no hablar.
¿Y lo era?
De ninguna manera. No lo fue ni en 1944/1945 ni en los 50, cuando la guerra aérea era recordada de distinta manera en las tradiciones locales, regionales y urbanas. Y tampoco lo era en los 60, especialmente después de la publicación del libro de David Irving sobre Dresde y el debate generado con respecto al número de víctimas, que tomó un nuevo impulso.
Brevemente. David Irving es el historiador británico que niega el Holocausto, que dijo que los líderes de las SS Reinhard Heydrich y Heinrich Himmler habían llevado adelante los crímenes sin el consentimiento de Adolf Hitler y que en Auschwitz no había cámaras de gas.
Él fue uno de los primeros británicos, o más bien uno de los primeros historiadores, que escribió un libro de grandes dimensiones sobre la guerra aérea. Y en conjunto con ese libro se dio el debate sobre el número de víctimas, debate que muchas veces fue un intento del lado alemán para distraer de la culpa por los crímenes del Tercer Reich y presentarse como víctima.
En 1992 se inauguró en Londres un monumento en honor del mariscal del aire Arthur Harris, uno de los principales responsables de los bombardeos de saturación. Eso por un lado. Por otro, este jueves 12 de febrero el duque de Kent recibió la medalla de honor de Dresde de manos de la alcaldesa. También la casa real donó dinero para la reconstrucción de la Iglesia de Nuestra Señora de la ciudad. ¿Cómo se discute el tema de la guerra aérea en Gran Bretaña?
De forma mucho más controvertida de lo que podríamos creer. Por ejemplo, la inauguración del monumento a Harris fue muy controvertida. Esto, pues en Gran Bretaña el debate sobre la necesidad y la legitimación ética de los bombardeos de saturación resurgió con fuerza en los 90, en el contexto de la guerra del Golfo. Y ha estado presente desde la posguerra, cuando hubo distintas iniciativas, como la hermandad entre Coventry y Dresde, que intentaron dar una lectura alternativa a la guerra aérea e impulsaron la reconciliación. Dresde se convirtió en una suerte de parábola de la paz y la reconciliación, desde cuyas ruinas una nueva comunidad internacional debe construirse, sobre la base de las experiencias de la Segunda Guerra Mundial.