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A integrarse, por las buenas o por las malas

Mirra Banchón6 de abril de 2006

"El tiempo de la indiferencia ha pasado" y la clase política alemana se dispone a agarrar por los cuernos el toro de la integración. Diversos investigadores proponen, más bien, algo bastante menos drástico.

O se integran, o se vanImagen: BilderBox

Debido al grito de auxilio lanzado en Rütli parecería que el velo que cubría la situación de los extranjeros en las escuelas y el mismísimo sistema escolar ha acabado por caer. Ahora están a la orden del día las propuestas para paliar el problema. Integración es la palabra.

El "plan de acción nacional"

Con un "plan de acción nacional", el Gobierno alemán pretende deshacer los entuertos y corregir las faltas que por error u omisión se han cometido hasta el momento. En este sentido, la encargada federal de Migración, Maria Böhmer, anuncia que "el tiempo de la indiferencia y de mirar para otro lado ha pasado definitivamente".

Sin embargo, un credo más que una propuesta fue lo que expuso Böhmer en el Parlamento: todo niño en edad escolar debe dominar el idioma alemán como para seguir la clase; y para controlar que así sea debe introducirse exámenes de idioma. Además, que una escuela de Berlín haya implementado una prohibición de hablar cualquier otra cosa que no sea alemán en el recreo le pareció altamente encomiable.

Maria Böhmer, encargada de la IntegraciónImagen: picture-alliance / dpa/dpaweb

Por otro lado, contrariamente a lo que aconsejan expertos provenientes del ámbito de la investigación sociológica, pedagógica y criminológica, una reforma del sistema escolar -en el sentido de no dividir a los alumnos en diferentes clases de planteles- no le parece adecuada a la especialista en migración.

Para integrar se necesitan medios

Aunque el ministro de Interiores, Wolfgang Schäuble, declaró que no faltarán los medios para los cursos de integración -cuyo presupuesto fue recortado entre 2005 y 2006 de 200 a 141 millones-, lo que plantean sus correligionarios de la conservadora Unión CDU/CSU suena a muchas de cal y pocas de arena: medidas coercitivas para aquellos extranjeros que no quieran integrarse que llegarían hasta la negación de un permiso de estadía. Aduciendo, cada vez con mayor frecuencia, que la multiculturalidad es una ilusión, muchos políticos exigen la imposición de medidas que aseguren que los extranjeros se van a comportar, básicamente, como alemanes.

No sólo Alemania

Test de "alemanidad"Imagen: picture-alliance/ dpa/dpaweb

Un estudio publicado por la televisora estatal alemana revela que el asunto de la fallida integración de extranjeros que se manifiesta, por ejemplo, en el nivel de violencia en las escuelas no es privativo de Alemania; otros de sus socios europeos lo comparten. Pero el consuelo que podría representar que esto sea mal de muchos no acaba de surtir efecto, pues Estados Unidos se ha encargado de echar sal a la herida, declarando que Europa ha fracasado en cuanto a la integración de extranjeros, entiéndase musulmanes. Baste con recordar que buena parte de los ataques del 11 de septiembre fueron fraguados en Alemania, criticó el subsecretario para relaciones con Europa, Daniel Fried.

Una mirada al vecindario

Dejando aparte la cuestión de si Estados Unidos es la voz más autorizada para hacer ese tipo de críticas, la violencia actual en los barrios y escuelas marginales franceses, por ejemplo, es una prueba casi irrefutable de lo anterior. Y las medidas de control policial decretadas por el ministro de Interiores, Nicolás Sarkozy, elocuentes. Por otro lado, Suecia que cuenta con un 15 por ciento de alumnos extranjeros o con raíces foráneas ofrece una mayor gama de medidas integrativas, como cursos de idioma, 9 años de escolarización común con un régimen vespertino de ofertas especiales, que incluyen clases de lengua de su idioma materno.

Es decir, como fuere lo que resulte del anunciado "Plan de acción nacional" es un hecho que Alemania requiere de un cambio de estructuras escolares y de una mayor oferta de medidas integrativas que empiecen por favorecer el aprendizaje del alemán y, con ello, la permeabilidad de los grupos sociales. Pero lo que probablemente más necesita sea reconocer que la multiculturalidad, con mayor o menor nivel de alemán, no es una ilusión, sino algo que Alemania vive hace ya mucho rato. Y que no es muy seguro que los problemas que ello conlleva pasen por pruebas de alemanidad.

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