A pedir de boca
3 de marzo de 2008El Tages-Anzeiger, de Zúrich, dice respecto a esta controvertida jornada electoral: “Rusia ha elegido. Perdon, ‘elegido'. Las comillas son imprescindibles. La ‘elección residencial' fue más bien una entronización. Putin y su equipo no están siquiera en posición de colocarse en medio de una competencia política normal. Con su intención de permanecer como verdadero jefe de Gobierno, Putin pone a la vida institucional de su país en entredicho. Ahora, según se dice en el propio Kremlin, nadie sabe quién será el auténtico jefe, si el presidente Medvedev o el primer ministro Putin. Otros temen que se desate una lucha por el poder en la cual todo el país resulte arrastrado.”
Pueden reír
Desde Budapest, el diario conservador Magyar Hirlap hace las siguientes consideraciones: “Vladimir Putin, Dimitri Medvedev, el jefe de Gobierno Subkov y los presidentes de ambas cámaras parlamentarias en Rusia pueden sentarse a reír juntos tras el recuento de los votos. Todo salió a pedir de boca, y el plan fue completado. El problema consiste en que nadie sabe cuál es la meta final de dicho proyecto.”
Farsa y esperanza
En Milán, el Corriere della Sera afirma: “El cambio de poderes en el Kremlin no solamente es una farsa, sino que al mismo tiempo puede traer consigo algo de esperanza. Europa y Estados Unidos harían bien en contemplar los planes de Putin y Medvedev y, sin grandes expectativas, comprobar hasta qué punto era necesario para Moscú abrir este nuevo capítulo. Y también debieran mostrar claramente a estos nuevos zares que sin pluralismo y sin libertad de información, Rusia jamás podrá superar las suspicacias de Occidente.”
Reclamará su derecho
En Dinamarca, el diario Information dice este lunes: “El nuevo presidente deberá dejarse guiar por un tiempo de la mano de Vladimir Putin y su clan gubernamental. A éste pertenecen empleados del aparato de seguridad y, por otra parte, juristas liberales y economistas de San Petersburgo. Pero pese a su mirada frágil y su estilo amigable, no queda duda de que Medvedev se verá obligado en poco tiempo a reclamar su derecho a tomar decisiones independientes. Cuando Putin llegó al poder, él mismo era visto como una marioneta de su antecesor Boris Yeltsin.”
Imagen de estabilidad
En Alemania, el Berliner Zeitung comenta así las elecciones presidenciales en Rusia: “Decir que la votación del domingo fue una mera aclamación no quiere decir necesariamente que se trató de un ejercicio supérfluo ni que refleje una voluntad distinta de la ciudadana. Así como un Papa recientemente designado necesita los aplausos de la multitud en la Plaza de San Pedro, el presidente nominado por Putin requiere de los votos de los electores. Y, dada la popularidad de Putin, no hay duda de que muchos de esos ciudadanos dieron su voto a Medvedev. El presidente saliente es conocido como símbolo de estabilidad; goza de la confianza popular, generalmente adversa a 'los de arriba'. Y si este personaje nombra a un hombre de confianza como su sucesor, ello tiene consecuencias inmediatas.”