Abiy Ahmed es investido como primer ministro de Etiopía
4 de octubre de 2021
El primer ministro etíope Abiy Ahmed fue investido para un segundo mandato de cinco años, en el que deberá enfrentar numerosos desafíos como el conflicto en la región de Tigré, en el norte del país, que lleva ya meses.
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Abiy Ahmed juró el cargo como primer ministro de Etiopía para un mandato de cinco años, tras ser proclamado vencedor en las elecciones generales celebradas el pasado 21 de junio, y bajo la sombra del conflicto armado en el Tigré (también llamado Tigray) y la presión internacional para permitir el acceso humanitario a esa región norteña.
En su discurso de apertura de la ceremonia, la presidenta etíope, Sahlework Zewde, culpó a los rebeldes de Tigré por el conflicto que estalló en la región hace más de 10 meses y se expandió durante los últimos meses a las regiones vecinas de Afar y Amhara.
La mandataria subrayó la necesidad de abordar el aumento del coste de vida en el país y el desempleo, así como la importancia de alcanzar un consenso nacional tras al aumento de los choques interétnicos en el país durante el último año.
Varios presidentes africanos se desplazaron a la capital etíope para asistir a la ceremonia de investidura de esta tarde, entre ellos el jefe de estado de Nigeria, Muhammadu Buhari; de Senegal, Macky Sall; de Somalia, Mohamed Abdullahi Farmajo, y de Yibuti, Ismail Omar Guelleh.
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Aplastante victoria electoral
El Partido de la Prosperidad (PP), liderado por Abiy, fue declarado el pasado 10 de julio por la Junta Electoral Nacional de Etiopía (NEBE) ganador de los comicios, cuando logró 410 de las 436 circunscripciones representativas de ese número de escaños en la Cámara baja que concurrieron a las urnas.
En las elecciones, los etíopes eligieron a los diputados de la Cámara baja que escogen, a su vez, al primer ministro (jefe del Gobierno y máxima autoridad del Estado).
El pasado 30 de septiembre se celebró una segunda ronda de las elecciones generales en las regiones Somalí (este), Harari (centro-este) y la Región de las Naciones y Nacionalidades de los Pueblos del Sur, donde las irregularidades y los problemas de seguridad impidieron que tuvieran lugar las votaciones en junio, con el fin de elegir a 47 diputados de la Cámara baja, de un total de 547 asientos.
Estos comicios, anunciados como los más democráticos de la historia de Etiopía, suponían la primera prueba ante las urnas de Abiy Ahmed, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2019, desde su llegada al poder en 2018 con un programa muy reformista.
"Bloqueo de facto" del acceso humanitario al Tigré
La elección de Abiy se ve, sin embargo, ensombrecida por el conflicto armado entre el Gobierno federal y la región de Tigré, que sufre un "bloqueo de facto" del acceso humanitario, según las Naciones Unidas.
Además, casi siete millones de personas afrontan una "crisis de hambre" en el norte de Etiopía por la guerra, advirtió el pasado mes el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU.
Aunque Etiopía celebra elecciones desde 1995, ninguna votación fue realmente competitiva a excepción de los comicios de 2005, en los que la disputa por los resultados causó graves disturbios y la muerte de al menos 200 manifestantes a manos de la Policía, así como el encarcelamiento de líderes de la oposición.
rml (efe, afp)
El Premio Nobel no hace la paz
De Arafat a Abiy Ahmed: no pocos ganadores del Premio Nobel de la Paz han desatado olas de críticos. En DW, algunas de las decisiones más polémicas desde 1901.
Imagen: AFP/E. Soteras
Pioneros de la polémica
Ya en 1901, cuando el Premio Nobel de la Paz se otorgó por primera vez, la Comisión Nobel no apoyó unánimente la decisión de entregarlo al suizo Henry Dunant (izq.) y al francés Frédéric Passy. Dunant fundó la Cruz Roja Internacional. Junto con Passy, se les considera iniciadores de la Primera Convención de Ginebra. Se debatió si, al hacer "más humanas" las guerras, las volvían "más aceptables".
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Beligerante pacificador
El presidente número 26 de EE. UU., Theodore Roosevelt, nunca fue considerado un pacifista por su participación en la guerra hispanoamericana. Ayudó a los cubanos a liberarse del colonialismo español, pero pronto las tropas estadounidenses llegaron a garantizar su control en la isla. Recibió el premio, en 1906, por otra razón: sus esfuerzos de paz en la guerra ruso-japonesa.
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Pacificador racista
Woodrow Wilson, el presidente número 28 de EE. UU., también recibió el premio "por sus contribuciones al fin de la Primera Guerra Mundial y a la fundación de la Liga de las Naciones", considerada precursora indirecta de la ONU. A nivel nacional, no era conocido como defensor de la comprensión internacional: propagó la superioridad de la raza blanca, defendiendo la esclavitud y al Ku Klux Klan.
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Premio sin paz
El secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger (izq.), y el jefe de acción militar vietnamita Le Duc Tho (der.), fueron claves para el fin de la guerra en Vietnam, con los acuerdos de paz de 1973, en París. Pero el norvietnamita Le Duc Tho no aceptó el premio, porque todavía no había paz en su país: las últimas bombas en Vietnam, Laos y Camboya cayeron solo dos años después.
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Golpista y Nobel de la Paz
Con el Acuerdo de Camp David, el presidente de Egipto, Anwar al-Sadat (izq.), y el primer ministro de Israel, Menachem Begin (der.), consiguieron la paz entre sus países en 1978, con mediación del entonces presidente de EE. UU., Jimmy Carter (c.). Ese año, Sadat y Begin fueron premiados, con revuelo: Sadat era considerado corresponsable del golpe militar contra el rey Faruq, en 1952.
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Fuerza de paz, entre innacción y abusos
Los cascos azules luchan por la paz en nombre de Naciones Unidas. Fueron galardonados con el Premio Nobel de 1988. Más tarde, estas fuerzas de paz permanecieron inactivas ante el genocidio en Ruanda (1994), así como en la ciudad serbia de Srebrenica (1995). Desde entonces, ha habido repetidos informes de cascos azules que se convirtieron en perpetradores por violar a mujeres o abusar de niños.
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Ángel caído
Cuando recibió el Nobel de la Paz en 1991, Aung San Suu Kyi era una luminaria: había luchado sin violencia por la democracia en su país natal, Myanmar. Sin embargo, en la década de 2010, perdió prestigio: fue acusada de no proteger contra el genocidio a la minoría musulmana rohinyá, en 2017. Aunque no se le había permitido hacerse con el poder, su partido tenía la mayoría en el Parlamento.
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Hombre de dos caras
Aunque fue considerado un defensor del apartheid antes de ser presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk fue esencial en la abolición de la segregación racial en su país. Liberó a Nelson Mandela y otros políticos del ANC de su encarcelamiento, hizo campaña por la libertad de prensa y derogó las leyes del apartheid. En 1993, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz junto con Mandela.
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Exterrorista Nobel de la Paz
En 1994 hubo un gran escándalo: El jefe de la OLP, Yasser Arafat (izq.), el primer ministro israelí Isaac Rabin (der.) y su ministro de Exteriores Shimon Peres (c.) recibieron el premio por sus esfuerzos de paz en el Medio Oriente. Luego, un político noruego renunció al Comité Nobel, por considerar a Arafat, como cofundador de Fatah, un "laureado indigno", corresponsable de ataques terroristas.
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Nobel impotente
En 2001, la ONU y su entonces secretario general, Kofi Annan, fueron honrados "por su compromiso con un mundo mejor organizado y pacífico". Los críticos ven en la ONU un tigre sin dientes, por su permanente bloqueo en el Consejo de Seguridad. Y Annan cometió serios errores como jefe de los cascos azules, durante el genocidio en Ruanda. "Debería haber hecho más", dijo el propio Annan en 2004.
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Entre la esperanza y los drones
Barack Obama había sido presidente de EE. UU. por nueve meses al recibir el premio. La razón: sus "esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Los críticos consideraron que era demasiado temprano. Más tarde, Obama ordenó ataques con aviones no tripulados, muy controvertidos, según el derecho internacional, matando a cientos de civiles.
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Fortaleza y refugio
En 2012, la Unión Europea recibió el Nobel por "promover la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa". Pero su trato a los refugiados es considerado por muchos como inhumano: sus críticos se quejan de campamentos superpoblados, de vallas fronterizas, de falta de solidaridad y de la retirada completa del servicio de rescate marítimo en el Mediterráneo.
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Un poco de paz
Sin dudas, Abiy Ahmed ha movido montañas desde que se convirtió en primer ministro de Etiopía, en 2018. Especialmente, en relación con la disputa fronteriza con la vecina Eritrea, incluido el acercamiento diplomático y la apertura de la frontera. Pero el proceso de paz se detuvo hace tiempo, y aunque Abiy disfruta de la fama del Nobel, Isaías Afewerki sigue gobernando Eritrea con mano de hierro.