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Abucheo sindical y aplausos empresariales

2 de mayo de 2003

Los planes de recortes en las prestaciones sociales le han valido al canciller alemán reproches sindicales y críticas en su propio partido. En suma, este 1. de mayo no fue precisamente una fiesta para Gerhard Schröder.

"Ofender a los desempleados no crea puestos de trabajo", dice la pancarta.Imagen: AP

El mundo al revés: los silbidos le llovieron este 1 de mayo al canciller alemán, Gerhard Schröder, en los actos llevados a cabo por los sindicatos en el Día del Trabajo. Es una experiencia dolorosa para el líder del Partido Socialdemócrata, tradicional aliado de la "clase obrera". Pero conceptos como ese han perdido vigencia. Hoy los trabajadores están en pie de combate contra los planes gubernamentales, que amenazan con echar por la borda parte de las conquistas sindicales de décadas, en aras de la reforma estructural que a juicio de los expertos Alemania necesita con urgencia para lograr el repunte económico.

Sindicatos combativos

Según la Confederación de Sindicatos (DGB), aproximadamente un millón de personas salió a las calles este 1. de mayo a protestar contra el programa con que la socialdemocracia aspira a subsanar los males de la economía germana, agobiada por un desempleo que afecta a cerca de 4,5 millones de personas y genera crecientes agujeros en las arcas fiscales. El número de manifestantes duplicó así al del año anterior, lo cual resulta sintomático. Los sindicatos se sienten virtualmente traicionados por el gobierno, que pretende, entre otras cosas, llevar a cabo considerables recortes de los subsidios para desempleados y una flexibilización de las cláusulas que dificultan el despido de trabajadores.

En opinión de los líderes sindicales, semejantes medidas van en detrimento de los sectores más débiles y sólo favorecen al empresariado. El jefe del DGB, Michael Sommer, destacó que ya se han efectuado reducciones en las prestaciones sociales en las últimas dos décadas, sin que ello haya logrado detener el aumento de la desocupación. Por esta razón, argumenta que las recetas de Schröder no serán efectivas para subsanar el problema. En consecuencia, aseguró que los sindicatos se opondrán a convertir a Alemania en un país de mano de obra barata, subrayando que el sello "made in Germany tiene su precio".

Apoyo de los empresarios

Schröder, en cambio, se muestra convencido de que no hay alternativa al catálogo de medidas que recoge su "Agenda 2010", presentada el 14 de marzo ante el parlamento. El canciller está dispuesto a llevar a la práctica las reformas, por mucho que les duela a los sindicatos. Pero también dentro de las propias filas socialdemócratas el tema es objeto de encendidas polémicas con el ala izquierda del partido, aferrada a los ideales tradicionales socialdemócratas.

Los mayores aplausos vienen, en cambio, del área empresarial. Por ejemplo, el presidente de la Confederación de la Industria Alemana (BDI), Michael Rogowski, exhortó al Schröder a imponer las reformas sin dejarse amilanar por "la resistencia de los que viven en el pasado", mientras el jefe de la patronal, Dieter Hundt, subrayó que no es el momento para "bloqueos" políticos. El empresariado se convierte pues en el mejor aliado del gobierno, que debe hacer aún mucho trabajo para convencer a sus propias huestes.

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