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Acuerdo UE-Cuba: ¿derechos humanos o negocios?

10 de abril de 2017

Rubricado por los gobiernos europeos y el cubano, el acuerdo tiene que pasar por la ratificación de la Eurocámara. Sólo puede decir sí o no. Será en julio. Por ahora, hasta el nombre del acuerdo está a debate.

Belgien EU Kubanischer Außenminister Bruno Rodriguez und EU-Vertretterin Morgherini
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Lenoir

No es un acuerdo de libre de comercio, sino de cooperación, diálogo político y relaciones comerciales. Lo elaboraron y redactaron a lo largo de dos años los negociadores de la Comisión Europea y Cuba. Lo firmaron los 28 jefes Estado y de Gobierno de la Unión Europea y el Gobierno cubano en diciembre de 2016. Ahora falta que el Parlamento Europeo lo ratifique para que pueda entrar en vigor. Sólo puede aceptarlo o rechazarlo, no modificarlo. 

 

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Con todo, aparte de votarlo, la Eurocámara expondrá en una resolución su opinión al respecto, consensuada con todos los grupos políticos. "Es un acuerdo equilibrado, muy bien estructurado y que deja muy claro cómo van a trabajar en materia de derechos humanos”, explicaba en la comisión de Asuntos Exteriores la eurodiputada Elena Valenciano, ponente de la resolución al respecto y, como muy probablemente la mayoría de la Cámara, a favor de ratificarlo.

Sin embargo, que los parlamentarios ratifiquen el acuerdo, probablemente en julio de este año, no significa que haya consenso.

Más bien escépticos

"El 20 de marzo fue condenado a tres años de cárcel Eduardo Cardet, líder del Movimiento Cristiano Liberación”, recuerda Luis De Grandes quien, si bien está a favor de impulsar el acuerdo, es escéptico en cuanto a los avances del gobierno cubano en materia de libertades.

El eurodiputado José Ignacio Salafranca.Imagen: EP

"La 'posición común' se acabó y, con ella, la coartada para no hacer nada. Es la hora de la verdad”, subraya el político conservador, haciendo alusión a la derogación (en diciembre de 2016) del acuerdo comunitario que supeditaba todo pacto con La Habana a su avance en derechos humanos.

En este contexto, se otorgaron en la última década tres premios Sájarov a la libertad de conciencia a opositores cubanos, recuerda José Ignacio Salafranca, eurodiputado del bloque conservador y expresidente de la asamblea birregional Eurolat. En su opinión, la nueva resolución debe reflejar la posición que mantuvo por muchos años el Parlamento hacia la isla caribeña. 

Nuevas vías

De "torpe, partidista e ineficaz” calificó la posición común Ernest Urtasun, eurodiputado de la bancada ecologista, quien ve llegado el momento de acabar con el hecho de que Cuba sea el único país de América Latina que no tiene ningún tipo de acuerdo con la UE.

Este acuerdo, que define un marco para la cooperación, el diálogo político y las relaciones comerciales, es visto, por quienes favorecen la "normalización” de las relaciones con La Habana, por ejemplo, como una fuente de nuevas vías hacia la sociedad civil. 

El eurodiputado Javier Nart. Imagen: EP

Cabe resaltar que en 20 años de posición común, los Estados miembro de la UE no sólo tuvieron importantes relaciones también comerciales con Cuba, sino que 21 de ellos cerraron acuerdos bilaterales. El acuerdo común, visto así, no es más que un acto coherente. Además, la presencia de China como actor en la región, el declive de Venezuela, el probable nuevo endurecimiento de la política de Washington y el cambio generacional y económico que se avecina en Cuba hace que la UE no quiera perder presencia en la región.

Se trata de defender los intereses de la UE en un mundo cambiante y de crear marco para el contacto, el intercambio, el desarrollo sostenible y para impulsar la democracia, explican fuentes oficiales.

¿Otro nombre?

Entonces, ¿todo el mundo apoya este acuerdo de cooperación, comercio y diálogo político? No. "Yo estoy a favor del acuerdo si le llamamos acuerdo económico. Si le llamamos acuerdo para establecer una presencia estratégica en la isla”, explica a DW el eurodiputado Javier Nart, del bloque liberal de la eurocámara. 

"Me escandaliza que a lo puramente económico se vista de bellos colores diciendo que estamos muy preocupados por los derechos humanos. Si nos preocuparan los derechos humanos no firmaríamos este acuerdo”, sigue Nart.

Sin embargo, el acuerdo está ligado a una cláusula de respeto a los derechos humanos. "Eso no cambiará nada, pero habremos cumplido con la cuota de corrección política y de hipocresía, de lo políticamente correcto aunque sepamos que estamos buscando puramente intereses económicos”, apunta Nart  que, aunque vote a su favor, preferiría llamarlo de otra manera.

 

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