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PolíticaIsrael

Acuerdos de Oslo entre Israel y Palestina: un legado difícil

12 de septiembre de 2023

Hace 30 años, los negociadores palestinos e israelíes firmaron los Acuerdos de Oslo, un acuerdo de paz provisional. Aún no hay una paz duradera y los principales problemas del conflicto siguen sin resolverse.

El primer ministro israelí Isaac Rabin (izq.) y el presidente de la OLP Yassir Arafat se dan la mano en Washington, el 13 de septiembre de 1993.
El primer ministro israelí Isaac Rabin (izq.) y el presidente de la OLP Yassir Arafat se dan la mano en Washington, el 13 de septiembre de 1993.Imagen: Avi Ohayon/GPO

La foto del apretón de manos entre el líder palestino Yassir Arafat, entonces presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y el entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin, parece hoy una realidad lejana.

El 13 de septiembre de 1993, el presidente estadounidense Bill Clinton recibió a los dos líderes para firmar la Declaración de Principios sobre Acuerdos Interinos de Autogobierno -lo que se conoció como los Acuerdos de Oslo- en el jardín de la Casa Blanca en Washington.

El acuerdo interino creó la Autoridad Palestina y le dio autoridad limitada sobre partes de Cisjordania y la Franja de Gaza ocupadas por Israel, territorios que Israel había capturado y ocupado en la guerra de 1967. El texto amplió el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP, y permitió a Arafat, que residía entonces en Túnez, y a otros palestinos exiliados, vivir en Cisjordania y Gaza.

En los años posteriores, muchos palestinos e israelíes esperaban que se pudiera lograr una paz justa y duradera entre ellos. Pero esa esperanza hace tiempo que se desvaneció.

Una vía secreta condujo a un acuerdo provisional

Treinta años después, Yossi Beillin reflexiona sobre aquella época. Tras la Conferencia de Paz de Madrid de octubre de 1991, que reunió a israelíes, palestinos y negociadores de otros países árabes, el político israelí inició contactos con miembros de la OLP. Ello condujo después a una serie de negociaciones secretas en Oslo.

"Mi propósito original era muy modesto. Desde mi punto de vista, la idea era poner las cosas en orden entre bastidores, con el objetivo de resolver las diferencias", dice a DW Beilin, que llegó a ser viceministro de Asuntos Exteriores con Rabin.

Negociaciones oficiales en paralelo

Mientras esa vía avanzaba, palestinos e israelíes negociaban también oficialmente en Washington. Allí , fue el político Ghassan Jatib quien se sentó como representante del lado palestino de la mesa de negociaciones, ya que formaba parte de un grupo de negociadores de Cisjordania y Gaza que mantenían conversaciones oficiales con funcionarios israelíes en la capital estadounidense. Jatib asegura a DW que la vía secreta paralela en Oslo era desconocida para el equipo en Washington.

Un tema sobre el que ambas partes discutieron en EE. UU. fue el de los asentamientos. El equipo de Washington insistió en que cualquier acuerdo necesitaba un compromiso por escrito de Israel para detener la expansión de los asentamientos. "Eso fue algo que Israel no aceptó. Por eso no llegamos a un acuerdo", relata Jatib a DW. Finalmente, fue la vía secreta de Oslo la que condujo al acuerdo interino. 

Viviendas judías en el asentamiento de Ma'aleh Adumim, en Cisjordania.Imagen: Debbie Hill/UPI Photo via Newscom/picture alliance

La razón del fracaso

Jatib, quien hoy es profesor de relaciones internacionales en la Universidad Bir Zeit en los territorios ocupados, considera que la cuestión de los asentamientos es una de las principales razones por las que Oslo no tuvo éxito.

Mientras tanto, para Beilin, la razón principal sigue siendo que Oslo no fue un tratado de paz, sino un marco de transición que se suponía conduciría a un acuerdo permanente en un plazo de cinco años.

"No me considero defensor de Oslo. Oslo fue una herramienta [hacia un tratado permanente], pero no me entusiasman las soluciones provisionales", afirma Beilin, quien señala a los sucesivos gobiernos de derechas de Israel que, según él, no estaban interesados en un acuerdo. "El fracaso de Oslo es que nunca llegamos a nuestro verdadero objetivo, que era (lograr) un acuerdo permanente", agregó.

Beilin dice que presionó desde el principio para negociar un estatus definitivo, advirtiendo a Isaac Rabin que un período de cinco años daría a los extremistas de ambos bandos la oportunidad de frustrar el acuerdo.

Diferentes vías para llegar a un acuerdo

Treinta años después, la mayoría de los palestinos e israelíes han dado la espalda a Oslo. "Solo un tercio de la opinión pública [palestina] sigue apoyando el acuerdo de Oslo, cuando esta solía estar en el 70 por ciento en las semanas y meses posteriores a su firma", recuerda Jatib, que supervisa periódicamente encuestas de opinión entre los palestinos.

Los palestinos alegan que, a pesar de haber firmado un acuerdo, Israel "sigue tomando más tierras, asentando más colonos y restringiendo a los palestinos en sus zonas confinadas", añade Jatib. Esto es especialmente relevante en la generación joven, que no ha experimentado ningún intento sustancial de negociar un acuerdo. "Piensan que Oslo es responsable de muchas de las dificultades que vivimos", explica Jatib.

El palestino Fathi Al Ghoul es un joven CEO-fundador de una start-up de márquetin en Ramala. "Hay mucho que decir sobre Oslo, y muchas cosas estaban mal, pero lo más importante es que conseguimos reconocimiento, una identidad", señala a DW. 

"En general, Oslo fracasó. Era un proceso y se suponía que terminaría con una solución de dos Estados. Pero, si nos fijamos en la realidad, creo que Israel mató el sueño de la solución de los dos Estados", asegura Al Ghoul, aludiendo a la idea de crear un Estado palestino independiente junto a Israel. "Realmente queríamos que hubiera dos Estados, uno al lado del otro, ahora la única opción es la solución de un solo Estado". 

Una generación sin proceso de paz 

Las encuestas entre los jóvenes de ambas partes sugieren que están mucho menos a favor de una solución de dos Estados que las generaciones anteriores, quienes experimentaron algunos intentos de encontrar una solución.  

En Israel, solo el 20 por ciento de los jóvenes israelíes judíos de entre 18 y 34 años están a favor de una solución de dos Estados, según un sondeo publicado en enero de 2023 por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas de Ramala y el Programa Internacional de Resolución de Conflictos y Mediación de la Universidad de Tel Aviv. 

Dorit Shechter vive en un asentamiento israelí en la región de Binyamin, en lo que ella denomina Judea y Samaria, nombre bíblico de Cisjordania. 

"Personalmente, creo que (Oslo) fue un gran error. Cada vez que Israel cedía tierras para algún acuerdo de paz, literalmente todo estallaba ante nuestros ojos", relata Shechter, quien creció en una ciudad cercana a Tel Aviv y se describe a sí misma como religiosa. Shechter recuerda una infancia marcada por los ataques y bombardeos palestinos durante la Segunda Intifada, que comenzó en 2000.  

Para ella, el concepto de tierra por paz no funciona. "En primer lugar, diría que no debemos ceder ningún trozo de tierra de Israel. Eso seguro que no nos llevará a la paz, sino que traerá terror. Creo que no tomar una decisión también es un tipo de solución. Deberíamos dejar las cosas como están", opina. 

(ct/ms) 

 

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