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Adaptrónica: puentes con nervios y cerebro

22 de mayo de 2006

La adaptrónica irrumpe en la arquitectura e ingeniería: puentes y autos más seguros a través de materiales inteligentes.

Seguridad total en puentes de arquitectura complejaImagen: AP

Hasta ahora se conocen hornos, robots, casas inteligentes, pero puede haber puentes inteligentes. La adaptrónica, una nueva filosofía de construcción, investiga materiales que reaccionan en consecuencia al calor, a la electricidad, a la luz y al magnetismo.

Dicha tecnología tomó fuerza a mediados de los 80 debido al incremento del uso de materiales en construcciones industriales.

Se trata de crear sistemas adaptativos, es decir, materiales que sirven de nervios y músculos para que, por ejemplo, en un futuro no muy lejano los helipcópteros vuelen más silenciosos, y los pasajeros de los autobuses no perciban los baches en las carreteras.

Gafas con cristales inteligentes

Imagen: AP

De hecho dichos materiales con cerebro los llevamos ya sobre la nariz. Los cristales de las lentes fotocromáticas se oscurecen al sol o aclaran en la sombra. También en la arquitectura e ingeniería se utilizan muchos materiales inteligentes. En la construcción de los puentes para evitar ciertas eventualidades: embotellamientos, paso de trenes de cargo, bicicletas y peatones. El puente tiene que ser capaz de soportar todo. La adaptrónica pretende ahorrar material de construcción con la introducción de sistemas inteligentes. Los expertos en adaptrónica hablan de organismos vivos.

Otro de los materiales archiconocidos por los expertos son las piezocerámicas que se usan en la aguja del tocadiscos, pantallas de cámara líquidas o fluidos para amortiguadores, que funcionan como sensores.

Coches más seguros

En la industria automovilística, las aleaciones metálicas que se transforman con el calor y recobran su forma originaria al haberse enfriado se utilizan para fabricar coches más seguros incluso por los lados, con lo que se evitarían daños personales graves.

Los expertos de adaptrónica apuestan por un mundo con materiales inteligentes que incluso pudieran comportarse como nuestro cuerpo. Por ejemplo, se piensa en pinturas que, tras un accidente, se diluyeran para luego volver a recomponerse por sí mismas, como una segunda piel.