Adhesión de Turquía a la UE: Eurocámara pone el freno
24 de noviembre de 2016
La relación entre Turquía y la UE no está deteriorada solo desde el fallido golpe de Estado. Desde hace diez años, las negociaciones están estancadas y ¿condenadas al fracaso? Bernd Riegert informa desde Bruselas.
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El proyecto de adhesión de Turquía a la UE se ha convertido entretanto en un drama. Pasaron 46 años desde la solicitud, planteada en 1959, hasta el comienzo de las verdaderas negociaciones de adhesión. En 2005 Turquía, que antes había sufrido varias dictaduras, había desarrollado una democracia y un Estado de Derecho que hizo posible emprender negociaciones. Los estados miembros dudaron entonces de un país de orientación musulmana, demasiado grande, demasiado pobre y demasiado desconocido. Ahora, tras 11 años, la UE cree que Turquía ha retrocedido. La democracia se resquebraja en manos de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, que actúa cada vez más como un autócrata.
Erdogan consiguió el cambio
En 2003, el islamista moderado se convirtió en jefe de Gobierno. Reformó su país con mucha rapidez y gran vigor. Su objetivo declarado fue hacer que Turquía, un país con una economía en alza, fuese apto para formar parte de la UE. Quería que fuese el Estado más importante de la UE, porque en 2020 sería probablemente el país con más habitantes de la organización. En aquel entonces, el canciller alemán, Gerhard Schroeder, y el primer ministro británico, Tony Blair, fueron los que impulsaron las negociaciones. Por su parte, Erdogan impuso un diálogo conciliador con la minoría kurda en Turquía. También EE. UU. apoyó al miembro de la OTAN en su deseo de adhesión a la UE.
Atatürk y sus deseos
El camino de Turquía hacia Europa comenzó muchos antes de 2005. El padre de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk, estaba ya en 1923 entusiasmado con la "civilización europea”. Intentó separar Estado y religión, e introducir los valores europeos como modelo. Acercar Turquía a Europa es el legado de Atatürk. Todos sus sucesores han perseguido esa meta con más o menos afán.
Desde 1952, Turquía pertenece a la OTAN. EE. UU. necesitaba a este país, geopolíticamente relevante. En 1964, la Comunidad Económica Europea y Turquía firmaron un Acuerdo de Asociación que se reformó en varias ocasiones hasta convertirse en una unión aduanera para casi todos los bienes en 1996. Económicamente, la UE y Turquía estaban entrelazados cuando comenzaron las negociaciones de adhesión en 2005.
Una corta luna de miel
Sin embargo, en 2006 las negociaciones no fluían, porque Turquía no permitía, como tampoco lo hace ahora, dejar anclar y aterrizar a los barcos y aviones chipriotas en su territorio. Por no hablar del rechazo a reconocer el Estado de Chipre, la parte perteneciente a la UE. Hasta que no se haya aclarado el tema de Chipre, no se podrá concretar nada en las negociaciones. Además hay viento en contra de Alemania, Francia y Holanda. Los gobiernos conservadores apuestan por una "colaboración privilegiada”, pero sin derechos totales de participación. En Turquía, el interés también se ha paralizado.
Erdogan anunció que habrá un referendo en su país para decidir sobre la adhesión a la UE. "La UE intenta obligarnos a apearnos del proceso", se quejaba recientemente en el periódico Hürriyet. La paciencia de Turquía no es interminable, dijo. "Si no nos quieren, tendrían que decirlo abiertamente y tomar las decisiones pertinentes", añadió.
La Unión Europea necesita a Turquía sobre todo para disuadir a los refugiados y migrantes de seguir camino a Europa. De momento, el acuerdo con Turquía, que se firmó en marzo, funciona.
La UE rechaza, para enfado de Turquía, la prometida exención de visado. Turquía, por su parte, no quiere implantar cambios en su ley antiterrorista, exigidos por la UE. El presidente Erdogan está más ocupado pensando en la reimplantación de la pena de muerte. Esta supondría desde luego el fin de las negociaciones, que ya ha pedido el Parlamento Europeo.
Autor: Bernd Rieger
La nueva Turquía
El 7 de agosto se organizaron concentraciones multitudinarias en ochenta ciudades turcas para condenar el fallido golpe contra el Gobierno; un punto y aparte en el proceso de exacerbación del culto en torno a Erdogan.
Imagen: DW/D. Cupolo
¡A la calle!
Durante la intentona golpista del 15 de julio, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, instó a sus simpatizantes a impedir que los militares derrocaran al partido gobernante, el AKP. El mandatario ha atribuido su permanencia en el poder a quienes salieron a apoyarlo en las calles, y, a lo largo de las últimas tres semanas, ha convocado a vigilias nocturnas para defender la democracia.
Imagen: DW/D. Cupolo
Un aire de reivindicación
El 7 de agosto se organizaron las últimas concentraciones: dos millones de personas se manifestaron en Estambul y 10.000 en Ankara. En otras 78 ciudades, los seguidores del AKP –el primer partido de tendencia islamista en sobrevivir a un golpe– celebraron lo que a sus ojos es un triunfo sobre los cíclicos proyectos de derrocamiento y sobre una Constitución secular.
Imagen: DW/D. Cupolo
Optimismo de cara al futuro
En el discurso que ofreció en Estambul, el presidente prometió “reconstruir a Turquía desde cero”. Lale Alici (que no aparece en la imagen), una agente de bienes raíces asentada en Ankara, ha asistido a todas las concentraciones pro-Erdogan. A su juicio, “el desarrollo de Turquía se acelerará cuando culmine la purga oficial porque los infiltrados ya no serán una carga para el país”.
Imagen: DW/D. Cupolo
“Seremos una potencia”
Atalay no aparece en la foto y no quiso dar su nombre completo a pesar de que su declaración no lo compromete a los ojos del Estado. Al contrario: “Erdogan le está diciendo al resto del mundo que estamos aquí y que seremos una potencia. Y aunque no le guste, tendrá que aceptarlo. El mundo va más allá del G7”, dijo el diseñador de interiores.
Imagen: DW/D. Cupolo
La exclusión del HDP
Aunque la concentración de Estambul fue descrita como un acto en defensa de la democracia, la participación del pro-kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) fue prohibida. “Como kurdo, yo no puedo asistir a esas manifestaciones porque no me siento seguro”, señaló Havva Ozcan (quien no aparece en la foto), codirector de Tuhad-Fed, una organización que defiende los derechos de los presos.
Imagen: DW/D. Cupolo
“Socialismo temporal”
Según Ozcan, las concentraciones pro-Erdogan recibieron respaldo integral del Gobierno, mientras que otras manifestaciones han sido prohibidas. Los seguidores del AKP tuvieron acceso gratuito a agua y alimentos. De hecho, para estimular las movilizaciones, también el sistema de transporte público ha sido gratuito en Ankara y Estambul. “Esta es una suerte de socialismo temporal”, sostiene Ozcan.
Imagen: DW/D. Cupolo
El auge de las redes sociales
Las redes sociales, bloqueadas durante las emergencias nacionales, han tenido un auge desde el golpe. La alocución de Erdogan via FaceTime fue memorable –y le fue políticamente útil–, pero ahora circulan hasta videos de Periscope que muestran episodios de violencia policial. Para la oposición, el Gobierno apenas tolera la actividad en las redes sociales porque le conviene en este instante.
Imagen: DW/D. Cupolo
Lo que está en juego...
La actividad comercial se ha reducido. Algunos bares en el centro de Ankara han tenido menos clientes desde que empezaron las concentraciones pro-Erdogan. “Los negocios han sufrido, desde luego. Pero lo que está en juego va más allá del dinero”, admite Can, propietario de una taberna en Kizilay. “Estas manifestaciones son un indicio de que pronto vendrán cosas peores”.
Imagen: DW/D. Cupolo
“Un entrenamiento”
Algunos perciben las concentraciones como una manera de consolidar la base de apoyo del AKP. Mohammed, un refugiado sirio que fue testigo del último golpe en Egipto y ahora vive en Turquía, dijo creer que las manifestaciones pro-Erdogan eran “un entrenamiento” para sus seguidores y que el presidente no tardaría en pedirles que se organicen contra grupos que su Gobierno desaprueba.
Imagen: DW/D. Cupolo
Rebautizando espacios públicos
Desde la plaza Kizilay de Ankara (la foto la muestra después del golpe fallido) hasta el puente sobre el Bósforo en Estambul, lugares prominentes a todo lo largo y ancho de Turquía están siendo rebautizados para honrar a quienes perdieron la vida durante la intentona. Ahora, quienes crucen del lado europeo de Estambul hacia el lado asiático lo harán transitado el puente “Mártires del 15 de julio”.