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La adicción en la tercera edad

Marlis Schaum/Mirra Banchón9 de septiembre de 2012

Un poco de champán para la presión, un digestivo para el estómago: los jubilados tienen mucho tiempo y ocasión de beber. La costumbre puede tornarse un peligro. La adicción en la tercera edad debe tomarse en serio.

¿Cervezas de más?Imagen: picture-alliance/dpa

Cuando se es joven la copa de más, la embriaguez y el blackout del día siguiente suenan a osadía, aunque no sea menos dañino que cuando se es mayor. La diferencia con los mayores es que a edad avanzada con el alcohol y las píldoras se mezclan la culpa y la vergüenza. Así lo explica Anna-Lisa, de 76 años, desde una clínica en Essen, donde realiza una cura de desintoxicación.

Vidas y adicciones más largas

Actualmente en Alemania, el abuso de bebidas alcohólicas se detecta con menor frecuencia entre los mayores que entre los más jóvenes. Sin embargo, así consta en un estudio de la Oficina para Estupefacientes del Gobierno alemán presentado en mayo de 2012, “cabe esperar que debido al desarrollo demográfico, las enfermedades por consumo de alcohol aumenten”. En 20 años, 30 por ciento de la población alemana habrá pasado la frontera de los 80 años.

Hoy dos tercios de los jubilados que presentan problemas de alcoholismo, son aquellos que también los tenían en su juventud. En una Europa que registra un creciente consumo de alcohol entre la juventud y en la cual los alemanes ocupan el segundo lugar por detrás de los checos, se teme que aumenten los problemas de salud originados en el alcohol en el grupo de los más mayores.

Dos tercios de los jubilados con problemas de adicción, los tenían ya en la juventud.Imagen: Fotolia/lassedesignen

En el caso de Anna-Lisa se trata de una recaída, pero hay muchos casos de personas mayores que han comenzado a beber a partir de algún momento crucial: la pérdida de la pareja o de amigos cercanos. En una edad en la que, de pronto, lo que la gente ha hecho en los últimos cuarenta años parece no interesar a nadie, las depresiones y los estados de ansiedad no son raros.

Tabletas y alcopops

Aunque el informe federal no da cifras exactas, se menciona que son las depresiones las que llevan por lo general a las tabletas y al alcohol. Se calcula que un siete por ciento de los pacientes ingresados en hospitales dependen de fármacos; entre un ocho y un diez por ciento, del alcohol.

Un proyecto de la ciudad de Essen propone terapias para contar con personas mayores activas, no sedadas.Imagen: picture alliance/dpa

Con todo, en el grupo de los mayores de ochenta la dependencia del alcohol es un tabú. Según Hedi Blozen, directora de una casa de ancianos en Essen, en esa generación el alcoholismo no es visto como una enfermedad sino como un comportamiento vergonzoso. Cabe resaltar que en esa generación “se piensa que productos como el agua del carmen (Melissengeist) hacen bien a la salud. Pero esta `agua´ tiene un 79 por ciento de alcohol. Los mayores suelen mezclar unas cuantas gotas con Fanta y tienen listo su `alcopop´”, cuenta Blozen.

En la casa que dirige Blozen, un diez por ciento de sus habitantes dependen del alcohol y de las tabletas. El personal los reconoce porque tienen una tendencia a excluirse, a no permitir el acceso a sus armarios. Aunque hay que tener mucho tacto para no avergonzarlos, los encargados tienen que intervenir pues este tipo de dependencia representa un peligro también para el personal y los demás habitantes de la residencia.

“Un cuerpo mayor puede digerir menos el alcohol que uno joven, su metabolismo es más lento. Los dependientes de avanzada edad son más olvidadizos aún y la inseguridad de su paso incrementa el riesgo de caídas”, puntualiza Blozen.

Ganancia social

En un proyecto de la ciudad de Essen, patrocinado por el Gobierno alemán, se trata de aunar la asistencia a la tercer edad con el tratamiento de adicciones. Según el director de ese proyecto, el psicólogo Arnulf Vosshagen, “la adicción al alcohol es una enfermedad que se puede tratar, pero que necesita de la aceptación del paciente. Entre las personas mayores esto es muy difícil, pues les cuesta reconocerlo”.

El camino hacia el alcohol y las tabletas se toma a menudo después de una pérdida.Imagen: picture-alliance/Sven Simon

Según Vosshagen, en su trabajo se enfrenta a menudo con la idea de que es inútil intentar ayudar a esas personas en el último tramo de su vida pues ya no serán de utilidad para la sociedad. “Aunque no sean de utilidad monetaria, sí es una ganancia para la sociedad el contar con el potencial de estas personas, que, después de una terapia, son más activas y no están sedadas”, concluye el especialista. “Se lo deseo a todos”, concluye por su parte Anna-Lisa, “por lo menos en la vejez, poder vivir y pensar de manera clara”.

Autora: Marlis Schaum/Mirra Banchón
Editor: Enrique López

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