Nacieron en Chile, pero fueron adoptados y crecieron en el exterior. Hoy buscan sus raíces. Éste es el testimonio de una chilena-alemana y de los creadores de la plataforma de adoptados chilenos en el mundo.
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Los recuerdos de sus primeros años están llenos de lagunas, aunque conserva en la memoria paisajes y momentos positivos. Cristina Cárcamo Rosas nació en 1979 en Osorno, en el sur de Chile, y a los cinco años y medio fue adoptada en Alemania, donde recibió un nuevo apellido.
Su madre biológica murió cuando ella tenía seis meses y de ahí en adelante estuvo a cargo de su abuela, su padre, unos tíos, un hogar de misioneros alemanes y una familia de acogida que la preparó para su nueva vida. No comprende bien cómo una jueza la declaró abandonada y determinó que fuera adoptada en el extranjero. "Mis padres adoptivos viajaron a Chile para llevarme a Alemania. Al principio fue difícil, pero aprendí el idioma muy rápido y con seis años entré a la escuela, donde los profesores me ayudaron y me fue muy bien”, relata a DW.
Hoy está reconstruyendo esa historia que siempre quiso conocer, especialmente desde la adolescencia, cuando su madre adoptiva la animó a reencontrarse con sus orígenes, después de años en que el tema había sido tabú. Viajó a Chile con sus padres, recorrieron el país como turistas y se encontraron con un sacerdote alemán que había conocido de niña.
Comenzó la búsqueda de sus raíces por internet y en 2011 el Servicio Nacional de Menores de Chile (Sename) le envió información sobre familiares. "Yo siempre buscaba a personas con mis apellidos, pero hay muchos Cárcamo y Rosas. No sabía cómo se llamaba mi mamá y pensaba que había muerto en mi nacimiento”, cuenta. En su familia de origen, ella seguía presente como "la nieta perdida”, cuenta Cristina: "Mi abuelita y mis familiares me buscaron por largo tiempo, pusieron avisos en la radio, salieron en la televisión”.
A través de Facebook, finalmente logró contactar a familiares directos y completar su historia. Con su marido y su hija de dos años, partieron en 2014 a Chile: "Fue una experiencia increíble, no puedo describirlo”. Su padre había fallecido, pero se encontró con una familia numerosa y llena de cariño. "Mi abuelita y mi tía se disculparon mucho. Yo veo que todo fue todo un gran malentendido, las cosas ocurrieron de manera desafortunada”.
Hoy siguen en contacto y espera viajar nuevamente a Chile. Encontrar a su familia la ha ayudado a afirmar su autoconfianza y a entender mejor su vida, enfrentar desafíos como sus estudios de asistente médica y la relación con otros. Por trabajo de su marido han vivido en Suiza y ahora residen en los Países Bajos. Desde allí colabora con la plataforma Chilean Adoptees Worldwide (CAW) , ayudando a germanoparlantes a encontrar sus orígenes: "Muchos buscan, pero no encuentran. Lamentablemente es así. Hay tantos casos no aclarados y niños robados, que necesitan apoyo”.
CAW: Plataforma de búsqueda internacional
Angélica Martínez (45) y Alejandro Quezada (41), dos chilenos adoptados en el exterior, crearon la plataforma CAW en 2018 para facilitar la búsqueda y entregar información en inglés a otros que, como ellos, buscan sus orígenes. Para ello mantienen contacto con instituciones chilenas y con la Fundación Nos Buscamos.
Angélica fue adoptada cuando tenía ocho años. Estaba internada en un hogar de menores, lejos de donde vivía su madre. Erróneamente fue declarada abandonada y dada en adopción a una pareja sueca. A los 13 viajó por primera vez a Chile con su madre adoptiva y se encontró con su familia biológica, con la cual sigue en contacto.
Alejandro nació en el campo, en Paillaco. Cuenta que, después del parto, su madre debió ir al hospital y una monja neerlandesa le dijo que él había muerto. Tenía seis meses cuando sus padres neerlandeses lo fueron a buscar y a los cuatro años supo que era adoptado. A los 17 viajó con sus padres por primera vez a Chile, pero mucho tiempo después, y tras sucesivos viajes, supo la verdad de su historia y se reencontró con su mamá.
Los casos de Cristina, Angélica y Alejandro ilustran las irregularidades y engaños que rodean numerosos casos de adopción de chilenos en el exterior. CAW calcula que unos 25 mil niños habrían salido del país en forma irregular, a partir de la década de 1960. En ocasiones, comprueban que el adoptado tiene aún la ciudadanía y un número de identidad en el registro civil chileno. "Cuando descubren que todavía son ciudadanos chilenos es impactante, se les abre un mundo. Incluso pueden votar”, dice Angélica Martínez.
¿Cómo fue posible que ocurrieran estos casos durante tanto tiempo? Alejandro Quezada cree que "se debió al miedo que personas de campo, vulnerables o sin estudios, tenían al estado. No sabían leer ni escribir, eran indígenas, menores de edad o solteras y no podían defenderse”. Por otra parte, familias de países desarrollados que querían tener hijos encontraron la oportunidad, que se mostraba como un favor hacia a esos niños, afirma.
Los representantes de CAW critican el nulo progreso de la justicia chilena y el poco interés y apoyo de ese país por esclarecer los casos. "En Holanda, en cambio, fuimos parte de una comisión investigadora del gobierno sobre adopciones y estamos haciendo lo mismo en Dinamarca”, cuenta Alejandro.
La búsqueda no siempre es fácil, observa: "Recibimos muchos casos de Alemania, que son imposibles de resolver. Había jueces alemanes con conocidos y familiares en Chile que sabían cómo sacar niños. Les pusieron nombres alemanes antes de salir y hoy sólo saben que son adoptados, pero no tienen información sobre sus padres biológicos”.
La experiencia de buscar a la familia biológica a menudo es feliz y dolorosa a la vez, dicen Angélica y Alejandro, pero es insustituible: "Puede ser un camino muy largo, que nunca lleguemos a conectarnos. Cuando lo logras viene el desafío del idioma, la cultura y los viajes. Es un derecho humano de cada persona conocer su identidad y su familia. Saber de dónde uno viene ayuda a saber a dónde va”. (dz)
Madres buscan a sus hijos en la ruta del migrante
Cuarenta madres centroamericanas siguieron la ruta del migrante durante 18 días, en busca de sus hijos desaparecidos. Ellos, al igual que miles más, intentaron atravesar México para migrar a los Estados Unidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Madres centroamericanas en la búsqueda
Cuarenta mujeres procedentes de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras entraron a México el jueves (20.11.2014) por El Ceibo, una población localizada en el municipio de Tenosique en el estado mexicano de Tabasco, que hace frontera con Guatemala. Muchas de ellas esperaron durante años la oportunidad de pasar por México.
Imagen: DW/C.Pagaza
Desaparecidos durante años
Miles de migrantes centroamericanos desaparecen cada año en su intento por atravesar México hasta los Estados Unidos. Algunos incluso pierden la vida. Sin embargo, quienes se quedan atrás, sus familias, no pierden la esperanza de encontrarlos. Cada año, decenas de madres marchan por la misma ruta, en busca de sus hijos perdidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Visas temporales
A su llegada, las mujeres recibieron una visa temporal otorgada por el Instituto Nacional de Migración en México. Con ella podrán transitar libremente por el país durante los 18 días del recorrido. Este se realizará por diez estados de la República Mexicana.
Imagen: DW/C.Pagaza
Palenque, Chiapas
En el segundo día de la caravana, las madres fueron recibidas en Palenque, Chiapas. Allí las religiosas de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán les dieron de comer. Además hablaron con varios de los migrantes que actualmente habitan la Casa del Caminante jTatic Samuel Ruiz García, en busca de información sobre sus hijos desaparecidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Villa Hermosa, Tabasco
En el centro de Villa Hermosa, Tabasco, las mujeres se manifestaron colocando las fotos de sus hijos en el suelo. Con ello pretenden denunciar la falta de apoyo de las autoridades mexicanas en la búsqueda de los desaparecidos. Hasta ahora sólo organizaciones como el Movimiento Migrante Mesoamericano han podido brindar informaciones relevantes.
Imagen: DW/C. Pagaza
Archivo del Instituto Nacional de Migración
En el tercer día de recorrido, las madres acudieron a la Estación Migratoria del INM en Acayucan, Veracruz, con la intención de acceder a la base de datos de los actuales detenidos por las autoridades migratorias. Sin embargo no obtuvieron información alguna sobre el posible paradero de sus hijos. La base de datos actual sólo contiene información de los últimos tres años.
Imagen: DW/C. Pagaza
Reencuentro después de 17 años
Al cuarto día de recorrido, Leonila Guerra, de Honduras, se reencontró con su hermano Oswaldo después de 17 años, en Coatzacoalcos, Veracruz. Con el apoyo de la población local, el Movimiento Migrante pudo seguirle la pista a Oswaldo, quien hoy trabaja como obrero en Veracruz. Por la falta de servicios de comunicación no había podido contactar a su familia en Honduras.
Imagen: DW/C. Pagaza
Se encuentran de dos a tres personas por recorrido
Pero no todas las mujeres encontrarán a sus familiares perdidos. Según Fray Tomás González Castillo, el padre franciscano a cargo del albergue de migrantes "La 72" en cada recorrido se encuentran alrededor de dos o tres personas. Esta, dice es una oportunidad "única", para seguirles el rastro. Muchas mujeres esperan años para poder venir.
Imagen: DW/C. Pagaza
Las rutas de migración en México
Miles de migrantes centroamericanos cruzan México ilegalmente cada año. De las diferentes rutas que llevan de sur a norte, todas son peligrosas. Una de las más conocidas es la del "tren de la muerte", también conocido como "La Bestia". En el, los migrantes inician su travesía hacia los Estados Unidos por el sureste mexicano: Yucatán, Campeche, Tabasco, Chiapas y Veracruz.
Siguiendo a "La Bestia"
La caravana de madres centroamericanas también sigue su búsqueda por los distintos puntos de peligro del recorrido de "La Bestia". Aquí se encuentran en la estación de Chontalpa, en el municipio de Huimanguillo, Tabasco. Esta cuenta como una de las estaciones ferroviarias más peligrosas para los migrantes, que muchas veces son extorsionados, secuestrados o asesinados.
Imagen: DW/C. Pagaza
El programa Frontera Sur
En julio, las autoridades migratorias mexicanas reforzaron los controles en la frontera sur del país. Un comisionado especial aumentó la vigilancia como consecuencia de la crisis de este año por la llegada masiva de niños y adolescentes migrantes a E.U. El Instituto Nacional de Migración en México dijo haber retornado alrededor de 6.000 migrantes centroamericanos tan solo en el mes de agosto.
Imagen: DW/C. Pagaza
Postes "antimigrantes"
La compañía de ferrocarriles Ferrosur colocó postes en los costados de la via del tren a su paso por Tlaxcala, los cuales ponen en riesgo a las personas que quieran bajar y subir del tren.
Imagen: DW/C. Pagaza
Destrucción simbólica de postes
En un acto de protesta simbólico, las madres centroamericanas destruyeron un poste de cartón con las mismas características de los postes que Ferrosur colocó a lo largo de las vías del tren en el estado de Tlaxcala. Exigieron que se retiren los postes de concreto y varilla que han causado la muerte de los migrantes centroamericanos que intentan subir al tren en ese punto del recorrido.
Imagen: DW/C. Pagaza
Flores a los migrantes difuntos
En memoria de los migrantes que han perdido la vida a causa de los postes que se colocaron a orillas de las vías del tren, en la ciudad de Apizaco, Tlaxcala, las madres centroamericanas, que entraron a México en busca de sus hijos desaparecidos, colocaron un ramo de flores. Cualquiera de los muertos también podría haber sido alguno de sus hijos.
Imagen: DW/C. Pagaza
No se rinden
A ocho días del comienzo de la caravana de madres centroamericanas, la búsqueda continúa. De distintas maneras intentan difundir las fotos de sus hijos, las cuelgan en las localidades por donde suponen que ellos pasaron en algún momento o van de puerta en puerta preguntando por alguna información que las acerque al paradero de los desaparecidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Todos somos Ayotzinapa
Las madres centroamericanas se unieron a las protestas por los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero el pasado 26 de septiembre, con el lema: "vivos se los llevaron, vivos los queremos". Su denuncia, dijeron, es la misma: "nuestros hijos entraron vivos a México y vivos los queremos encontrar".
Imagen: DW/C. Pagaza
México es un purgatorio para los centroamericanos
Nino Quaresima (izquerda), representante de la caravana italiana que se lleva a cabo a la par con la marcha en México, asegura que "hasta hace pocos años, México representaba un cobijo para los migrantes que huían de sus países y de las dictaduras que los oprimían", sin embargo ahora es un "purgatorio que los centroamericanos atraviesan intentando sobrevivir y hacer sobrevivir a sus familias".
Imagen: DW/C. Pagaza
Enterrados entre la basura
Durante el recorrido las mujeres visitaron el panteón municipal "Domingo de Ramos", en Juchitán, Oaxaca. A espaldas del lugar hay una fosa común con los restos de decenas de migrantes sin reconocer, entre basura, restos de animales, flores marchitas y veladoras. En 2007 la administración municipal creó este espacio para sepultar a más de 14 personas que naufragaron en las costas de Oaxaca.
Imagen: DW/C. Pagaza
"Así termina el sueño americano"
Indignada al ver las condiciones en que son abandonados los cadáveres de los migrantes centroamericanos en México, Anita Zelaya de El Salvador dice: "los entierran como animales, entre la basura... y duele mucho pensar que nuestros hijos podrían estar aquí." Rubén Figueroa del Movimiento Mesoamericano llamó a las autoridades mexicanas a crear un banco de ADN para identificar los restos.