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Afganistán, ¿tema tabú?

7 de septiembre de 2009

Luce paradójico, pero las implicaciones de la voladura de los camiones de combustible secuestrados por talibanes son tan serias, que el tema corre el riesgo de ser barrido bajo la alfombra hasta pasadas las elecciones.

¿Misión de paz?Imagen: AP

A medida que pasan los días, las preguntas en torno a la voladura de dos camiones de combustible secuestrados por rebeldes talibanes en el Kunduz –perpetrada por un avión de combate estadounidense, pero siguiendo órdenes del ejército alemán– se acumulan y se vuelven más espinosas. Mientras tanto, las investigaciones del suceso avanzan y los políticos alemanes llamados a ofrecer respuestas ganan tiempo como pueden, probablemente para no decir más de lo necesario. Después de todo, faltan sólo tres semanas para las elecciones y el de Afganistán es un tópico incómodo para los partidos en campaña.

Ministro de Defensa Franz Josef Jung en Berl� (30 Abril 2009)Imagen: AP

El ministro de Defensa alemán, Franz Josef Jung, se ha mostrado impermeable a las críticas, pero dispuesto a demostrar su pesar por los civiles asesinados o heridos durante el ataque del viernes (4.9.2009), “si es que los hubo”. La Canciller, Angela Merkel, y el ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, los dos grandes contendores en los próximos comicios, compartirán sus posiciones este martes (8.9.2009) con una opinión pública ávida de saber: ¿Cómo se decidió el ataque de la madrugada del 4 de septiembre? ¿Acaso no había alternativa para ese bombardeo?

Preguntas abiertas

Soldados de la ISAF.Imagen: DPA

Sybille Golte argumentaba en su comentario para la Deutsche Welle que mientras más se tarde en dar respuestas concretas sobre este acontecimiento, más se intensificarán las ominosas sospechas que el ataque en Afganistán puso a rodar. La primera de ellas: que los aliados en Afganistán están separados por un abismo mucho más profundo de lo que se creía; Washington y Londres critican abiertamente al ejército alemán –aún sin que las indagaciones oficiales hayan sido concluidas–, y éste último acusa a los militares estadounidenses de querer desacreditar intencionalmente y a los cuatro vientos la participación alemana en Afganistán.

“Allí hay una pérdida de confianza mutua”, explica el Dr. Conrad Schetter, investigador del Centro para la Investigación del Desarrollo (ZEF, en alemán) de la Universidad de Bonn. “El General Stanley McChrystal, comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF, por sus siglas en inglés), estableció una nueva estrategia según la cual los civiles deben ser protegidos y sólo se deben efectuar ataques militares cuando sea estrictamente necesario. Los alemanes acaban de hacer precisamente lo contrario”, explica Schetter.

Predicciones ominosas

Imagen: AP

Otros augurios hechos por Golte se refieren a la posibilidad de que arrecien los ataques en contra de soldados alemanes debido al fracaso de su misión para la reconstrucción de Afganistán y a la impresión creciente de que éstos se hallan involucrados en operaciones de guerra. “También hay talibanes en el Norte [de Afganistán], una región supuestamente segura. Y aquellos que deberían garantizar la seguridad en esa zona no parecen saber protegerse sino mediante masivos ataques desde el aire”, dice Golte.

Schetter la secunda: “El bombardeo del viernes demuestra que, cuando unos camiones de combustible son secuestrados a seis kilómetros de una base militar alemana, el ejército alemán no está en capacidad de abandonar su base para salir a patrullar y recuperar esos vehículos”.

¿Misión de paz u operación de guerra?

“Eso significa que en el Provincial Reconstruction Team (PRT), que es una unidad instalada en el Kunduz para facilitar la reconstrucción de Afganistán, los solados alemanes se encuentran permanentemente asediados; de otra manera no se explica que no hayan salido a patrullar para liberar los camiones de combustible secuestrados. Y este estado de asedio en que se hallan, desde mi punto de vista, y desde una perspectiva política, sólo puede ser designado como un estado de guerra”, agrega Schetter.

“Yo espero que en las próximas tres semanas Afganistán se convierta en un tema con peso en el debate electoral y que cada partido diga abiertamente cuál es su posición de cara a este tópico; qué aspira que se logre en Afganistán y cómo espera que se alcance uno u otro objetivo”, señala el experto en temática afgana, conocedor de las confrontaciones violentas y demás problemas que afectan al proceso de reconstrucción del país asiático.

Incómodo asunto de Estado

La canciller Angela Merkel, en Kunduz el pasado 6 de abril.Imagen: AP

Según Schetter, sería grave que un asunto de Estado como Afganistán fuera barrido bajo la alfombra, a la espera de que pasen las elecciones: “La experiencia de los últimos años nos enseña que, después de cada elección, Alemania se ha visto más y más involucrada en la guerra de Afganistán sin que los partidos políticos en el Gobierno le hayan hecho el favor a sus electores de decirles claramente cuál es su posición de cara a Afganistán”.

“Ese es el problema central de los últimos años, y es de temer que después de las elecciones de 2009 el Gobierno alemán dé un paso adelante para seguir haciendo lo que sus aliados –sobre todo los estadounidenses– quieren. Eso implicaría el envío de un mayor número de soldados a Afganistán y un mayor compromiso en una guerra que no es apoyada por el pueblo alemán”, asegura.

Autor: Evan Romero-Castillo

Editor: Claudia Herrera Pahl

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