La canciller alemana justificó en una declaración de gobierno la política alemana en Afganistán. Planteó muchas preguntas, pero no dio ninguna respuesta, algo que decepciona, opina Marcel Fürstenau.
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Al hablar sobre la cruel situación y la desesperanza en Afganistán, mucho de lo que dijo la canciller alemana, Angela Merkel, fue correcto: "Seremos testigos de tremendos dramas humanos”. O: "Lo ocurrido en los últimos días es terrible, son días amargos”. O bien: "Para muchas personas en Afganistán, es una tragedia total”. Todo eso es cierto. Pero eso lo sabe ella, lo sabemos nosotros, lo sabe todo el mundo, a más tardar desde la entrada de los talibanes en Kabul y desde que estos tomaron el poder en todo el país.
Pero, en vista del dramático y rápido colapso del país luego de precipitarse la retirada militar, se hubiera esperado algo más de una canciller que gobierna Alemania desde 2005, y que carga con la responsabilidad política de 16 de los 20 años de la misión alemana en Afganistán. Algo más que el agradecimiento sobreentendido y merecido a los soldados alemanes, a los cooperantes al desarrollo, a diplomáticos y fuerzas afganas. Como mínimo, se esperaban palabras de autocrítica. Aún mejor: una disculpa en nombre de Alemania por dos décadas de una política errada en Afganistán, y por haber dejado librados a su propia suerte a tantos colaboradores del Ejército alemán y de otras organizaciones.
La respuesta a casi todas las preguntas retóricas es "¡sí!”
En un comienzo, los objetivos propagados todavía eran creíbles: la lucha contra el terrorismo talibán y por la democracia y los derechos humanos. Pero ya pronto se vio que la alianza internacional se había sobreestimado en esta hazaña. Todas las advertencias fueron ignoradas, también por los cuatro gobiernos encabezados por la demócrata cristiana Angela Merkel, tres veces en coalición con los socialdemócratas, una vez con los liberales. Por lo tanto, también ellos son responsables del desastre en Afganistán.
Pero una canciller no puede esconderse detrás de ellos. Y sin embargo, lo hace al plantear una pregunta detrás de la otra, y no intentar dar siquiera una sola respuesta. "¿Fueron demasiado ambiciosos nuestros objetivos?” La respuesta debería haber sido "sí”. "¿Hemos subestimado la dimensión de la corrupción, así como sus efectos, entre los responsables en Afganistán?” Otra vez: ¡sí!
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Voces de advertencia que fueron ignoradas durante 20 años
Angela Merkel plantea muchas otras preguntas, y de ese modo evidencia, ante todo, su desconcierto. Pero la mayor gracia está en el final: "Planteo todas estas preguntas sabiendo que sería presuntuoso dar ya hoy respuestas bien fundadas o incluso concluyentes”. En eso tiene, al menos, bastante razón, ya que las respuestas no pueden ser de ningún modo concluyentes mientras todavía corra peligro la vida de soldados de la Bundeswehr en misiones de evacuación. A pesar de ello, la canciller se lo hace demasiado fácil con esta evaluación, ya que todas las preguntas que planteó no están sobre la mesa desde hace unos días, sino desde hace muchos años.
Y durante ese tiempo estas fueron las respuestas: que los objetivos eran demasiado ambiciosos, que se debían tomar más en serio las diferencias culturales, que la corrupción en Afganistán era descomunal. Esas y otras respuestas llegaron de expertos en defensa, en economía, cultura y ciencia. También fueron ofrecidas por los diputados en el Parlamento. Sin embargo, fueron ignoradas por los diversos gobiernos de Angela Merkel, probablemente a pesar de saber que eran correctas, porque nadie quería admitir el fracaso de la misión mientras Estados Unidos estuviera aún presente en Afganistán. Sobre eso, la canciller alemana, que pronto dejará su cargo, podría haber dicho también unas palabras.
(cp/ers)
Afganistán, entre la rabia y la desesperación
Tras la llegada de los talibanes al poder, muchos afganos han intentado abandonar el país. Pero también hay resistencia: cientos han salido a las calles a protestar contra los radicales islamistas.
Imagen: Wakil Kohsar/AFP/Getty Images
Protestas del Día de la Independencia
Después del impacto inicial, la gente en Afganistán ha comenzado a salir a las calles para protestar contra el régimen talibán. El jueves 19 de agosto, que se celebró el Día de la Independencia, en Kabul y otras ciudades hubo manifestaciones para conmemorar el fin del dominio británico, y de paso mostrar descontento por el retorno de los talibanes. Para ello, se exhibía la bandera nacional afgana.
Imagen: Wakil Kohsar/AFP/Getty Images
La importancia de la bandera
La bandera de Afganistán, negra, roja y verde, fue el símbolo más potente de las protestas del jueves 19 de agosto, ya que contrasta con la insignia blanca de los talibanes. "Cientos de personas salieron a las calles", dijo a Reuters Mohammad, uno de los manifestantes. "Al principio tenía miedo y no quería ir, pero luego vi que mis vecinos lo hicieron y tomé la bandera que tenía en casa".
Imagen: Wakil Kohsar/AFP/Getty Images
Victoria sobre los ocupantes extranjeros
Los combatientes talibanes y sus simpatizantes también salieron a las calles para celebrar el Día de la Independencia, mientras los milicianos declaraban orgullosos haber derrotado a Estados Unidos. No lo hicieron con la enseña negra, roja y verde, sino con su propia bandera.
Imagen: Rahmat Gul//AP Photo/picture alliance
La bandera de los talibanes: blanca y negra
Izar una bandera blanca significa cualquier cosa menos rendición en estos días en Afganistán. En realidad demuestra que los talibanes volvieron al poder. La bandera es blanca y lleva inscrita la Shahada, la profesión de fe islámica. Los combatientes la han estado exhibiendo desde que retomaron el control de Afganistán, por ejemplo, cuando patrullan las calles.
Imagen: Rahmat Gul/AP/picture alliance
Cruzando a países vecinos
Innumerables afganos han tratado de dejar el país desde el regreso de los talibanes. Una manera es cruzando la frontera con Pakistán. La familia afgana que se ve en la imagen llegó al país vecino el jueves 19 de agosto, a través del cruce de Spin Boldak/Chaman. El paso también estaba abierto al comercio, con camiones que transportaban productos agrícolas en ambas direcciones, según Reuters.
Imagen: AP Photo/picture alliance
Desesperados por escapar
Centenares de personas se congregan en la cerretera al aeropuerto, esperando la oportunidad para abordar algún avión militar y salir del país. En el aeropuerto Hamid Karzai la situación sigue tensa. Los talibanes tratan de mantener a la gente lejos, mientras las tropas estadounidenses intentan imponer orden. Varias personas han muerto debido a las estampidas generadas por la multitud desesperada.
Imagen: Wakil Kohsar/AFP/Getty Images
Dejados atrás
Los que pudieron pasar los controles establecidos por los talibanes en las calles de Kabul dejaron sus autos abandonados cuando consiguieron llegar al aeropuerto, con la esperanza de poder abordar alguno de los vuelos que estaban saliendo del país. Esos autos fueron después destruidos por quienes trataron de entrar al aeropuerto y no pudieron.
Imagen: Aykut Karadag/AA/picture alliance
Luchando para evacuar
El Ejército de EE.UU. trata de mantener la situación bajo control en el aeropuerto de Kabul. Washington, con otras potencias occidentales, ha sido criticado por no iniciar a tiempo la evacuación de su personal diplomático y de sus ayudantes locales, que colaboraron en la lucha. Ahora es poco claro que todas las personas vulnerables, incluidos periodistas, puedan ser llevadas a un lugar seguro.