Afganistán rechaza la hoja de ruta propuesta por EE. UU.
8 de marzo de 2021
Nuestra "dependencia" exterior no significa que "debamos aceptar peticiones ilegítimas", dijo el gobierno afgano sobre la propuesta del secretario de Estado estadounidense Antony Blinken.
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El Gobierno afgano rechazó este lunes (08.03.2021) la propuesta hecha en una carta por el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, de acelerar las negociaciones de paz con los talibanes, estancadas desde hace semanas, y que incluirían "un acuerdo negociado y un alto el fuego".
"Nuestra pobreza y dependencia del mundo exterior no significan que debamos aceptar peticiones ilegítimas", denunció el primer vicepresidente afgano, Amrullah Saleh, en un evento en Kabul un día después de que la carta de Blinken dirigida al presidente afgano, Ashraf Ghani, fuese filtrada a los medios afganos.
Saleh reconoció que la relación de Kabul "con el mundo occidental y los Estados Unidos es fundamental y se basa en intereses mutuos", pero afirmó que, aunque las potencias extranjeras son libres de decidir sobre su presencia militar en Afganistán, no lo son sobre el destino de la nación asiática. El vicepresidente afgano no fue el único en mostrar su descontento con la carta, que el propio New York Times describió como "inusualmente contundente". El parlamentario Arif Rahmani, por ejemplo, escribió en Twitter que la misiva era una "orden y una carta amenazante".
"Los americanos y los occidentales están en su derecho de organizar conferencias, dar entrevistas, escribir cartas y negociar con los talibanes sobre qué hacer con los 2.500 soldados estadounidenses y los varios miles de soldados de la OTAN. Y también es nuestro legítimo derecho el de no someter el destino de 35 millones de afganos al calendario de otros", dijo el vicepresidente, que dijo también querer la paz, "pero no una paz dictada".
lgc (efe/dpa)
La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
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Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
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Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
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La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
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Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
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Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
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El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
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Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.