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Aguas turbulentas para Berlusconi

10 de julio de 2003

No sólo el "altercado" diplomático desencadenado por el ministro de Turismo italiano con Alemania amenaza con seguir causando molestias al jefe de gobierno de Roma, sino también las pugnas internas de su coalición.

Nada parece alterar al primer ministro italiano.Imagen: AP

También dentro de Italia está levantando olas el entredicho que desencadenó el ministro de Turismo, Stefano Stefani, entre Roma y Berlín. La oposición demandó este jueves en el parlamento de Roma la destitución del funcionario gubernamental, que calificó a los turistas alemanes de "amorfos y supernacionalistas rubios", que invaden "estrepitosamente" las playas italianas. Los autores de dicha moción criticaron duramente tales expresiones, por "su gravedad, carácter inapropiado e irresponsable", agregando que "perjudicaron seriamente el prestigio de Italia".

Críticas internas

Claro está que los pedidos de la oposición pueden dejar sin cuidado al primer ministro, Silvio Berlusconi, cuya coalición de gobierno goza de mayoría en ambas cámaras del parlamento. Por lo demás, el premier es el único facultado para despedir a un secretario ministerial, de manera que tampoco el afectado tendría motivos para preocuparse, mientras goce del favor de su máximo jefe. De poco sirve que varios miembros del gabinete italiano se hayan distanciado de las ofensas proferidas por Stefani, que indujeron al canciller alemán, Gerhard Schröder, a cancelar sus proyectadas vacaciones en la costa del Adriático.

Las críticas más severas fueron proferidas por el ministro italiano de Asuntos Europeos, Rocco Buttiglione, quien junto con constatar que en cada nación existe "un cierto número de locos", se preguntó si el secretario de Turismo "no podría encontrar otra ocupación, fuera del gobierno".

"Catástrofe natural"

Por su parte, el gobernador de la provincia en que originalmente pensaba pasar sus vacaciones Schröder, Vito D’Ambrosio, atribuyó al incidente el carácter de una "catástrofe natural", exigiendo de Roma una compensación por el daño que sufrió la imagen de la región. Las autoridades locales temen que el ejemplo del canciller alemán pueda hacer escuela entre sus coterráneos y provocar un notorio descenso del turismo germano en la zona, aunque los principales consorcios turísticos alemanes aseguran que no han registrado una baja en la demanda de viajes a Italia.

Los perjuicios económicos probablemente se mantendrán dentro de estrechos límites, pero con eso no se acaban los problemas de Berlusconi. No sólo en Alemania el subjefe de la bancada socialdemócrata, Gernot Erler, opinó que el gobierno de Roma "debería comprender lentamente que está cayendo en el aislamiento a nivel europeo", sino que la prensa local arremetió también contra el primer ministro. El periódico Corriere della Sera criticó su reacción indiferente, mientras La Repubblica indicó que "está en duda la credibilidad del gobierno", puntualizando que los daños serán sobre todo de naturaleza política. Algunos comentaristas italianos consideran que no habría podido despedir a Stefani sin correr el riesgo de que su partido, la Liga Norte, empleara eso como argumento para abandonar el gobierno. El presidente de dicha colectividad, Umberto Bossi, amenazó de todas maneras abiertamente con romper la coalición, no por el altercado con Alemania, sino por querellas internas en torno a la política económica y laboral. Y algo que por lo visto tampoco perturba a Berlusconi, quien comentó que no había intervenido en la pugna porque "hay que dejar que los muchachos se desahoguen".

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