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Ahmadneyad: promesas incumplidas

Yalda Zarbakhch14 de junio de 2013

Mahmud Ahmadineyad entregará a su sucesor un país aislado y debilitado económicamente; un legado complejo para quien resulte elegido en los comicios presidenciales iraníes.

Imagen: Irna

Ahmadineyad asumió la presidencia en 2005 con grandes promesas: los ingresos del país, emanados del petróleo, habrían de “hacerse notar en la mesa del comedor de cada familia iraní”. Además, el presidente se proponía crear anualmente dos millones de nuevos empleos, acabar por completo con la desocupación y reducir la tasa de inflación a menos de un 10 por ciento. Ocho años más tarde, al término de su período, la realidad es muy diferente: de acuerdo con cifras oficiales, la inflación llega al 30 por ciento y el desempleo a cerca del 12 por ciento. Las cifras reales probablemente sean aún más negativas.

El economista iraní Fereydoun Khavand opina que Ahmadineyad asumió la presidencia sin tener un verdadero programa en materia de política económica. “El único plan que tenía, si se puede calificar de plan, basaba en el populismo”, indica. Algunas de sus promesas fueron puestas en práctica, como la entrega de subvenciones para la población rural o para parejas recién casadas.

Estancamiento y depreciación de la moneda

Entre las promesas que, en cambio, no pudo cumplir, se cuenta la de mantener la estabilidad del rial, la moneda nacional. Esta ha perdido dese 2011 un tercio de su valor con respecto al dólar, lo que atiza adicionalmente la inflación. La tasa inflacionaria se situaba en torno a un 12 por ciento al asumir Ahmadineyad. Expertos y organizaciones internacionales calculan que ahora se eleva a entre un 40 y un 60 por ciento. Sobre todo se han registrado fuertes alzas en los precios de los alimentos, los arriendos y el transporte público.

Una moneda debilitada.Imagen: www.asio.ir

Al mismo tiempo, la economía de Irán padece los efectos de las sanciones occidentales. Antes de la llegada de Ahmadineyad al poder, la tasa de crecimiento se acercaba al 7 por ciento. Ahora es negativa, según el FMI, con una ligera perspectiva de repunte para 2014.

“Catástrofe” para la economía

Antes de que el endurecimiento de las sanciones internacionales frenara drásticamente las exportaciones iraníes de petróleo en 2012, el país recibía ingresos considerables por este concepto. Según Khavand, el dinero no se utilizó sin embargo correctamente. Gran parte se gastó en la importación de bienes.

Además, el aparato gubernamental se abultó y también la agenda de política exterior y de seguridad tuvo su precio. “Por ejemplo, se dio respaldo a organizaciones y grupos extranjeros cercanos a la república islámica iraní, como Hezbollah en el Líbano, o Hamas”, explica Fereydoun Khavand. En síntesis, el economista califica los ocho años de gobierno de Ahmadineyad como una “catástrofe para la economía iraní”. Y acota que las sanciones internacionales agudizaron aún más los efectos de la ineficiencia y el mal manejo interno.

Sin cambios en el horizonte

En el aspecto político, el último tramo del período de Ahmadineyad se ha visto marcado principalmente por la lucha de poder interna. “Los ocho años de gobierno de Ahmadineyad pusieron de manifiesto la fragilidad de la Constitución iraní y del sistema de poder imperante”, señala en conversación con DW Mehrean Barati, un opositor iraní en el exilio. A su juicio, quedó en evidencia que el presidente –aunque haya sido elegido por los máximos líderes religiosos- no tiene posibilidad alguna de gobernar en forma autónoma.

Según Barati, no cabe esperar mayores cambios de parte del sucesor de Ahmadineyad. Y eso vale en especial para la controversia sobre el programa atómico. Barati destaca el aspecto ideológico del asunto y estima que, “independientemente de quién sea elegido, el conflicto con la comunidad internacional proseguirá”.

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