AI: investigación de CPI facilita hacer justicia a rohinyás
7 de septiembre de 2018
La resolución favorable de la Corte Penal Internacional acerca de su jurisdicción sobre supuesta deportación de rohinyás de Birmania (Myanmar) a Bangladesh abriría el camino para hacer justicia a esta minoría musulmana.
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Más de 700.000 rohinyás huyeron de Birmania tras la ofensiva que el Ejército lanzó, a finales de agosto de 2017, en el norte del estado Rakáin, en el oeste del país, en respuesta al asalto armado de un grupo insurgente de esta minoría contra puestos policiales.
Birmania no acepta la jurisdicción de la CPI pero los jueces concluyeron ayer que la deportación se habría terminado de cometer en territorio de Bangladesh, país que sí ha ratificado el Estatuto de Roma, carta fundacional de este tribunal de La Haya.
"La decisión es un paso significativo en la dirección correcta que abre un claro camino a la justicia para los rohinyá", dijo el director para el Sur de Asia de AI, Biraj Patnaik, este viernes (7.09.2018) en un comunicado.
"Señal a los militares birmanos"
"La corte ha enviado una clara señal a los militares birmanos de que tendrán que rendir cuentas", añadió.
La organización señaló que la deportación forzosa es solo uno de los crímenes cometidos por el Ejército birmano contra los rohinyás , que durante la ofensiva también fueron víctimas de asesinatos, violaciones y la quema de sus casas, crímenes que AI asegura haber documentado de forma extensa.
Por ello, AI instó al Consejo de Seguridad de la ONU a enviar a Birmania a la CPI para que investigue los crímenes contra la humanidad cometidos contra los rohinyás y otras minorías en los estados Kachin y Shan, en el norte y noreste del país.
"A la vez que celebramos la decisión de la CPI, la comunidad internacional debe verlo como un estímulo para tomar más acciones", dijo Patnaik.
Birmania no reconoce la ciudadanía a los rohinyás, a los que considera inmigrantes bengalíes, y les somete desde hace años a todo tipo de discriminaciones, incluidas restricciones a la libertad de movimientos.
ACNUR y PNUD listos para comenzar evaluaciones
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) están listos para comenzar a implementar las actividades de evaluación en los pueblos de mayoría rohinyá en Birmania (Myanmar).
Así lo afirmó hoy en rueda de prensa Babar Baloch, portavoz de la ACNUR, quien explicó que el Gobierno ha informado a las dos agencias que estas evaluaciones podían comenzar, aunque aún no ha entregado las autorizaciones individuales para que los funcionarios internacionales puedan viajar por el país.
Estas evaluaciones son parte del Memorando de Entendimiento sobre el retorno de refugiados rohinyás desde Bangladesh a su país firmado entre los organismos y el Gobierno birmano y que, transcurridos tres meses desde su firma, aún no se ha implementado.
Las agencias denuncian que los miembros de la comunidad rohinyá no tienen libertad de movimientos, no pueden trabajar, ni ir a la escuela ni acceder a los servicios sanitarios.
La ACNUR y el PNUD solicitan, además, que se les otorgue la nacionalidad birmana a todos los rohinyás, considerados extranjeros en su propio país y por lo tanto, apátridas.
CP (efe, dpa)
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Niños rohinyá: abusados, secuestrados, huérfanos
La grave situación de los musulmanes rohinyá, obligados a escapar de las atrocidades cometidas por militantes y el Ejército en Myanmar, es difícil de digerir. Los niños son los más vulnerables, como muestran estas fotos.
Imagen: DW/J. Owens
Disparados y apuñalados
Desde agosto, más de 600.000 rohinyás han huido de Myanmar a Bangladesh. “El día que los militares vinieron, quemaron la aldea y le dispararon a mi madre cuando intentaba escapar. Mi papá no podía caminar, entonces lo apuñalaron. Lo vi con mis propios ojos”, dice Mohammed Belal, de 10 años, quien logró escapar.
Imagen: DW/J. Owens
Perseguidos por el trauma
La hermana de Mohammed, Nur, también vio la matanza. Ella y su hermano viven ahora en un refugio para niños sin compañía en Bangladesh. Ella puede jugar ahí y comer regularmente, un fuerte contraste con su viaje desde Myanmar, donde ella y su hermano casi se mueren de hambre. Pero la niña sigue siendo perseguida por el trauma de las últimas semanas. “Extraño a mis padres, mi hogar, mi país”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Conflicto de profundas raíces
El conflicto, el cual ha tenido lugar en los últimos 70 años y tiene sus raíces en la organización social del país después de la Segunda Guerra Mundial, ha cobrado más de 2.000 víctimas desde 2016, incluyendo la madre de Rahman, de 12 años (arriba). "Incendiaron mi casa y mi madre estaba enferma, así que no pudo irse", dice.
Imagen: DW/J. Owens
Salven a los niños
Dilu-Aara, de 5 años, llegó al refugio con su hermana después de ver a los militares asesinar a sus padres. “Estaba llorando todo el tiempo y las balas volaban sobre nuestras cabezas. De alguna forma escapé”. La agencia internacional Save the Children está ayudando a los menores que llegan a Kutupalong sin sus padres. Los niños representan hasta el 60% de los refugiados rohinyás en Bangladesh.
Imagen: DW/J. Owens
Cazados como animales
Jaded Alam está entre los cientos de niños que llegan a Kutupalong sin sus padres. Afortunadamente, su tía cuida de él, y muy bien, reconoce Jaded, quien creció en una aldea llamada Mandi Para, donde le encantaba jugar fútbol. Todo cambió cuando los militares atacaron. “Nos dijeron que nos fuéramos de nuestra casa. Cuando estaba corriendo con mis padres, les dispararon. Murieron en el acto”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Secuestro de niños
No todos han sido separados durante el escape. Rahman Ali ha estado registrando el refugio por semanas después de que Zifad, su hijo de 10 años, desapareciera. Los rumores sobre el secuestro de niños ha rondado el refugio por años y Rahman teme que su hijo haya caído presa de los traficantes de personas. “No puedo comer, no puedo dormir. ¡Estoy tan enojado! Es como si me hubiese vuelto loco”.
Imagen: DW/J. Owens
"Mi mente no es normal"
Cuando comenzó el tiroteo, Sokina Khatun hizo todo lo que pudo para proteger a sus hijos, pero no pudo salvar a Yasmine, de 15 años, y Jamalita, de 20, quienes estaban en una aldea vecina en el momento. “Les cortaron la garganta en frente de sus abuelos”, dice. “Estaba paralizada, no podía sentir el dolor. Ahora mismo, mi mente no es normal”, dice. Ella logró rescatar a nueve de sus niños.
Imagen: DW/J. Owens
Atacados, violados y robados
Yasmine cree que podría tener 15 años, pero luce considerablemente más joven. En su aldea, solía jugar con canicas y correr por los campos vecinos, pero recuerdos diferentes la persiguen ahora: el ataque de las fuerzas de Myanmar, la golpiza y asesinato de sus amados padre y hermanos y la violación por parte de un grupo de soldados que también la robaron: “Sentí mucho dolor en mi cuerpo”, dice.