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“Populismo mediático”

3 de mayo de 2010

¿Qué efecto tienen en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina y Brasil, las prácticas de activismo mediático de sus poderes ejecutivos? DW-WORLD conversó con expertos latinoamericanos y alemanes.

Hugo Chávez (i), Rafael Correa (c) y Evo Morales (d). Archivo (2007)Imagen: picture-alliance/ dpa

¿Son nuevos los discursos, las prácticas y la política gubernamental hacia los medios que siguen la Venezuela de Hugo Chávez, el Ecuador de Rafael Correa, la Bolivia de Evo Morales, la Argentina de los Kirchner, el Brasil de Lula Da Silva, o el Uruguay de José Mujica y el segundo Gobierno del Frente Amplio? ¿Es la ideología el factor central para definirlas? ¿Qué efectos tienen sobre la libertad de expresión en sus países?

Un discurso público ideológico, crítico con el rol de los medios en el proceso político y la sociedad; nuevas prácticas de comunicación directa con la opinión pública y de relación hostil con el periodismo; así como el intento de regulación del espacio mediático, concentran una serie de “innovaciones” de estos gobiernos, con consecuencias positivas y negativas, sostiene Philip Kitzberger, politólogo de la Universidad Torcuato di Tella de Buenos Aires (UTDT) e investigador invitado del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo (GIGA-ILAS).

En vivo y en directo

También Lula y Mujica tienen programas de radioImagen: AP

Uno de los dispositivos más "novedosos" son los programas regulares de radio y televisión conducidos por los propios presidentes. “El obviamente más famoso es Aló Presidente (donde el ejecutivo venezolano nombra y destituye ministros, hace pedagogía popular, advierte a sus adversarios, habla con gente de pueblo). Pero en Ecuador existe una emisión semanal parecida (El Presidente dialoga con el pueblo). Y en Brasil tenemos Café con el Presidente, que se transmite los lunes a todo el país por Radio Brasil y es un gran instrumento de formación de agenda pública”, aseguró el investigador argentino de GIGA-ILAS.

También Mujica tiene su programa Habla el Presidente en la radio uruguaya. En Argentina los Kirchner eligieron el atril presidencial para dirigirse al pueblo a través de los medios, aunque más bien ocasionalmente. “En Bolivia no tiene sentido porque no hay una audiencia nacional que hable español, dadas las divisiones etnolingüísticas del país, por lo tanto el Gobierno ha decidido tener estrategias más descentralizadas a través de una red de así llamadas ‘radio comunitarias’”, aclaró Kitzberger en un reciente evento del GIGA-ILAS sobre “Medios y Política en América Latina: nuevos problemas y perspectivas”.

En Venezuela son frecuentes las "cadenas nacionales".Imagen: AP

Además del frecuente uso de “cadenas nacionales” –interrupción obligatoria de la transmisión regular de todas las televisoras públicamente reconocidas para transmitir mensajes gubernamentales, calificados de interés público– los Gobiernos de estos países han restringido la concesión de entrevistas, las conferencias de prensa y el contacto regular entre fuentes políticas y periodistas.

“Lo que es común a todas estas medidas es la intención de ‘puentear’ al periodismo en el contacto con la opinión pública” apuntó Kitzberger.

Periodistas: ¿ovejas negras?

Presidentes, funcionarios de Gobierno y bases partidistas muestran sistemáticamente los sesgos de la cobertura de los medios, ponen en duda la neutralidad de la prensa como una “ilusión liberal” y proclaman la necesidad de democratizar la esfera pública, en la que denuncian el predominio de “voces con fuerza de mercado”.

El Gobierno venezolano de forma constante, el ecuatoriano, el boliviano y el argentino con una frecuencia relativamente menor, o Brasil y Uruguay en situaciones de crisis con los medios, los identifican “como actores políticos interesados y parciales, vinculados a las élites dominantes o –en las versiones más populistas– a ‘la oligarquía’ o al ‘imperialismo’”, dijo Kitzberger a DW-WORLD.

Evo Morales en campaña en 2009.Imagen: AP

Este estilo de relación entre Gobierno y medios aliena a los periodistas, incluso pese a simpatías e inclinaciones ideológicas originarias de quienes se consideran socialdemócratas o militantes de izquierda. “Periodistas de los movimientos sociales que en el proceso boliviano eran muy solidarios con el Gobierno de Evo Morales están ahora muy disgustados con el trato que les da el presidente”, constató Simón Ramírez Voltaire, periodista y politólogo germano-boliviano del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín (LAI-FU-Berlín), en entrevistas con profesionales de ese país andino.

¿Gobiernos que mienten?

“La crisis de los partidos como órganos de representación política y el resurgimiento del populismo y sus lógicas de identificación directa del líder con el pueblo, entran en tensión con los estándares demócrata-liberales de la prensa”, que suponen al periodismo como intemediador entre política y sociedad, como ejercicio profesional autónomo que opera sobre bases éticas y sin motivaciones políticas, explicó Kitzberger.

Diario del principal grupo de medios privados de Argentina.Imagen: Victoria Eglau

Pero “hay que distinguir entre el uso discursivo de la realidad y la realidad misma”, recomienda Marco Navas Alvear, jurista e investigador de la Universidad Católica de Ecuador (PUCE) y el LAI-FU-Berlín. Del mismo modo que estos Gobiernos “usan retóricamente el tema de la realidad mediática, los medios también usan retóricamente el discurso de la libertad de expresión” como argumento contra la crítica, aseguró a DW-WORLD el investigador ecuatoriano.

Criticar el “discurso populista” sobre la realidad latinoamericana no conduce a ignorarla. La concentración de la propiedad mediática, sus intensas vinculaciones con grupos de poder económico y político, la debilidad de los medios públicos y de la regulación estatal estaban ya estrechamente ligadas antes del Gobierno de Correa a un “agudo deterioro de la institucionalidad democrática” en Ecuador, insistió Navas. Una situación similar enfrentaron otros de estos gobiernos al ascender al poder.

Medios y mercado

Por supuesto, “que Correa pueda decir en Ecuador que los periodistas son ‘empleados bancarios’, o que Evo interpele a su público (en Bolivia) diciendo que los medios son defensores del neoliberalismo o el imperialismo, tiene que ver con la experiencia real (la instrumentaliza políticamente). El periodismo no ha funcionado en estos países de forma autónoma”, admitió Kitzberger.

Correa y Cristina Fernández(centro) junto a otros líderes latinoamericanos reunidos en la Cumbre UNASUR (Argentina, 2009).Imagen: AP

Los grandes medios son mayoritariamente propiedad de instituciones financieras en Ecuador. La experiencia de silenciamiento mediático de la llamada “guerra del gas” en Bolivia o del golpe de Estado de 2002 en Venezuela generaron en su momento gran descrédito hacia los medios privados. “En Argentina o en Brasil, con mayor profesionalización del campo periodístico (si se lo compara en la región) este tipo de interpelación a los medios resulta menos exitosa”, agregó el politólogo argentino.

Sobre regulación legal, diferencias entre medios públicos y gubernamentales y la pregunta sobre si el "populismo mediático" es exclusivo de la izquierda, siga leyendo...

Por si acaso, la ley

Hugo Chávez radicalizó su postura contra los medios privados tras golpe de Estado de 2002.Imagen: AP

En consecuencia, refomas constitucionales, nuevas leyes de medios y medidas administrativas se proponen rebalancear el peso relativo de los actores, heredado del período neoliberal de los ’90 –con un predominio absoluto de los medios comerciales privados sobre los estatales y los de la sociedad civil.

Venezuela encabeza una fuerte política de creación de medios estatales, con tres canales de televisión y unas 30 radioemisoras públicas, además de Telesur (para toda América Latina). En Ecuador se crearon por primera vez un diario público (El Telégrafo) y una televisora nacional (EcuadorTV) y se relanzó la radio pública. En Brasil se reunieron sociedad civil, Gobierno y empresariado en la Primera Conferencia Nacional de Comunicación y se creó la primera televisión pública nacional. En Argentina la nueva y polémica ley de medios (sin implementar) supone igualmente el fortalecimiento del sector público.

Medios públicos o gubernamentales

Las políticas de promoción de medios comunitarios (financiamiento de equipos, facilitación de licencias, reconocimiento público y constitucional como actores legítimos de la comunicación), generan al mismo tiempo cierta tensión entre estos actores “que son aliados pero al mismo tiempo sienten el peligro de su instrumentalización y el cuestionamiento de su autonomía constitutiva”, advierte Philip Kitzberger.

En general existe una discusión sobre el carácter público o gubernamental de estos medios: “En Venezuela no hay sutilezas, el ministro de Comunicación Andrés Izarra ha declarado que necesitan los medios públicos para contestar a los privados. En Ecuador y Brasil los gobiernos se cuidan de presentar cierta autonomía de los medios porque saben que eso repercute en su recepción”, dice Kitzberger.

Adicionalmente, las nuevas leyes de medios y en algunos casos las constituciones han establecido restricciones a la concentración de la propiedad y las cuotas de audiencia de los medios comerciales privados, fijan cuotas de uso público (o gubernamental) de estos medios, cuotas de producción nacional –lo que, desde la perspectiva de las grandes empresas mediáticas, “afecta el negocio”.

Populismo (mediático): ¿exclusivo de la izquierda?

Cuando Menem ganó las elecciones en 1995 consideró que le había ganado a la prensa.Imagen: AP

Mirado a escala global, más que considerarlo un fenómeno de izquierda o derecha, este activismo político se relaciona para Jorge Gordin, politólogo del GIGA-ILAS, “con el activismo que tuvieron la oposición o el oficialismo en el pasado”, así como las relaciones de ambos con los medios. En España, desde el Partido Popular, José María Aznar acusaba al periodismo de "izquierdista". En la Argentina de Carlos Menem se le acusaba de “instrumento y micrófono de intereses tecnocráticos neoliberales”, recuerda Gordin.

Los gobiernos neoliberales de los ’90 tenían también prácticas agresivas contra los medios. Menem usó una estrategia de persecución judicial. El conservador presidente de Colombia, Álvaro Uribe, tiene también una emisión semanal de sus Consejos Comunales.

Así que los actuales gobiernos de izquierda no han renunciado a viejas prácticas; pero tienen un repertorio nuevo y se distinguen –según Kitzberger– de gobiernos de la región con distinto tinte ideológico, por el insistente discurso y revisión crítica exhaustiva de los sesgos de los grandes medios (privados, opositores) en variados espacios de los medios públicos o gubernamentales.

Cada uno con estilos y bajo condiciones propias: En Bolivia se prioriza un discurso de reivindicación étnica, en Venezuela se organizan “las guerrillas comunicacionales de Chávez –grupos de personas que hablan con la gente cara a cara, pintan paredes, postean en Internet contestando el mensaje de los 'medios dominantes'”, ejemplificó Kitzberger.

Fenómeno global

Tony Blair y Bill Clinton también "disciplinaron" a la prensa.Imagen: AP

Sin embargo, la intervención de los ejecutivos en el ámbito mediático se ha globalizado en las últimas décadas y no excluye a gobiernos liberales. Si bien la experiencia de Chávez parece haber servido de modelo en América Latina, el “disciplinamiento de fuentes” o la “inducción de noticias” en los medios (el llamado “spin doctoring”) fueron popularizados por Tony Blair y el nuevo Laborismo británico. Otros aprendizajes positivos y negativos se derivan de populismos liberales europeos entre los que destaca el caso Berlusconi en Italia, o de la comunicación de crisis (“war room”) de Bill Clinton.

Entre los retos de los gobiernos de izquierda latinoamericanos continúa pendiente el balance entre la profesionalización, regulación y autorregulación periodística por un lado, y la posibilidad de coartar el acceso generalizado a los medios y la producción de información o de producir regulaciones excesivas que sobrecarguen el aparato estatal, por otro.

“Se puede tener la Ley de Medios más progresista del mundo y al mismo tiempo un Estado que la utiliza como instrumento político”, señaló Ramírez Voltaire a DW-WORLD. La “pregunta del millón”: ¿cómo crear, en el contexto regional, a contrapelo de los diversos intereses económicos y políticos, espacios y órganos que garanticen una comunicación más abierta, plural, una cultura de debate y no de guerra comunicativa?

Autora: Rosa Muñoz Lima

Editor: Enrique López Magallón

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