¿Al borde de una tercera Intifada?
6 de julio de 2014 Cuando las agencias de noticias explican la nueva crisis de las relaciones palestino-israelíes, sus causas parecen fáciles de entender: las protestas se intensifican y extienden desde el este de Jerusalén hacia los pueblos árabes en sus cercanías, atizadas por reportes de autopsia según los cuales un joven palestino fue quemado vivo. Ni siquiera el Gobierno de Israel desestima la sospecha de que Mohammed Abu Khudair, de 16 años, fue asesinado en venganza por el homicidio de tres adolescentes judíos, confirmado dos días antes (30.06.2014).
Los presuntos homicidas de Mohammed Abu Khudair, arrestados este 6 de julio, han sido descritos como israelíes radicalizados. Y el asesinato de Gilad Shaar, Neftalí Fraenkel y Eyal Yifrah, los tres jóvenes judíos, es percibido como la obra de extremistas palestinos. Pero eso no ha impedido que la furia ciega propicie enfrentamientos o que los políticos de uno y otro bando pesquen en río revuelto, justo cuando Hamas había hecho concesiones nada desestimables para allanar el camino hacia la paz entre ambos pueblos.
“Todos parecen querer revancha”
Los ánimos se caldean a tal punto en el Cercano Oriente que muchos pronostican el inicio de una tercera Intifada. Unos la piden, otros la temen. “La situación es aún peor que durante la primera y la segunda Intifada”, comenta Mohammed Abu Chedair en entrevista con DW, ofreciendo la perspectiva que le falta a los corresponsales de la prensa internacional. Este palestino de 46 años, radicado en el este de Jerusalén, habla con propiedad sobre los cambios que ha visto en los asentamientos árabes tras los incidentes mencionados.
En Shuafat, por ejemplo, la rabia de muchos se ha manifestado en las agresiones contra los agentes policiales israelíes, pero también en actos vandálicos que han dañado severamente los servicios públicos que los mismos palestinos disfrutan. “Yo quiero que mis hijos se mantengan alejados de este barrio”, dice Mohammed, admitiendo también que él no se atreve a poner pie en urbanizaciones habitadas por judíos ortodoxos. El deseo de venganza está en el aire, asegura. “Todos parecen querer revancha”, subraya.
“Ni en la primera ni en la segunda Intifada percibí yo tanto odio como ahora”, asegura Mohammed, agregando que la mayoría de la gente en su entorno quedó demasiado traumatizada por el último levantamiento contra Israel –que duró hasta 2005– como para desear el estallido de una tercera Intifada. Pero si llegara a tener lugar, ese levantamiento sería aún peor, porque involucraría hasta a los más moderados. “La gente se siente oprimida”, señala. A sus ojos, el Gobierno israelí tiene el poder para evitar que se llegue a ese punto.