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Al Qaeda sigue activa en Afganistán

11 de junio de 2003

Tras el atentado contra los soldados alemanes emplazados en Kabul se esconde la mano de la red terrorista de Osama Bin Laden, en novedosa alianza con un caudillo afgano, según el ministro de Defensa germano.

Rumsfeld y Struck: cordialidad en el aniversario del Centro Marshall.Imagen: AP

Estados Unidos parece haber dado vuelta la página. La atención de Washington se concentra ahora en el conflicto del Medio Oriente, mientras siguen cicatrizando las heridas ocasionada por la crisis iraquí en sus relaciones con Berlín y París. Pero, como en Alemania la sensibilidad sigue a flor de piel, no pasaron inadvertidas las palabras del secretario de Defensa estadounidense en su primera visita tras la guerra contra Irak. Hablando en el décimo aniversario del Centro de Estudios de Seguridad que lleva el nombre del padre del Plan Marshall, Donald Rumsfeld volvió a establecer diferencias entre la "nueva" y la "vieja" Europa. Precisó lo que todos sabían: que la Casa Blanca no distingue entre ambas categorías por antigüedad o ubicación geográfica, sino por la actitud y visión de cada país con respecto a las relaciones transatlánticas.

Cabos sueltos

Claro está que todos hablan de "normalización" en los vínculos y de mirar hacia adelante, unidos. Pero en el camino que transita Washington a toda velocidad van quedando cabos sueltos, de enorme potencial explosivo. En Irak, por lo pronto, la situación está bajo un precario control y se dilata la organización de estructuras que puedan sustentar una democracia participativa.

Tampoco en Afganistán se ha logrado consolidar un estado de derecho operante. Es vox populi que, tras un año en el cargo, el presidente Hamid Karsai sólo gobierna Kabul y sus alrededores. Y ni siquiera allí se puede garantizar la seguridad, como lo dejó en evidencia el atentado que este fin de semana costó la vida a cuatro soldados alemanes y dejó casi una treintena de heridos.

Inquietantes alianzas

Afganistán sigue siendo terreno minado. Y las alianzas que aparentemente se fraguan allí son más que inquietantes. Al menos eso es lo que percibe el ministro alemán de Defensa, Peter Struck, quien reveló en un programa de TV que el autor de ese golpe estaba vinculado a Al Qaeda, la red terrorista de Osama Bin Laden. Según el ministro germano, el extremista contaba con ayuda financiera y logística de Gulbudin Hekmatyar, un caudillo afgano que ganó fama en la lucha contra la ocupación soviética. Pero eso no es todo: también antiguos talibanes participaron en los preparativos del atentado, de acuerdo con la versión de Struck.

Esas declaraciones, que sorprendieron por adelantarse al resultado final de las investigaciones, ponen de manifiesto la peligrosidad del polvorín afgano. No sólo indican que Al Qaeda sigue operando y reagrupando fuerzas, sino también que podría ganar nuevos aliados, como los seguidores de Hekmatyar, que lucharon enconadamente contra el régimen talibán. Todo esto ocurre a escasos kilómetros de las tropas internacionales emplazadas en ese país que Estados Unidos parece dar por pacificado.

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