Albania y su plan de eliminar el efectivo de su economía
1 de septiembre de 2025
El primer ministro de Albania, Edi Rama, consiguió un cuarto mandato en mayo de 2025, prometiendo a los ciudadanos albaneses que lideraría la entrada del país en la Unión Europea para 2030.
A mediados de julio, anunció otro plan importante para ese mismo plazo: "Tenemos una ambición: que para finales de esta década, Albania se convierta en una sociedad sin efectivo, lo que significa que todas las interacciones y transacciones financieras sean totalmente digitales", dijo Rama ante representantes empresariales durante una reunión titulada "Albania 2030. Una visión hacia la integración europea". Todo suena muy sencillo y claro. Pero, ¿lo es realmente?
"Prefiero el efectivo"
En la vida cotidiana, Mimoza A., una mujer de 62 años de Tirana, cuenta que únicamente utiliza su tarjeta bancaria cuando retira su salario del cajero automático cercano a su departamento.
"No es común que la gente de mi generación use tarjeta para pagar la comida o en la peluquería. Prefiero el efectivo y siempre lo haré", comenta a DW. Mimoza no es la única que piensa así: la mayoría de la población del país opina de la misma manera.
¿Es una quimera la sociedad sin efectivo en Albania?
Cuando Albania se liberó del yugo de la dictadura comunista, hace 35 años, no tenía un sistema bancario y financiero moderno. Tras la transición a la democracia, el progreso también fue lento: los cajeros automáticos se introdujeron recién en 2004.
Arben Malaj, que fue ministro de Finanzas y Economía entre 1997 y 2005, y ahora es experto financiero y docente, considera que el populismo es el motor detrás de la ambición de Rama de lograr una economía sin efectivo.
Malaj afirma que hay varios elementos cruciales que harán difícil conseguir una sociedad sin efectivo en los próximos cinco años.
"La alta tasa de informalidad, especialmente en el sector agrícola, que representa una gran parte del PIB [de Albania], es mucho mayor que en cualquier otro lugar de la región. Un alto porcentaje de la población vive en áreas rurales. Además, la mayor parte de los ingresos de los emigrantes —miles de millones de euros al año— se envía fuera de los canales de pago oficiales. Y los principales socios comerciales de Albania —Turquía, Grecia e Italia— también tienen altos porcentajes de informalidad", explica a DW. Y, además, advierte que cualquier reducción del efectivo requeriría una inversión masiva en ciberseguridad.
¿Ambición peligrosa?
Expertos en ciberseguridad como Besmir Semanaj consideran que el plan de Rama no solo es poco realista, sino también "peligroso". Semanaj recuerda los ciberataques masivos contra instituciones estatales en 2024. Los objetivos incluyeron el sistema e-Albania (el portal de servicios gubernamentales) y las páginas web del Parlamento y del Instituto de Estadística.
Semanaj señala que estos y otros grandes ciberataques de 2022 muestran claramente que Albania no solo es un país muy expuesto, sino que además no cuenta con la arquitectura necesaria para proteger esta infraestructura crítica.
"Incluso los países más avanzados de Europa, como Suecia o Noruega, están reevaluando la necesidad de mantener un mínimo de efectivo en circulación, precisamente por razones de seguridad y preparación ante emergencias o ciberataques", dice a DW.
¿Un largo camino por recorrer?
Para Semanaj, Albania está demasiado por debajo del estándar de la UE, donde los Estados miembros registran más de 300 transacciones digitales per cápita al año.
"Plataformas internacionales como Stripe no operan en absoluto en Albania, y las pequeñas o medianas empresas dependen de bancos locales que ofrecen pasarelas de pago que suelen ser muy caras de integrar. PayPal existe para individuos, pero no es una solución integrada para los negocios albaneses. Esto significa que el comercio electrónico es limitado y bloquea el acceso de Albania al comercio digital global".
Así pues, aunque el primer ministro albanés Edi Rama quiera alcanzar a Europa y unirse a la UE lo antes posible, parece que Albania aún tiene un largo camino por recorrer para convertirse en una sociedad sin efectivo y necesitará más de una década para adaptarse a esta nueva cultura financiera.
(gg/ms)