A principios de 2005, el árbitro de la Bundesliga Robert Hoyzer se hizo famoso al verse involucrado en un escándalo deportivo que incluía apuestas y manipulación de partidos de fútbol. Lejos de dañar a los locales de apuestas, la publicidad le vino como añillo al dedo a un sector ya de por sí en plena expansión, que afronta en pocos meses un mundial de fútbol en propio suelo.

El gran negocio del juego

En 2004, los locales de juego recaudaron en Alemania tres billones de euros. Siete de los 65 millones de alemanes mayores de 14 años, han apostado dinero alguna vez. Vía Internet el negocio es todavía más voluminoso, y la tendencia es al alza.

El portal Betanwin, que ofrece "online" todo tipo de servicios de apuestas, aumenta sus ganancias a un ritmo del 200 por ciento por trimestre.

Por su parte, la cadena de pago alemana Premiere se prepara ya para el Mundial 2006 y una posible liberalización del mercado del juego, con el canal Premiere Win, que de momento sólo ofrece la posibilidad de apostar en carreras internacionales de caballos, pero cuya oferta piensa ser ampliada al fútbol, la Fórmula 1 y otros deportes. Además, Premiere y Betanwin están asociadas para ofrecer servicios de apuestas deportivas en Internet.

En las fronteras de la legalidad

En Alemania el juego es propiedad estatal. La empresa Oddset se encarga de su comercialización, que va de loterías a apuestas deportivas. La legislación alemana establece además, que derecho a negociar con las apuestas tendrá todo el que esté en posesión de una licencia.

Según apreciaciones de la Asociación Europea de Apuestas, existen en Alemania unos 10.000 locales de apuestas, principalmente en Berlín, que se mueven en un estrecho margen de incertidumbre legal.

La Unión Europea ha recomendado a Alemania que liberalice el mercado del juego. El próximo otoño, el Tribunal Federal se pronunciará en relación a esta cuestión. Si la sentencia es favorable a un fin del monopolio, empezará la carrera por ser el primero, en la que ya se están posicionando los corredores. Las estimaciones indican que una liberalización crearía unos 30.000 puestos de trabajo y dejaría al descubierto un mercado que se valora en 50.000 millones de euros.

Las apuestas están hechas, ahora sólo queda por ver quién se queda con el pastel.