Alemania busca estrategia de cooperación para materias primas
4 de noviembre de 2010De acuerdo con datos estadísticos, cada alemán consume en el transcurso de su vida cerca de mil toneladas de materia prima. Mientras el carbón, las sales, el potasio y el sílice se encuentran en gran medida en Alemania, la industria germana es totalmente dependiente de la importación de materias primas minerales importantes como el cobre, el cobalto, el platino y los minerales raros, es decir, aquellos que se utilizan para producir alta tecnología. En vista de que la demanda aumenta velozmente en todo el mundo, esto se convierte en un problema, ya que la oferta apenas consigue seguirle los pasos.
Edwin Eichler es presidente de la empresa ThyssenKrupp, la mayor productora de acero de Alemania. Los negocios marchan muy bien y la crisis parece haber sido superada. Entre abril y junio de 2010, ThyssenKrupp incrementó sus ganancias en un 25 por ciento, pero Eichler no está satisfecho. Esto se explica por el aumento explosivo en los precios del hierro. "Había un procedimiento, que ya tiene 50 años, según el cual el precio se fijaba por el lapso de un año. Ahora, el precio cambia cada tres meses, y la última vez aumentó en un 100 por ciento", explica Eichler.
Los oligopolios gobiernan el mundo
La mayor parte de la explotación de hierro del planeta se concentra en cuatro países y tres compañías mineras, un oligopolio que es típico de lo que sucede con otros tesoros minerales. Esto representa un gran problema para los rubros que necesitan grandes cantidades de materias primas, así como para los productores de tecnología punta. Sin metales no hay molinos de viento, sin litio ni cobre no hay automóviles eléctricos. Tampoco hay energía solar sin silicio y sin minerales raros. Estos últimos son, en total, 17 minerales con propiedades eléctricas y magnéticas cuya producción mundial proviene en un 97 por ciento de China. Pero los chinos limitaron poco a poco la exportación de los mismos en los últimos meses.
Ulrich Grillo, presidente de la Comisión de Materias Primas de la Unión Industrial Alemana (BDI) está alarmado: "China anunció en julio de 2010 que reduciría su producción en un 64 por ciento para la segunda mitad del año. Según el China Daily, Pekín planea reducir la exportación de minerales raros en un 30 por ciento para el 2011”. Y eso ya tiene consecuencias concretas. La industria fotovoltaica alemana está en dificultades ya que el lantano, un mineral raro, no se consigue. Así, las células solares no se podrán producir en la medida en que lo exige la demanda. Al menos, no en Alemania.
Materias primas como instrumento de poder
Según Ulrich Grillo, aumenta el abuso de las materias primas como instrumento de poder geoestratégico. “Cada vez más países demandan más materiales básicos para impulsar su desarrollo. Quieren participar de la producción industrial global, y también del crecimiento y del bienestar. Y es su derecho. Para mí, sin embargo, es alarmante el hecho de que nos hallemos en una situación de concurrencia asimétrica”. Grandes países en vías de desarrollo subvencionan su industria con facilidades para la importación y cuotas y aranceles para la exportación, distorsionando así la competencia internacional. Los países industriales, pobres en materias primas, no han podido hasta ahora hacer nada al respecto.
Sin embargo, no están exentos de culpa, como se ve en el caso de los minerales raros. En 1990, más de un tercio de la producción mundial provenía de los EE. UU. Pero la toxicidad de los minerales raros hace que su extracción sea complicada. Dado que China los ofrecía a precios bajos en el mercado mundial, la extracción de esos minerales cesó por completo en el país norteamericano en 2001. Eso cambiará, ya que las empresas mineras han anunciado la explotación de minerales raros en distintas partes del globo y para ello se reabrirían minas cerradas.
Apoyo político es necesario
El ministro alemán de Economía, Rainer Brüderle, aplaudiría que la industria alemana se adhiriese a los planes de retomar la explotación de minerales raros. “El aumento de precios de las materias primas trae nuevos modelos de negocios. Aquí se plantan las semillas del futuro. Para eso necesitamos empresarios valientes que puedan poner en marcha planes de extracción propios. Y también la cooperación con otras compañías es una buena alternativa”, dice el ministro.
Pero eso no bastará. Alemania importa por años materias primas por un valor de alrededor de 80 mil millones de euros. Es prácticamente imposible, de acuerdo con el presidente de la BDI, Hans-Peter Keitel, contar con esas cantidades de minerales a través de cooperaciones con empresas de explotación. Keitel exige más bien el apoyo político para asegurar el abastecimiento de materias primas. “A nivel diplomático, podemos plantearnos cuáles son los intereses políticos de una región como Asia Central y cómo podemos colaborar con ellos, y obtener a cambio materias primas”, opina Keitel.
La estrategia para materias primas aprobada a fines de octubre por el Gobierno federal apuesta verdaderamente a más cooperaciones con países industrializados y en vías de desarrollo ricos en materias primas. El Ministerio de Economía, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Cooperación Económica trabajarán en conjunto sobre el tema. De acuerdo con Dirk Niebel, el ministro alemán de Desarrollo, Alemania colaborará con la utilización sostenible del potencial de materias primas de los países en los cuales abundan, y fomentará su integración a la red económica de materias originarias. “Estoy a favor de una cooperación basada en valores, pero que también se oriente por intereses”, dijo Niebel.
A pesar de todos los esfuerzos, Alemania seguirá dependiendo en el futuro de las importaciones de materias primas de China. Materias primas que, según lo formula el presidente de la BDI, son tan importantes para la industria como el aire que respiramos. Por eso, él apela también a una nueva estrategia en las relaciones con China. “Deberíamos preguntarnos si China no tiene razón al decir que no sólo quiere vender sus materias primas por dinero", indica. China está interesada en tecnología, y la tecnología es la moneda alemana. “¿Bajo cuáles condiciones estamos dispuestos a exportar tecnología para obtener materias primas?”, pregunta el presidente de la BDI.
En todo caso, cuestiones como las patentes y la protección a la propiedad intelectual deberían regularse de modo satisfactorio, subraya Keitel. Pero eso puede demorar, y es exactamente allí donde reside el problema para la industria alemana. “No tenemos más tiempo para seguir discutiendo interminablemente. Necesitamos soluciones, y las necesita ahora”, concluye Edwin Eichler, el presidente de ThyssenKrupp.
Autora: Sabina Kinkartz/ Cristina Papaleo
Editora: Luna Bolívar Manaut