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Alemania: el largo camino parar vivir sin el gas de Rusia

21 de abril de 2022

Crece la presión sobre Alemania para que prescinda por completo del petróleo y el gas rusos. Pero el país es dependiente en gran medida, y la transformación del suministro energético llevará tiempo, opina Jens Thurau.

Si simplemente se cerrara el grifo del gas, las consecuencias para Alemania serían dramáticas.
Si simplemente se cerrara el grifo del gas, las consecuencias para Alemania serían dramáticas.Imagen: epa Maxim Shipenkov/dpa/picture alliance

Cada día, con cada nueva noticia espeluznante sobre las masacres a la población civil en Ucrania, crece también la presión sobre Alemania para que deje de comprar petróleo y gas a Rusia. Son demandas comprensibles, sobre todo, y principalmente, viniendo de Ucrania. Y también asusta, como ha demostrado ahora un estudio de la organización ecologista Greenpeace, el hecho de que Alemania tenga que pagar este año a Moscú la suma récord de unos 32.000 millones de euros por la compra de petróleo y gas. El fuerte llamamiento para poner fin a esto, aquí y ahora, está plenamente justificado, y seguramente se volverá aún más potente.

Pero el ministro alemán de Economía, Robert Habeck, del partido Los Verdes, también tiene razón cuando dice que un corte brusco del suministro de gas pondría en peligro la paz social en Alemania. Habeck ya ha intentado impulsar el suministro de gas desde otros países, por ejemplo, desde Qatar y Noruega. Alemania está planeando la rápida construcción de terminales para importar gas licuado. A largo plazo, apuesta por la expansión masiva de las energías renovables y por el hidrógeno como fuente de energía del futuro, especialmente en la industria.

Debates dolorosos

Todo eso es correctos, y está bien, y es conveniente para al Gobierno no negarse a participar en debates que son dolorosos, sobre todo para los verdes, como el de la continuidad de las centrales nucleares aún existentes. Eso incluye también la idea de reconsiderar la posibilidad del fracking para obtener gas, que, de hecho, está mal visto en Alemania.

Jens Thurau, periodista de DW.

Pero lo que todos estos debates tienen en común es que se acaban tan rápido como surgen. Lo que queda es una enorme dependencia de las importaciones rusas. Por tanto, el camino correcto es acabar con esta dependencia paso a paso, y no en un gran y espectacular fin de los suministros rusos de la noche a la mañana. 

Lo que molesta es que el gobierno no se atreva a tomar algunas pequeñas pero eficaces medidas que podrían ayudar a ahorrar energía ya desde ahora. Un límite de velocidad en las autopistas sería una de esas medidas. Es incomprensible que no se haya llevado a cabo ahora mismo, dado que varios expertos aseguran que, de ese modo, se podría ahorrar alrededor del 7 % en petróleo. Por cierto, esta medida también podría ser por un lapso limitado, ¿por qué no? Lo más importante es que se haga algo de una vez.

La despedida que viene debe ser definitiva

Eso sí: Alemania, en particular, debe liberarse de la dependencia del petróleo y el gas rusos. Y debe hacerlo para siempre. Los sistemas de calefacción de gas no deben instalarse más en los nuevos edificios, y hay que ampliar el suministro de energías renovables e forma masiva. Pero todo eso lleva tiempo, mucho tiempo. Y los europeos deben trabajar por fin juntos en política energética, no unos contra otros. 

Durante décadas, todos los gobiernos alemanes han hablado de la transición energética: de eliminar progresivamente la energía nuclear, de poner fin a la generación de energía con carbón, de ampliar la oferta de energías renovables. Pero, sobre todo en este último punto, las grandes promesas no fueron seguidas por la acción. La energía eólica y la solar no han crecido en la medida en que hubiera sido posible. Eso tiene que cambiar ahora. Los años necesarios para el procedimientos de aprobación de los aerogeneradores deben acortarse drásticamente. Eso es exactamente lo que el gobierno está planeando hacer en este momento. Pero también debe cumplir.

Mejor entregar armas pesadas ahora

Sin embargo, a corto plazo -y este es el único punto en cuestión- no existe una alternativa real al gas ruso, a pesar de todos los esfuerzos. Es una conclusión terrible. No hay que hacer caso al grito de Casandra de los empresarios, pero. que una interrupción inmediata del suministro de gas tendría consecuencias dramáticas, probablemente sea cierto. El Gobierno alemán quiere prescindir totalmente del gas ruso en 2024. Eso parece realista. Empero, en lugar de hablar de un cese inmediato del suministro de petróleo y gas de Rusia, que, después de todo, tal vez no podría concretarse, sería mejor y más fácil echar por tierra las dudas acerca de suministrar armas pesadas a Ucrania. De una dependencia de tantos años no es posible liberarse de un día para otro.

(gg/cp)

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