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Alemania: industria automotriz bajo presión

Andreas Rostek-Buetti
8 de septiembre de 2020

Representantes de la industria automotriz alemana piden a Berlín más ayuda estatal. La pandemia retrasa la resolución de los problemas de una industria que debe reformarse ante el reto ambiental.

Planta de Mercedes-Benz en Sindelfingen, Alemania
Planta de Mercedes-Benz en Sindelfingen, AlemaniaImagen: Getty Images/M. Hangst

Un reciente estudio del Instituto de la Industria Alemana (IW) hace concluir que los mejores años para los fabricantes de automóviles han pasado, y que el sector automovilístico, tan importante para el país, "fracasará como motor de crecimiento" en medio de la crisis del coronavirus.

El IW, con sede en la ciudad de Colonia, publicó sus conclusiones este 8 de septiembre, cuando los jefes del sector automovilístico se reúnen con funcionarios del gobierno para buscar una salida a la masiva caída de la industria, causada por la crisis económica inducida por el virus y el retraso en el desarrollo y producción de un vehículo eléctrico como una alternativa ecológica al motor de combustión interna (ICE).

El derrumbe de la demanda debida a las medidas antipandemia ordenadas en todo el mundo está agravando los problemas de exceso de oferta y cambio tecnológico en la industria automovilística que ya existían antes del coronavirus, agotando las reservas de efectivo de los fabricantes de automóviles a un ritmo acelerado.

La mezcla es especialmente tóxica en Alemania, donde casi el 10% del producto interno bruto (PIB) procede de los fabricantes de automóviles y sus proveedores. Más de 930.000 personas trabajan directa o indirectamente en el sector automovilístico, mientras que el 40% de las innovaciones en Alemania se hacen gracias a la inversión en investigación y desarrollo de la industria automotriz.

Aumentan los pedidos de ayuda estatal

La presión sobre este sector industrial clave ha venido aumentando durante años. Del mismo modo, aumentan las solicitudes de apoyo estatal en forma de ayudas financieras para los desguaces de autos usados, los subsidios para vehículos eléctricos, así como los beneficios fiscales para la investigación y la innovación.

Sin embargo, los gobernantes están cada vez más convencidos de que los subsidios generales para la industria en su conjunto ya no son practicables, porque los problemas que aquejan al sector automovilístico alemán se han vuelto demasiado complejos. Mientras gigantes como Volkswagen (VW) y Daimler sufren menos la caída de la demanda y el costo de la transformación tecnológica, las empresas más pequeñas en la cadena de suministro están luchando por sobrevivir.

Angela Merkel, canciller de AlemaniaImagen: picture-alliance/dpa/M. Kappeler

En el caso de VW, por ejemplo, algunos de los problemas son incluso "hechos en casa”. Mientras que su modelo Golf solía ser la aparentemente eterna vaca lechera de la compañía, liderando el ranking de ventas en Europa durante más de 45 años, su última versión del Golf 8 fue superada por el diminuto modelo Clio de Renault como el modelo más vendido del continente durante dos meses este verano.

En vista de este fracaso en ventas, el jefe del consejo empresarial de VW, Bernd Osterlohe, bromeó que algunos "gerentes demasiado ambiciosos fracasaban por querer introducir demasiada innovación tecnológica en el coche”. El incidente muestra que los fabricantes de coches tradicionales de Alemania están bajo una enorme presión para hacer dinero con las innovaciones tecnológicas que rivales como Tesla y BYD de China han dominado desde hace mucho tiempo.

Los proveedores son el eslabón más débil

Pero los más afectados por la crisis actual son los proveedores de autopartes. Un ejemplo: como los coches con baterías ya no necesitan bloques de motor de hierro fundido, la compañía Halberg Guss cerró su fábrica en Saarbrücken este año, dejando a Eisenwerk Brühl y a la compañía Fritz Winter como los únicos fabricantes restantes de componentes de coches en este país.

Otros proveedores del sector automovilístico también están sintiendo los vientos del cambio. El líder del mercado, Bosch, ha anunciado que recortará miles de puestos de trabajo, mientras que el segundo mayor fabricante de piezas de Alemania, Continental, quiere ahorrar 1.000 millones de euros cada año reduciendo su plantilla en 13.000 personas a partir de 2023. En ZF Friedrichshafen, el tercer mayor proveedor de automóviles de Alemania, están en peligro unos 15.000 puestos de trabajo.

Según la consultora PwC Strategy&, la actual caída de la demanda de automóviles causada por las medidas antipandemia ha aumentado aún más la presión sobre los proveedores para reducir los costos. Al mismo tiempo, dice su reciente análisis, se necesitan más inversiones en innovación para lanzar "más rápidamente al mercado vehículos alternativos competitivos de nueva generación”. De ese modo, tanto los fabricantes de automóviles como sus proveedores refuerzan su petición de más ayuda gubernamental para investigación y desarrollo, sabiendo que será difícil conseguir subvenciones generales para impulsar las ventas.

Los políticos alemanes parecen estar dispuestos a atender las solicitudes, tanto que incluso la cojefa del Partido Verde, Annalena Baerbock, que quiere ver la desaparición del motor de combustión interna más pronto que tarde, considera que "tenemos que dar más tiempo a las pequeñas y medianas empresas (PYMES), así como a los proveedores”, dijo recientemente al periódico dominical Frankfurter Allgemeinen Sonntagszeitung (FAS), añadiendo que ningún político puede ignorar los 800.000 puestos de trabajo que están en juego allí.

El cambio tomará tiempo

Mientras tanto, el gobierno alemán no deja dudas de que apuesta por el vehículo eléctrico como la opción automovilística del futuro. Según cálculos de PwC Strategy&, el mercado de los vehículos eléctricos podría multiplicarse por siete en los próximos años, pasando de 12.000 millones de euros en la actualidad a 84.000 millones en 2030. Hasta entonces, sin embargo, el motor de combustión interna tendría que seguirse usando para que los fabricantes puedan financiar el cambio.

El poderoso sindicato de metalúrgicos de Alemania, IG Metal, ya se ha comprometido a resistir cualquier intento de "utilizar indebidamente la crisis del coronavirus para lanzar la bola de demolición a la industria”. Antes de la cumbre del automóvil de este martes, el jefe del sindicato Jörg Hofmann, abogó por un "fondo de transformación respaldado por el gobierno para ayudar a las PYMES en dificultades”.

"Si el Estado aceptara parte del riesgo, las pequeñas y medianas empresas podrían recuperar fuerza para invertir e innovar”, dijo Hofmann en un comunicado. Además, el gobierno podría hacer más para calificar a los empleados amenazados por la pérdida del empleo, y darles una nueva perspectiva en tiempos de cambio tecnológico.

Por último, el progreso se ve actualmente obstaculizado por la drástica caída de la demanda. Sólo en agosto, las ventas de coches europeos cayeron un 20% debido a la pandemia, lo que llevó al Instituto IW de Colonia a reducir sus esperanzas de un cambio rápido, concluyendo que "la industria se enfrenta a un enorme shock de demanda del que se recuperará sólo muy lentamente”.

(jov/cp)

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