La energía eólica es, de todas las renovables, la que mayores aportaciones hace a la red de abastecimiento eléctrico alemana, con una contribución del 5% el pasado año 2006, gracias a los 20.622 MW de potencia que se produjeron en todo el país. Además, el alcance económico de la industria eólica se tradujo ese mismo año en un volumen de mercado de 5.640 millones de euros. No es de extrañar, ya que existe un gran número de empresas de energía eólica cuyos servicios abarcan toda la cadena de suministro y mantenimiento.

El problema al que se enfrenta actualmente la energía eólica en Alemania es la falta de espacio en tierra para construir los inmensos parques. Una de las soluciones es el "repowering", es decir, la renovación y reequipamiento de los parques ya existentes con máquinas más modernas y eficientes. Esta alternativa resulta aún más interesante, porque los molinos que se sustituyen son enviados a Europa del este, donde se pueden reutilizar.

La otra propuesta son los llamados parques eólicos marinos u offshore. En el 2005 se comenzó a trabajar en los planes para construir dos parques eólicos marinos, Nordsee y He dreiht, cerca de la Isla Borkum, en el mar del Norte, que se prevé entren en funcionamiento para el 2009.

Planes a largo plazo

El Gobierno alemán ha desarrollado un plan, de acuerdo al cual la producción bruta de electricidad a partir de energía eólica debería aumentar de los 10 teravatios por hora del año 2000 a 31 TWh/a en 2010, lo que supondría una aportación del 6% al a red eléctrica general. Actualmente se ha alcanzado un 5%. Gracias a proyectos como el de Nordsee (80 molinos) y el de He dreiht (119), ambos en manos de la empresa EOS Offshore AG, se espera alcanzar la meta del 6% de aquí a tres años.

Inconvenientes medioambientales

Sin embargo, la construcción de tales parques trae problemas añadidos:

En Alemania, por falta de espacio, los parques eólicos marinos tienen que ser construidos más alejados de la costa y en profundidades mayores que en otros países, proyectos para los cuales no existen precedentes ni referentes.

Además, desde un punto de vista ecológico, las alteraciones provocadas por los molinos son también considerables. Por un lado, las bases de las torres, ancladas en el fondo del mar, y el ruido y vibraciones emitidos por los rotores pueden molestar y provocar estrés a peces y mamíferos marinos, además de obligarles a alterar sus rutas de migración, lo cual tendría consecuencias nocivas para la industria pesquera de bajura. Y esto, por no mencionar el efecto de las torres en los fitobentos (algas) y zoobentos (organismos), cuyo espacio vital se ve reducido.

En lo que a las aves se refiere, las aspas matan a las que no las esquivan, cuando los molinos se encuentran en sus rutas de migración. Además, las máquinas también actúan a modo de "espantapájaros", lo que se traduce en la redirección de sus rutas de viaje.

Difícil decisión

Sin embargo, los expertos a favor de la explotación de la energía eólica en el mar afirman que los pájaros llegan a acostumbrarse a los molinos. De acuerdo a la Agencia Alemana de Energía (DENA) las aves sedentarias tienden a guardar las distancias y no acercarse a los aparatos y las migratorias bien vuelan por encima o los rodean.

Ante la dicotomía medio ambiente - fauna y flora y medio ambiente - cambio climático, la toma de decisiones respecto a la construcción de parques eólicos marinos resulta difícil, ya que hay que renunciar a algo, bien al equilibro natural o a la reducción de las emisiones de CO2 en casi 1.370.000 toneladas al año. ¿Se puede querer costal y castañas?