El Ministro de economía, el socialdemócrata Wolfgang Clement, desencadenó este debate sosteniendo en una entrevista que "no es una ley natural que el mantenimiento de las inversiones en construcciones públicas, como las calles, también tengan que correr por parte del Gobierno".

¿Propuesta sin plan?

El ministro opina que es necesario repensar "una serie de apartados del gasto público" de cara al incremento del costo de la educación e investigación científica en Alemania.

Clement dice querer seguir los ejemplos positivos de Francia e Italia en la materia, aunque su intención sólo haya sido la de querer "impulsar ideas", ya que carece de un plan concreto, como se aclaró una portavoz del ministerio.

Reacciones

El poderoso ADAC, el principal club de automovilistas de Alemania, protestó contra lo que calificó de "tontería económica" de Clement. Tampoco se hizo esperar la reacción del Ministro de Transporte, el también socialdemócrata Manfred Stolpe, quien afirmó que "nadie piensa en una privatización total de las autopistas o en peajes para automóviles".

Stolpe, por su parte, sí considera impulsar otro tema muy debatido, el peaje para camiones. El ADAC aprovecha y también protesta. Según este "lobby", este peaje sólo tendría consecuencias negativas al desplazar el tráfico de camiones de las autopistas a las carreteras interurbanas.

Un ejemplo de las diferencias que provoca el tema se constata en socio de la coalición del Gobierno entre socialdemócratas y verdes del canciller Gerhard Schröder. Así, la portavoz para asuntos presupuestarios de los verdes, Antje Hermenau, apoya la idea de una privatización de las autopistas ya que sería un "lujo económico" seguirlas manteniendo con fondos públicos. En cambio Albert Schmidt, responsable de transporte del partido ecologista, cree que una autopista privatizada sería "elitista".

El debate abarca de una ámbito considerado sagrado para los alemanes. Muchos en Alemania creen firmemente en el lema de la "vía libre para ciudadanos libres", para conducir sin restricciones de velocidad en sus autopistas. Por lo tanto no sorprende que tan sólo la idea de privatizar el asfalto de alta velocidad germano cause polémica.