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El reto de las protestas contra contenedores para refugiados

Anne Höhn
31 de enero de 2023

Una comunidad de viviendas de contenedores para refugiados en la pequeña ciudad alemana de Upahl genera rechazo en un grupo de habitantes que consideran que es una carga demasiado pesada. ¿Qué debe ocurrir ahora?

Cartel a la entrada del pueblo:  "Miedo por Upahl".
"Miedo por Upahl": un cartel a la entrada del pueblo de Upahl muestra que los refugiados no son bienvenidos.Imagen: Jens Büttner/dpa/picture alliance

Tablones de madera con inscripciones en rojo saludan a todo el que entra en Upahl. "Upahl dice no" y "¿Dónde quedamos nosotros?" están escritos en dos de los carteles a la entrada de la pequeña comunidad de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el norte de Alemania. El "no" es a la construcción de un refugio previsto para 400 refugiados que se construirá en esa ciudad de 1.600 habitantes.

Si se pregunta a la gente, muchos reaccionan con cautela cuando se trata de los planes de alojamiento para refugiados. Nadie quiere comentar el tema; el escepticismo hacia los periodistas es palpable, pero los residentes comprenden que los refugiados tienen que permanecer en alguna parte. Lo que se preguntan es ¿por qué todos tienen que quedarse en este pequeño pueblo?

Disturbios frente al consejo de distrito

La semana pasada, Upahl fue noticia en toda Alemania. Cuando la asamblea del distrito de la vecina Grevesmühlen debatió sobre las viviendas de contenedores para Upahl, unas 700 personas se manifestaron en la sala, según la Policía. La mayoría lo hizo pacíficamente. Sin embargo, un grupo, entre los que había conocidos ultraderechistas de la región, intentó entrar en el lugar de reuniones, y algunos lanzaron artefactos pirotécnicos. Al final, 120 agentes acordonaron el edificio.

Tino Schomann, jefe de distrito de Nordwestmecklenburg, quien tiene su despacho en la ciudad de Wismar, apoya la decisión de la aldea de contenedores y la explica ante la población. "Comprendo los temores de la gente", dice a DW. Pero no hay alternativa: "me asignan entre 20 y 30 solicitantes de asilo al mes. Estamos acomodando a la gente en aulas de gimnasia", explica.

Notas de protesta en una valla del municipio de Upahl: "No queremos esto..."Imagen: Anne Höhn/DW

En Alemania, los solicitantes de asilo se distribuyen por todo el país en los centros de acogida inicial. Allí se decide su estatus, decisión que a veces puede tardar hasta dos años, tiempo en el que la gente no tiene adónde ir. Y mientras tanto, siguen llegando más personas.

Tino Schomann afirma que para volver a controlar la situación, necesita que se asigne menos gente a su distrito. Y que las personas que han sido rechazadas sean deportadas, para crear espacio. Schomann no es el único que se ha pronunciado; otros distritos también subrayan que están en un punto límite.

Los refugiados, válvula de escape a los miedos

"La gente está agobiada por muchas crisis: la crisis energética, la inflación, la guerra", afirma en entrevista con DW el político de Los Verdes René Fuhrwerk, que también vigila la situación desde Wismar. "Eso provoca miedos, y entonces la gente busca una válvula de escape, y esta suele ser  contra los refugiados", resume, aunque ellos no sean la causa.

Pide "solidaridad y dignidad humana" para los refugiados, y ve en esta situación un reto enorme: "Desde 2015 la carga ha aumentado sucesivamente. Al mismo tiempo, no se han creado nuevas viviendas asequibles. Y ahora todo está ocupado", explica Fuhrwerk. "La guerra de Ucrania puso esto de manifiesto", añade.

Sin compromiso a la vista

De vuelta en Upahl, vemos una valla de la carretera donde cuelgan mensajes que apuntan a las dificultades que tiene el pueblo. "¿Dónde están las guarderías? ¿Dónde está la atención médica? ¿Dónde está la infraestructura adecuada?" y, por último, "No queremos esto".

El supermercado más cercano está a 20 minutos en autobús, y el consultorio médico no se encuentra precisamente en el pueblo. Upahl no está bien comunicado, en comparación con otras comunidades alemanas de su tamaño. El miedo a quedarse atrás es palpable aquí. El hecho de que durante décadas no se haya invertido en infraestructura ha provocado un enfado que se mezcla con el miedo al cambio que genera la llegada de 400 refugiados. A esto se suma que conocidos extremistas de derecha de la región alimentan los temores fortaleciendo el rechazo a la iniciativa de los contenedores.

De momento, parece que los habitantes de Upahl tendrán que aguantar la comunidad de contenedores, a pesar de todas las protestas. En las próximas semanas están previstas charlas en Wismar y sus alrededores. Uno de los objetivos es animar a los residentes a construir el polémico alojamiento.

(mn/cp)

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