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Alemania: ¿qué hacer con los edificios vacíos?

22 de octubre de 2024

Demoler y renovar las construcciones vacías consume recursos. La reutilización suele ser una alternativa. Para el edificio Eiermann se encontró una solución especial.

El edificio Eiermann en Apolda.
La antigua fábrica de extintores de incendios fue ampliada por el arquitecto Egon Eiermann en los años 30 del siglo 20.Imagen: Insa Wrede/DW

La industria de la construcción es responsable de más de la mitad de los residuos y de alrededor del 40 por ciento de las emisiones de CO2 en Alemania. Además, devora recursos: en tierras germanas, el 90 por ciento de las materias primas minerales y no renovables van a parar a este sector.

Pero no solo los edificios nuevos contaminan el medio ambiente. La renovación de las construcciones existentes también consume recursos, aumenta la cantidad de residuos y provoca gases de efecto invernadero.

Según la Fundación Federal para la Cultura de la Construcción (Bundesstiftung Baukultur), en Potsdam, los residuos anuales de la construcción en Alemania equivalen a las necesidades de materiales de casi 430.000 viviendas.

Edificios vacíos desde reunificación

Mientras que en las grandes ciudades alemanas escasea la vivienda, en las zonas rurales hay muchos inmuebles sin utilizar. Tan solo en el estado federado de Turingia hay unos 45.000 edificios vacíos desde la reunificación alemana. Uno de ellos se encuentra en la pequeña ciudad de Apolda, cerca de Weimar.

Originalmente, el edificio Eiermann fue una fábrica de tejidos. Posteriormente, sirvió para la producción de extintores de incendios. Si bien al final se dejó de utilizar, hubiese sido una pena permitir que el monumento industrial del arquitecto Egon Eiermann se desmoronase.

Sin embargo, las enormes fachadas de vidrio sin aislamiento, la falta de un sistema de calefacción y otras tecnologías de construcción dificultaron la reutilización de los más de 5.000 metros cuadrados.

Las pequeñas oficinas al estilo de un invernadero pueden ser desmontadas y reconstruidas en otro lugar. Imagen: Insa Wrede/DW

Oficinas en el invernadero

Desde 2016, la Exposición Internacional de la Construcción de Turingia (IBA Thüringen) está a cargo del monumento industrial y lo ha convertido de forma poco convencional en una fábrica abierta. El objetivo era minimizar el impacto en la estructura existente y construir únicamente estructuras sencillas que pudieran desmontarse.

"Todo lo que no construimos de cero, sino que reutilizamos y reaprovechamos, no emite gases de efecto invernadero nocivos", explica la arquitecta Katja Fischer, directora de la Fundación Cultura de la Construcción de Turingia.

En una de las cuatro plantas del edificio se llevó a cabo una idea especial: se crearon oficinas en forma de pequeños invernaderos de cristal. Por las enormes ventanas de marco azul entra mucha luz. En invierno, el sol calienta el lugar. Además, los paneles radiantes del techo garantizan una temperatura básica de al menos 15 grados.

El calor de las computadoras, las lámparas y los empleados también proporciona calidez en las oficinas acristaladas. Además, en caso necesario, se pueden utilizar radiadores infrarrojos. Esto ayuda a ahorrar energía, porque la demanda de calefacción para esta pequeña superficie es muy baja. En verano, las cortinas reflectantes evitan que entre demasiado calor. 

Reconstrucción y remodelación 

En el vestíbulo se construyeron salas adicionales para reuniones. Grandes cubos de madera con paredes giratorias permiten celebrar reuniones privadas. El problema de la falta de tecnología en el edificio se resolvió con rutas centralizadas que discurren bajo el techo y suministran electricidad e Internet. 

En la medida de lo posible, todo se ha diseñado en ciclos. En caso necesario, el edificio puede reconvertirse con relativa facilidad, y las oficinas de cristal pueden desmontarse y reconstruirse en otro lugar.

Además, se usaron recursos respetuosos con el clima, como madera, paja, arcilla. Incluso las cortinas están hechas de materiales reciclados.

Por qué reconvertir sin demanda

Cabe preguntarse por qué se pone tanto empeño en reconvertir una antigua nave industrial, en una ciudad como Apolda, con tantas vacantes. Elisa Dorn, de la Fundación Cultura de la Construcción de Turingia, cuenta que en algunas ciudades de Turingia ya empieza a escasear la vivienda.

Por otro lado, se espera que proyectos como el edificio Eiermann contribuyan a hacer más habitables las ciudades más pequeñas. Esto podría atraer a los turistas y, en el mejor de los casos, evitar que la gente se marche o incluso atraer a gente nueva a la zona.

(vt/ers)

 

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