El apagón nuclear se decidió de forma rápida; la decisión sobre quién lo pagará, despacio. Las empresas de energía reclaman judicialmente al Estado miles de millones en compensaciones.
Publicidad
Fue todo muy rápido: el 14 de marzo de 2011, dos días después del accidente en la central japonesa de Fukushima, Angela Merkel, afirmó: "No podemos pasarlo por alto". En un abrir y cerrar de ojos las autoridades nucleares de los estados federales ordenaron parar durante tres meses las siete centrales más antiguas y la de Krümmel. Es lo que se llamó la moratoria nuclear.
En octubre de 2010 Merkel había dado marcha atrás a la decisión del gobierno anterior de abandonar la energía atómica, tomada en 2002. En junio de 2011, su gabinete, en un nuevo giro, decidió el cierre progresivo de ocho centrales para 2020. Cinco años más tarde, poco a poco se va haciendo tangible el coste: las empresas eléctricas se sienten expropiadas y exigen compensaciones al gobierno alemán. Unos veinte procedimientos están en curso, por valor de casi veinte mil millones de euros.
A la espera de sentencia en el proceso de Eon
El mayor proveedor de energía de Alemania, Eon tuvo que desconectar de la red por la moratoria nuclear, las centrales Isar 1 y Unterweser. La compañía demanda al gobierno federal y los estados de Baviera y Baja Sajonia alrededor de 380 millones de euros en daños y perjuicios. El Tribunal Regional de Hannover decidió este lunes rechazar dicha demanda (04.07.2016).
En un proceso similar, el provedor de energía EnBW, de Baden-Württemberg, pide una compensación de 261 millones de euros. Sin embargo, el Tribunal Regional de Bonn desestimó el caso en abril de este año aludiendo que la empresa no se querelló en su momento contra la desconexión.
Quien sí presentó una demanda ya en abril de 2011 fue RWE. A principios de 2013 el Tribunal Contencioso Administrativo de Hesse declaró, en una sentencia confirmada por el tribunal federal, ilegal el cierre repentino de las centrales nucleares Biblis A y B. Entre otras cosas, porque RWE no había sido debidamente escuchada antes de la decisión.
Quejas de "expropiación" inconstitucional
Para las grandes empresas de energía no se trata sólo de la moratoria: RWE, Eon y Vattenfall han presentado recursos de inconstitucionalidad contra el precipitado apagón nuclear. Afirman que han sido expropiadas sin compensación, lo que iría contra la Constitución. El gobierno, en realidad, no les ha quitado la propiedad de las plantas de energía. La Corte Constitucional debe decidir ahora si se pueden "expropiar" volúmenes de electricidad acordados.
En caso de que el Tribunal dé la razón a las empresas, tendrían que luchar por sus compensaciones en otros procesos. Aquí es donde se trata de sumas elevadas: Eon reclama más de ocho mil millones de euros, los analistas calculan que RWE, unos seis mil millones. Vattenfall pide 4.7 millones de euros y exige, además un arbitraje de Estados Unidos. El cuarto mayor proveedor energético de Alemania, EnBW, no ha planteado ninguna demanda de inconstitucionalidad.
Que el Estado se haga cargo del cementerio nuclear
Los recursos ante el Tribunal Constitucional habían sido un medio de presión "para lograr concesiones en la financiación de la gestión de residuos nucleares", especuló el político ecologista Oliver Krischer en la apertura de proceso en el mes de marzo. Al mismo tiempo aconsejaron una Comisión sobre cómo repartir entre el Estado y los operadores el coste del almacenaje permanente de residuos nucleares y el de demolición de las centrales.
A finales de abril, la Comisión presentó su propuesta: los costos de desmantelamiento y demolición de las instalaciones nucleares correspondería a las empresas. Además, Eon, RWE, Vattenfall y EnBW pagarán 23.300 millones de euros en un fondo para gestionar el almacenamiento de los residuos nucleares. A cambio, el Estado debe asumir la responsabilidad para el futuro. Numerosos científicos y economistas estiman que el costo podría ser al menos dos veces más alto, un sobrecoste que acabarían pagando los contribuyentes.
Si la propuesta se acaba convirtiendo en ley o no, se aclarará después de las vacaciones de verano. Y dicha ley, en dado caso, entraría en vigor a finales de año.
La larga sombra de Fukushima
Cuatro años después del desastre de Fukushima, la respuesta global a la energía nuclear ha cambiado. Mientras que algunos países continúan desmantelando sus centrales nucleares, otros ven un futuro con energía atómica.
Imagen: Reuters/Kyodo
El terremoto de Tohoku y el posterior tsunami
Fue el peor desastre de la historia de Japón después de la II Guerra Mundial. Hace cuatro años, un terremoto de magnitud 9,3 registrado frente a las costas de la región de Tohoku provocó un tsunami que devastó la costa del noreste de Japón. El resultado: al menos 15.880 fallecidos y 2.694 desaparecidos, además de 6.135 heridos.
Imagen: dapd
Fuga radioactiva en Fukushima
El problema es que lo que empezó siendo un desastre natural acabó convirtiéndose en tragedia por culpa de la tecnología. El terremoto provocó un tsunami de 13 metros que arrasó la central nuclear de Fukushima Daiichi. Tras el impacto, los sistemas de refrigeración de la planta fallaron, provocando el sobrecalentamiento de tres reactores y la consiguiente fuga radioactiva.
Imagen: Reuters/Kyodo
Central de Three Mile Island
El caso de Fukushima no es el primero de la historia. En el año 1979, en la planta nuclear de Three Mile Island, en Middletown, Pensilvania, un fallo en el circuito de la planta provocó una fuga radioactiva. Las bombas de alimentación dejaron de funcionar, provocando la fuga de 120.000 litros de refrigerante del circuito primario. Unas 140.000 personas, entre mujeres y niños, fueron evacuadas.
Imagen: AFP/Getty Images
El legado de Chernóbil
Hasta Fukushima, el desastre de Chernóbil fue el peor accidente nuclear de la historia. En 1986, un repentino incremento de potencia en la Unidad 4 de la central de Chernóbil, en Ucrania, destruyó el reactor y liberó una nube radiactiva que se extendió por Rusia y Europa. 335.000 personas fueron evacuadas en un radio de 30 kilómetros y al menos 30 murieron como consecuencia del accidente.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nueva planta nuclear en EE. UU.
A la Unidad 2 de la planta Watts Bar en Tennessee se le están dando los últimos retoques, luego de un largo retraso por una baja demanda en la región. Su planta hermana, Watts Bar Unidad 1, se inauguró en 1996 y era, hasta ahora, la central nuclear de apertura más reciente. El país prevé seguir abriendo plantas nucleares, pues las considera una alternativa viable a los combustibles fósiles.
Imagen: picture-alliance/AP/Tennessee Valley Authority
Período de transición en Alemania
A pesar del fuerte movimiento antinuclear, la coalición de centroderecha de la canciller Angela Merkel trató de retrasar la fecha de eliminación de la energía nuclear de 2022 a 2034. El objetivo de 2022 había sido establecido por su predecesor, Gerhard Schröder, de centroizquierda. Merkel justificó el retraso alegando que se trataba de un período de transición hacia las energías renovables.
Imagen: picture-alliance/dpa
Merkel reacciona con rapidez
Después de la catástrofe de Fukushima, el gobierno alemán reaccionó con rapidez y cerró de manera definitiva ocho plantas nucleares. La coalición de Merkel decidió eliminar por completo el uso de la energía atómica hasta el 2022, adoptando la fecha originalmente establecida por Schröder. Ahora, Alemania ha decidido extender el uso de energías renovables en un 80 por ciento para el año 2050.
Imagen: picture alliance/Hinrich Bäsemann
Italianos confirman la prohibición nuclear
Al igual que Alemania, Italia también tiene una larga historia de activismo antinuclear. Después del desastre de Chernóbil, los italianos votaron para prohibir la energía nuclear en 1987. Sin embargo, en 2011, el entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, trató de reintroducir la energía atómica. En un referéndum, los italianos rechazaron nuevamente el uso de energía nuclear en su país.
Imagen: picture-alliance/dpa
El futuro nuclear en Reino Unido
La coalición conservadora-liberal en Reino Unido también promueve la energía nuclear para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la planta más reciente desde 1996, Hinkley Point C en Somerset (en la foto), se enfrenta a un proceso legal por el uso de dinero estatal para su construcción. El costo de la planta se calcula en unos 34 mil millones de euros.
Imagen: picture-alliance/Simon Chapman/LNP
La India amplía el uso de energía atómica
Nueva Delhi planea cuadruplicar su capacidad nuclear en 2020, abasteciendo así un 25 por ciento de la electricidad en el país. Sin embargo, el plan ha sido fuertemente rechazado. Manifestantes han interrumpido repetidamente los trabajos de construcción de la central nuclear de Kudankulam, parcialmente subsidiada por Rusia. Moscú ha ofrecido construir una docena de reactores nucleares en la India.
Imagen: picture-alliance/dpa
China mira más allá del carbón
Pekín está buscando un aumento más modesto en su capacidad nuclear. La República Popular planea generar un 6% de su electricidad a través de energía atómica para el 2020. Actualmente se encuentra en construcción la central de Changjiang (en la foto), en la provincia de Hainan. La energía nuclear puede reducir, en gran medida, la dependencia de China de las contaminantes plantas de carbón.
Imagen: picture-alliance/dpa
La dependencia de Francia
El 75% de la electricidad que consume Francia procede de energía nuclear. A pesar de que el presidente Hollande prometió reducir la dependencia atómica del país, sólo se ha anunciado el cierre de una planta, situada en la frontera con Alemania. El resto de las centrales, que suman 20, siguen humeando en el corazón de Europa.