Seis países europeos, entre ellos Alemania y Francia, pedirán a las autoridades de la UE extender por otros seis meses los controles fronterizos reanudados en el espacio Schengen por la crisis de refugiados.
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Alemania y otros cinco estados de la Unión Europea quieren prolongar a partir de mediados de mayo durante al menos otros seis meses los controles fronterizos dentro del espacio Schengen, publica hoy (30.04.2016) el diario Die Welt.
En una carta al vicepresidente primero de la Comisión Europea (CE), Frans Timmermans, y al comisario europeo de Migración, Dimitris Avramopulos, Alemania, Francia, Austria, Bélgica, Dinamarca y Suecia exigen a Bruselas activar el correspondiente mecanismo de crisis del Código de Fronteras Schengen.
Según el medio alemán, todo indica que la Comisión Europea aprobará a mediados de la semana que viene prolongar los controles más allá del 12 de mayo, debido al previsible flujo de refugiados que continuará llegando a Europa.
Contención de movimientos migratorios
El espacio Schengen establece la libre circulación entre 26 países sin necesidad de atravesar controles fronterizos. Varios miembros del grupo, sin embargo, reanudaron los controles en septiembre para contener los movimientos migratorios tras la llegada de cientos de miles de solicitantes de asilo al continente. Los seis países justificarán su pedido de extender la medida apuntando a los problemas para controlar la frontera exterior de la UE, sobre todo en Grecia. La situación es "menos dramática" que en el estallido de la crisis de refugiados, "pero en algunos puntos sigue habiendo descuidos", citó Die Welt.
La carta dirigida a Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, y a Dimitris Avramopulos, comisario de Interior, pide que se permita a los miembros de Schengen "establecer controles fronterizos temporales en las fronteras internas" a partir del 13 de mayo.
El pedido llega poco después de que el ministerio del Interior alemán, Thomas de Maizière, sugiriera a principios de abril que su país podría poner fin a los controles el 12 de mayo.
FEW (EFE, dpa)
Inusual campo de refugiados en Grecia
En la península griega del Peloponeso existe un inusual albergue para refugiados. Myrto Papadopoulos fue hasta allí para conocerlo de primera mano.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Conexión con el exterior
Un adolescente navega al atardecer por Internet. Los celulares inteligentes suponen en la mayoría de los casos la única conexión de los refugiados con el mundo exterior.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Equipamiento básico
Estos bungalows alojan a ocho personas en dos dormitorios. En cada casa hay un cuarto de aseo y una cocina pequeña equipada con una cocinilla de camping y un fregadero, pero no hay agua caliente ni frigorífico.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Descansando
Ranee Mousa, de 27 años, posa con su bebé de 8 meses, nacido en Siria poco antes de que Renee y su esposo huyeran hacia Grecia.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Momento de paz y tranquilidad
Mujeres del campo llevan de paseo a un grupo de niños por las afueras del pueblo de refugiados. Antes de que comience la temporada turística en junio, los alrededores de Myrsini son relativamente tranquilos y poco frecuentados.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Reflexionar sobre el futuro
Un grupo de hombres charla durante la puesta de sol en la playa a las afueras del campo de refugiados. En el campo viven menos de 60 hombres acompañados por sus mujeres e hijos.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Un hogar lejos de casa
Mujeres y niños sentados bajo la luz del atardecer frente a los bungalows turísticos. En total, hay 340 habitantes en el pueblo, 209 de ellos tienen menos de 18 años y 69 son mujeres.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Vida de familia
Una mujer siria posa frente a su alojamiento con su bebé de 6 meses en brazos. Algunas mujeres del campo que ya tienen niños pequeños están de nuevo embarazadas.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Una bendición para la economía local
Tarek Alfelou acude junto a sus hijos Wedad, de 11 años, y Ziad, de 7, al pequeño supermercado de Myrsini, situado a una media hora a pie del campo. La ciudad ha experimentado un pequeño auge económico gracias a las compras de los refugiados.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Un rostro conocido
El alcalde de la ciudad de Andravida, Nabil-losif Morant, procede de Siria. Asegura no ser el único alcalde de origen no griego en Grecia y que la idea del campo fue suya. El consejo municipal la aprobó de forma prácticamente unánime.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Cultivo de fresa
Un trabajador de Bangladés en su granja de fresas, situada cerca del campo de refugiados. Muchos trabajadores de las granjas de la región son migrantes del sur de Asia sin papeles válidos. Durante la temporada de recogida de la fresa, reciben entre 22 y 25 euros por ocho horas de trabajo.
Imagen: DW/M. Papadopoulos
Ayuda local
Giorgos Aggelopoulos es un habitante de Myrsini que colabora como voluntario en el campo de refugiados y ha trabado amistad con algunas de las familias. Asegura que la oposición de la gente contra el pueblo de refugiados ha amainado considerablemente después de que los habitantes vieron que se trataba, sobre todo, de familias con niños.