1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW
SociedadAlemania

Alemania: refugiados ucranianos en "pueblos fantasmas"

28 de julio de 2023

En el occidente de Alemania, en la zona minera, refugiados ucranianos son alojados en localidades abandonadas que iban a ser derribadas para explotar carbón. Un reportaje de DW.

Casas abandonadas en Morschenich.
Casas abandonadas en el "pueblo fantasma" de Morschenich.Imagen: Daniela Natalie Posdnjakov/DW

En el oeste de Alemania, en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia, se encuentran las tres grandes explotaciones mineras a cielo abierto Inden, Hambach y Garzweiler, donde la compañía energética RWE extrae carbón.

En los alrededores, hay localidades abandonadas desde hace meses e incluso años. RWE indemnizó a los habitantes, que fueron trasladados a otros lugares. En un principio, el gigante energético planeaba derribar los "pueblos fantasmas" para explotar carbón. Sin embargo, como consecuencia del abandono del carbón acordado por el gobierno alemán, el futuro de estos pueblos es incierto.

"No nos quejamos"

Morschenich y Manheim son dos "pueblos fantasmas" cerca de Hambach. En Manheim, hay calles enteras con casas, donde las ventanas están cerradas con maderas y clavos. El asfalto tiene grietas y las lámparas de las calles están rotas. También las ventanas de la iglesia católica en el centro de la localidad están tapiadas con maderas.

Algunas casas en buen estado están cercadas con alambre de púas. Un letrero señala que se trata de la propiedad de RWE. Un conejo atraviesa corriendo la calle y un faisán se pasea por el alto pasto junto a una antigua estación de autobús.  

A primera vista, el "pueblo fantasma" de Morschenich parece estar vacío. Sin embargo, en las puertas de varias casas se pueden ver pequeños letreros con apellidos ucranianos y árabes.

En una de las casas vive una joven pareja ucraniana desde diciembre de 2022. La antigua casa privada se ha convertido en un albergue para refugiados del Donbás y de Siria.

"No nos quejamos. Tenemos electricidad, agua, calefacción, incluso Internet y telefonía móvil", dice Denis, quien no quiere revelar su verdadero nombre. "Podemos hablar a Ucrania. Cada semana vienen representantes de la administración municipal y nos ayudan con los documentos. Recibimos regularmente prestaciones sociales, lo único que todavía no hemos recibido son cursos de idioma", cuenta a DW.

"Aquí hay paz"

A la pareja no parece molestarle que no haya farmacias o médicos en la localidad. Julia, la esposa de Denis, dice que con su propio auto va de compras al pueblo vecino. Junto a la casa está estacionado un auto con placas ucranianas.

"Cuando llegamos, no sabíamos nada. Más tarde, nos explicaron de qué tipo de pueblo se trataba. Pero en Ucrania estuvimos tres meses bajo fuego y aquí hay paz", agregan, y señalan el bosque que comienza del otro lado del campo detrás de una valla. "Ahí viven activistas medioambientales, construyeron casas en los árboles. A veces los vemos, pero no nos molestan", dice Denis, quien asegura que una vez por semana viene la policía a ver si todos se encuentran bien.

En declaraciones a DW, la compañía RWE confirma que, de acuerdo a los planes más recientes, el pueblo de Morschenich ya no será derribado, puesto que se cerrará la explotación a cielo abierto.

De colegio a albergue de refugiados

Las localidades de Kuckum y Keyenberg son otros dos "pueblos fantasmas" en los que han sido alojados refugiados. Delante del edificio del antiguo colegio, un grupo de personas descansa sobre sillas. "Vivimos aquí. Venimos de Siria", dice un hombre.

Aún funciona el transporte público en autobús. Una panadería abre pocas horas durante algunos días de la semana. Casi todas las tiendas están vacías, pero la central de bomberos sigue operando. Algunas casas incluso siguen estando habitadas.

"Sí, aún quedan habitantes en Keyenberg, pero cerca del 80 por ciento se mudó después de recibir su indemnización", explica Irina Becker, del partido conservador CDU en Bochum.

"Quizás nos quedemos"

Una familia ucraniana de Keyenberg asegura que se siente muy a gusto ahí. Al principio, admite, se asustó al ver este lugar. "Pero aquí es mejor que estar acostados en camillas en un gimnasio", como otros refugiados ucranianos, agrega.

Mientras dure la guerra, la familia no quiere regresar a Ucrania. Incluso no descarta quedarse tras el fin de la guerra: "Veremos, de momento, todo está bien. El pueblo no será derribado, quizás nos quedemos, si nos dejan".

(vt/ers)

 

Ir a la siguiente sección Descubra más
Ir a la siguiente sección Tema del día DW

Tema del día DW

Ir a la siguiente sección Más de DW