Dos días antes de los funerales de Juan Pablo II Alemania se despidió oficialmente del Papa. En la Basílica católica de San Juan se realizó la misa oficial de Réquiem celebrada por el nuncio apostólico de Berlín, el arzobispo Edwin Josef Ender, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, cardenal Karl Lehmann y el arzobispo de Berlín, cardenal Georg Sterzinsky.

Tanto el cardenal Lehmann como Sterzinzsy recordaron la especial relación del Papa con Berlín, la ciudad donde pasaba físicamente el muro que dividió Europa durante la Guerra Fría, y la visita que hizo el pontífice a la Puerta de Brandeburgo con el entonces canciller Helmut Kohl.

Buscó la uniformidad en la Iglesia

Lehmann defendió el rigor con el que el Papa luchó por la uniformidad en la Iglesia. Explicó que este rigor es producto de su pasado, ya que el prelado polaco vivió la mitad de su vida en dos dictaduras, la nazi y la comunista.

Bajo esas dictaduras la Iglesia tuvo que desarrollar la unidad y la disciplina para sobrevivir, según explicó Lehmann en su homilía.

Más allá de esta circunstancia histórica el espíritu de unidad que promovió el Papa es importante hoy día para resistir a las fuerzas centrífugas de un mundo que se caracteriza por la variedad y las tensiones entre las culturas y los sistemas políticos, según el presidente de la Conferencia Episcopal alemana.

Adiós a un gran europeo

Cerca de 1.000 feligreses estuvieron presentes en el Réquiem, entre ellos el canciller alemán, Gerhard Schröder, y su gabinete, así como el presidente del Parlamento Alemán, Wolfgang Thierse y el ex canciller Helmut Kohl. También asistieron las cúpulas de los partidos Social Demócrata, Verdes, Unión Cristiano Demócrata y el Partido Liberal Demócrata.

Frente a la Basílica se reunieron cientos de cristianos para asistir a la ceremonia para el pontífice difunto. Después de la misa el ministro del Interior alemán, Otto Schily, indicó que el Papa fue un "gran europeo", un defensor de los derechos humanos y de la libertad.

El Papa será sepultado el viernes en Roma. A las exequias acudirán más de 200 jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo. Alemania estará representada por el canciller, Gerhard Schröder, el presidente Horst Köhler y el ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer.