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Alemania: ¿Sin apretón de manos, no hay pasaporte?

19 de octubre de 2020

En el caso de un médico libanés, a quien el poder judicial le niega la naturalización, el redactor de DW, Jens Thurau pide más serenidad y tolerancia.

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Imagen: picture alliance/dpa/B. Pederden

Quiero comenzar con pequeña anécdota, de hace muchos años. Fue en el Palacio Bellevue de Berlín, donde el entonces presidente federal Johannes Rau recibió al cuerpo diplomático para una celebración de Año Nuevo. Una ministra socialdemócrata estaba presente y el embajador de un país musulmán se negó a estrechar su mano. En cambio, le prodigó una cortés reverencia. La política se mostró visiblemente molesta, pero Rau susurró algunas palabras tranquilizadoras tanto al embajador como a la ministra, y la situación se calmó.

Más tarde, vi a los tres políticos brevemente juntos, inmeros en una discusión; el presidente federal ejercía en un papel mediador, hasta donde se podía ver. Y la situación se salvó, finalmente, con otras breves reverencias de todos los involucrados.

Solicitud de naturalización rechazada

Una batalla similar se ha estado librando en Baden-Württemberg durante años, pero no parece que el conflicto se calme tan rápido como entonces, en el Palacio de Bellevue. Un médico libanés quiere nacionalizarse alemán, pasa todas las pruebas, trabaja en una clínica, firma su rechazo a cualquier forma de extremismo, reconoce los valores democrático-liberales.

Sin embargo, en el último acto, se niega a estrechar la mano de la funcionaria que acude a entregarle el certificado de naturalización. Lo justifica diciendo que le ha prometido a su esposa que solo le daría su mano a ella. Pero la funcionaria no le entrega el certificado.

Desde entonces, el caso ha ocupado los tribunales. El pasado viernes (16.10.2020), el tribunal administrativo regional dictaminó que la "actitud interior" del hombre no garantiza que se ajuste a las condiciones de vida alemanas. La demanda de naturalización es rechazada. Ahora, probablemente el Tribunal Administrativo Federal se esté ocupando del caso.

Jensa Thurau, editor de DW.

Disputa sobre ritos

Ya no sabemos que otra pequeña batalla librar. Con salvaje determinación, se libran por todos lados disputas marginales sobre identidades culturales y religiosas. Da igual si es sobre el apretón de manos, sobre pañuelos para cubrirse la cabeza, sobre crucifijos. Se trata, esencialmente, de la pregunta sobre el núcleo cultural del país: ¿Qué ritos, qué conductas irrefutables ganrantizan la identidad de esta sociedad?

El núcleo es la Ley Fundamental, con la dignidad humana en su centro. Con la libertad de expresión. La igualdad. La libertad religiosa. La prohibición de la discriminación. Pero debajo de estas cosas básicas, una sociedad libre también vive de serenidad y tolerancia.

Al tribunal: ¿Acaso una persona aparentemente impecable que se ha integrado a esta sociedad de acuerdo con todos los criterios imaginables -y no tiene por qué asimilarse- resulta realmente sospechosa de ser un extremista porque se niega a dar la mano?

La sentencia dice, de hecho, que el hombre "se niega a dar la mano por un concepto cultural y moral fundamentalista". ¡Una fuerte afirmación! ¿Se refiere esto a todos los musulmanes? En muchos países musulmanes, los hombres no dan la mano a mujeres desconocidas. Por razones incomprensibles para nosotros. ¿Pero son todos fundamentalistas?

Gesto simbólico, sin armas

A las personas de otras culturas que quieren convertirse en ciudadanos de Alemania: estrechamos la mano de las personas, independientemente de su sexo, o de dónde vengan. No vemos ninguna indecencia en esto, sino lo que es el apretón de manos en su esencia: la seguridad simbólica de que uno se presenta ante el otro sin armas. Nada más.

Una constitución, nuestra Ley Fundamental, es una directriz, un ideal, nunca alcanzado, pero el esfuerzo constante por acercarse a este ideal debe estar en el centro de la sociedad. Esta comunidad de sentido parece estar cada vez más amenazada, la sociedad se está volviendo más plural, más individualista y abiertamente desafiada por los márgenes extremos.

La sociedad alemana se está volviendo más confusa. Pero para quedarme con el núcleo de esta historia: no tengo la sensación de que el apretón de manos pasará de moda, a menos que sea en tiempos de coronavirus, en los que sí hay buenas razones para evitar el contacto. Y así como el "matrimonio igualitario" no amenaza el matrimonio entre hombres y mujeres, nuestra cultura mayoritaria no se ve amenazada si un individuo se niega a dar la mano.

Esta persona, simplemente tendrá que aceptar que se le pueda llamar descortés y anticuado. Y ya está. Mi sugerencia: en su afán por defender su propia identidad por todos los medios, todos -ciudadanos, tribunales e inmigrantes que quieran convertirse en alemanes- deberían bajar un poco la guardia y practicar la tolerancia.

Y es que el núcleo de nuestra coexistencia no está en la Ley de leyes; es la promesa no escrita de dejar que todos vivan a su manera, de soportar las diferencias y de resolver los conflictos de manera no violenta y democrática. Solo conseguir eso ya es bastante difícil.

(rml/ers)

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