Alemania y Chile intercambian conocimiento científico
8 de enero de 2014 Una de las principales misiones autoimpuestas por la Sociedad Fraunhofer, una organización alemana que promueve la ciencia y la investigación aplicada a nivel mundial, es la transferencia de conocimiento así como la internacionalización del saber. Y una forma concreta de llevar a cabo esa aspiración es con el establecimiento de convenios en distintos países. En América Latina los escogidos fueron Brasil y Chile. En el primero, la Sociedad Fraunhofer tiene una oficina de coordinación y dos proyectos macro. En Chile, en cambio, posee representación legal y diversos trabajos de investigación y desarrollo (I+D).
Juanita Castañeda, coordinadora científica de Fraunhofer Chile, cuenta que la institución alemana eligió a ese país de Sudamérica como plataforma debido a su “competitividad y estabilidad política y económica, así como sus tratados de libre comercio con otros países de la región, Asia, Estados Unidos y Europa”. Castañeda asegura, además, que Chile posee recursos humanos y tecnológicos muy competitivos y ofrece variedad geográfica, climática y de biodiversidad que son de suma importancia a la hora de realizar investigaciones. Todo eso sumado al “sólido y constante intercambio que existe entre Chile y Alemania, en especial en temas tecnológicos, de entrenamiento y capacitación”.
Alemanes en Chile, chilenos en Alemania
Un ejemplo de ese intercambio es la investigadora chilena María Eugenia Martínez, quien llegó a Münster (en Renania del Norte – Westfalia) en el marco del trabajo conjunto que realiza la Fraunhofer Chile Research (FCR) con la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), en Chile. Martínez explica a DW que su área de trabajo se relaciona con “el desarrollo de cultivos de células vegetales en suspensión, con el fin de obtener fitocompuestos de interés industrial que nos permitirían obtener compuestos naturales de uso medicinal sin requerir grandes extensiones de tierra para el cultivo de las plantas”.
La investigadora, que es ingeniero civil bioquímico y doctorando en Ciencias de la Ingeniería con mención en Ingeniería Bioquímica (PUCV), revela que “la cooperación ha sido fundamental para poner en marcha estos nuevos proyectos asociados”. El objetivo es, además del trabajo propiamente científico, buscar aplicaciones prácticas a los logros obtenidos mediante los intercambios. La intención final es que el conocimiento adquirido por los estudiantes sea compartido con otros en sus países de origen, generando así la ansiada transferencia de información.
Estos acuerdos de cooperación han significado también que investigadores alemanes lleguen a Chile. La Escuela de Ingeniería Bioquímica de la PUCV ha recibido, desde 2010 a la fecha, a varios especialistas que realizan pasantías en el país sudamericano, “principalmente en el área de investigación con microalgas para la producción de biocombustibles y captura de dióxido de carbono. Este trabajo también forma parte de la línea de investigación de FCR dentro del ámbito de bioenergía, que contempla el desarrollo de tecnologías sustentables para minimizar el impacto de la actividad industrial en el calentamiento global y el uso de combustibles fósiles”, explica Martínez.
Excelente oportunidad
Juanita Castañeda dice a DW que “las universidades escogidas para ser coejecutoras de los proyectos de investigación y desarrollo del FCR mostraron un notable grupo de trabajo, experticia en los temas y equipamiento de primera categoría. El objetivo de Fraunhofer fue complementar esas capacidades y fortalecerlas con más personal, más equipos y una transferencia de las tecnologías presentes en estas universidades al sector productivo”. Ahora confían en que estos proyectos rindan frutos y así poder consolidar y replicar el modelo en otros países de América Latina.
Martínez, que ya cumplió un primer paso por Alemania hasta fines de diciembre de 2013 y ahora se apresta a regresar para terminar sus investigaciones a partir de abril de 2014, asegura que “la cooperación entre instituciones europeas y chilenas entrega un gran beneficio académico al país, ya que se genera la posibilidad de entrelazar ambas realidades para un mismo objetivo. De igual manera, hay conocimientos, experiencias y tecnologías que se pueden mejorar al enfrentar una situación desde distintos puntos de vista”.
Y añade que, como investigadora, valora especialmente el hecho de conocer otras realidades, lo que supone un crecimiento personal y profesional. “Esto es algo que te hace ver las cosas con nuevas perspectivas. Sin duda, se forman lazos personales que hacen que el trabajo en equipo sea aún más gratificante y provechoso, y eso finalmente te motiva a continuar y mejorar el desarrollo de cualquier investigación”.