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Alemania y las lecciones de la Segunda Guerra Mundial

Klaus Dahmann (DZC)31 de agosto de 2014

En todo el mundo se conmemora el inicio de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo ven hoy los alemanes su papel en el conflicto? ¿Cómo lidia Alemania con esa herencia?

Imagen: Getty Images/Topical Press Agency/Max Schirner

Es una coincidencia que ha generado fuertes debates en Alemania. Justo cuando se conmemoran los 75 años de la invasión a Polonia que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial, el Bundestag debe decidir sobre el envío de armas a los kurdos que combaten al Estado Islámico en Irak. Sería la primera vez desde 1945 que Alemania entrega directamente armamento a un bando que se encuentra en guerra.

Este detalle que genera tantos dolores de estómago a la clase política alemana tiene una base en la educación impartida tras el fin del Tercer Reich, cuyo objetivo es que nunca más una guerra surja de tierras alemanas. De hecho, los padres de la República lo establecieron claramente en la Constitución, donde se condenan las guerras de agresión y se insta a los gobiernos a establecer siempre relaciones pacíficas con otros estados.

Soldados con derechos

Por ello, durante décadas Alemania dio la espalda a las acciones militares emprendidas por estados occidentales y solamente prestó apoyo a misiones de paz encabezadas por la ONU, aunque sin enviar soldados al terreno. Esto cambió en parte tras la reunificación, cuando la presión internacional exigió a Alemania que se hiciera cargo de su condición de potencia, y se vio reforzado con la decisión del Tribunal Constitucional Federal, que en 1994 determinó que el envío de tropas bajo el mandato de la ONU se apegaba a la Constitución.

Hoy, fuerzas militares germanas están en Kosovo, en Afganistán y en África, sumando más de 4.000 soldados. Sin embargo, ataques sin el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU siguen siendo un tabú para Alemania, como por ejemplo cuando Estados Unidos lanzó su operación contra Irak en 2003. También en el Ejército alemán, la Bundeswehr, se han aprendido lecciones desde los tiempos de Hitler: en esa época, si un soldado alemán se negaba a cometer las crueldades que se le ordenaban, podía ser ejecutado. Hoy las tropas tienen el derecho a negarse a obedecer órdenes que supongan una violación a los derechos humanos.

Diferencias entre la RDA y la RFA

Pero no solo en la política se han tomado medidas. También la población se ha hecho cargo de forma honesta de esos episodios vergonzosos de su historia, aunque tomó tiempo. Tras el término de la guerra, muchos nazis asumieron puestos como jueces, profesores y en diversas instituciones del Estado. En la RFA, por ejemplo, la discusión recién se puso sobre la mesa en los sesenta, cuando los estudiantes se manifestaron por varias razones, entre ellas, la falta de análisis del pasado del país.

En la RDA, en tanto, ese capítulo de la historia fue tratado siempre con consignas socialistas y antifascistas. De hecho, en la práctica, el tema del Tercer Reich y sus consecuencias no se trataba en las escuelas. La clase dirigente de Berlín Oriental se veía a sí misma como “víctima del fascismo”, aunque su sistema monopartidista dominado por el espionaje tomaba prestados demasiados elementos del régimen de Hitler.

El colegio ilumina, pero…

Que el Tercer Reich llevó a la muerte a casi 60 millones de personas, que condenó a la humanidad a una de las guerras más sangrientas de la historia y que se formó un régimen de terror en Alemania son, sin ir más lejos, temas que pertenecen a las materias obligatorias que se estudian en las escuelas. “Esto forma parte de la carga académica de varios cursos“, dice Ulrich Borgertmann, del sindicato de profesores de historia. El mensaje que reciben los chicos es claro: “Esto no debe volver a ocurrir y como sociedad debemos estar siempre atentos”.

¿Cómo se explica, entonces, que todavía existan grupos neonazis? “Sabemos, obviamente, que las clases de historia no tienen una tasa de éxito del 100 por ciento”, dice Borgertmann. Más difícil es aún en las regiones de la exRDA, donde nunca hubo una autocrítica sobre el tema y el problema es más grave que en los estados occidentales. Por ello, la ley pone un límite bastante claro: quien de forma pública defienda el régimen de Hitler, será condenado hasta a tres años de prisión. Y quien niegue o relativice el Holocausto, tendrá que enfrentar un máximo de hasta cinco años de cárcel.

Con todo, siempre hay voces que critican la cultura de la memoria alemana. A fines de los noventa, el escritor Martin Walser enfatizó en un discurso que Auschwitz es usado como un “garrote moral”, mientras otros lamentan que cualquier crítica a la política israelí en Medio Oriente sea de inmediato puesta bajo sospecha por “antisemitismo”. Incluso la utilización de los símbolos nacionales ha estado en el centro del debate, aunque desde la reunificación, y gracias a eventos deportivos, como el Mundial de 2006, esto se ha relajado ostensiblemente. Hoy produce bastante menos rubor andar por las calles con la bandera o cantar el himno nacional.

Cada vez hay menos rubor a la hora de sacar la bandera.Imagen: Reuters
Pese a los esfuerzos, los neonazis siguen marcando presencia.Imagen: picture-alliance/dpa
Los soldados de la Bundeswehr tienen derechos muy claros.Imagen: picture-alliance/dpa
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