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Sociedad

Alemania y los hijos del Estado Islámico

Matthias von Hein | Esther Felden
2 de octubre de 2018

Los protectores de la Constitución en Renania del Norte Westfalia están preocupados por el retorno de islamistas radicales y sus hijos.

Corte de Düsseldorf: Karolina R. (en manto islámico) es acusada, junto con otras dos mujeres, de recaudar fondos para el grupo terrorista Estado Islámico.
Corte de Düsseldorf: Karolina R. (en manto islámico) es acusada, junto con otras dos mujeres, de recaudar fondos para el grupo terrorista Estado Islámico.Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gambarini

Se fueron de Alemania para pelear en la "guerra santa" del Estado Islámico. Ahora muchos vuelven, especialmente a Renania del Norte-Westfalia (NRW). Al jefe de la Agencia para la Protección de la Constitución de NRW, Burkhard Freier, le preocupan las mujeres y niños radicalizados.

El "Estado islámico" está casi derrotado militarmente. En su apogeo, la milicia terrorista salafista controlaba un área del tamaño de Gran Bretaña en Irak y Siria. El "Califato" de Abu Bakr al-Baghdadi atrajo a militantes y partidarios islamistas de todo el mundo. Según la Agencia para la Protección de la Constitución Federal, desde Alemania salieron unos mil islamistas hacia la zona del EI. El psiquiatra Achmad Mansour, que trabaja en su "desradicalización”, cree que el número de islamistas que se fueron a la guerra es de unos dos mil. 

Se sabe que 150 alemanes de procedecia árabe han perecido en la región a la que fueron a hacer la guerra.

Más de 300 están de vuelta en Alemania. En un futuro cercano, es probable que regresen más partidarios alemanes de Estado Islámico, sea porque salgan de las cárceles o porque logran huir. Las autoridades no tienen evidencias irrefutables de la participación activa de estos en combates. El Fiscal General ha abierto investigaciones contra dos docenas de retornados.

Un desafío: una cuarta parte de los militantes son mujeres

En Renania del Norte-Westfalia hay un submundo particularmente grande de salafistas extremistas. Se estima en alrededor de 3.000 personas, de las cuales 800 son consideradas violentas. De estas, más de 250 viajaron a la zona del grupo terrorista. Es digno de atención el hecho de que más de una cuarta parte de estos militantes son mujeres. Las mujeres desempeñan un importante papel en la escena salafista: creando redes, haciendo proselitismo y transmitiendo su ideología islámica a los niños.

Burkhard Freier coincide que el peligro que emana de los retornados es alto. Por un lado, porque muchos fueron entrenados para la guerra, se han radicalizado y, sobre todo, han aprendido a establecer y mantener redes fuera de Alemania. Algunos regresan traumatizados, y otros desilusionados. La mayoría de los retornados, sin embargo, todavía están ideológicamente muy conectados. Algunos vuelven al submundo de los "retornados”, en donde suelen ser vistos como "héroes”.

¿Se está educando a una nueva generación de radicales?

El regreso de mujeres y niños es un reto especial, apunta Freier. Desde principios de 2018, muchas mujeres han regresado a sus hogares con niños. Sus maridos están aún detenidos o aún se esconden en zonas de EI. Muchas de las mujeres que regresan siguen siendo fervientes seguidoras de la ideología terrorista de EI, dice el experto.

Estas mujeres, al igual que los hombres, regresan a su antiguo entorno salafista. Y ahí vemos el peligro de que estas mujeres eduquen a sus hijos como extremistas, indica Freier, agregando que les dan a los niños armas como juguetes, no les enseñan canciones infantiles y no llevan a los pequeños a los jardines infantiles. Los aíslan en un mundo de radicales.

Una nueva generación de salafistas está creciendo. Las mujeres que regresan, como los hombres, a menudo actúan como modelos a seguir. Es por eso que las autoridades de seguridad tienen contactos muy cercanos con las oficinas de bienestar juvenil y las instruyen sobre qué es el salafismo y quién regresa a su ciudad, por ejemplo. Estos niños y familias necesitan especial atención.

Matthias von Hein, Esther Felden (jov/er)

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